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Voto de Meinster:
6
Drama París, 1899. L'Apollonide es un elegante prostíbulo en el que la madame es dueña absoluta de las meretrices, pues los gastos de éstas exceden a sus ingresos, y están en deuda con el local que las explota. Las prostitutas además se enfrentan a numerosos problemas: embarazos, opio y clientes violentos. En uno de los casos más trágicos, un hombre desfigura el rostro de una de las prostitutas. La cicatriz resultante dibuja en su cara una ... [+]
22 de septiembre de 2011
24 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película que te traslada a un burdel de lujo parisino de finales del siglo XIX.
Hay una gran recreación del ambiente y de la vida de las prostitutas, la película, con parsimonia, muestra su vida diaria, su cotidianeidad, su relación entre ellas y con sus clientes, se recrea en sus cuerpos, creando un himno a la belleza del cuerpo femenino, muestra ciertos vicios, lujos y placeres de la alta burguesía. Evita sabiamente el porno soft, en el que fácilmente podía caer, así como el morbo o el erotismo, todos los desnudos femeninos, y hay muchos, son mostrados con naturalidad, sin connotaciones eróticas, sin pasión pero sin frialdad gracias a una estupenda fotografía.

El elenco, esencialmente femenino, está fantástico, grandes actuaciones y naturalidad en sus interpretes, la película carece de una protagonista oficial, muestra a las habitantes de esa maison close en igualdad de condiciones, con sus pequeñas y grandes miserias, sus alegrías y sus miedos.

El ritmo es lento, muy lento, apenas sucede nada, pero aún así posee algo de hipnótico, te hace sentir dentro de la película como un habitante más. Pero la cinta apenas posee una narración, básicamente es el día día, el lento paso del tiempo y ciertos sucesos, van dando perfil a la película, pero sin que se vea un nudo ni el camino a un desenlace que no posee sentido, pues no hay apenas historia.

Bonillo pretende, de vez en cuando, crear imágenes de gran poder visual, y lo consigue en parte, pero no poseen la fuerza que debieran, escenas como las lágrimas blancas o el baile de las prostitutas en el funeral sonando anacrónicamente Nights of white satin de Moody Blues, son interesantes, pero no del todo conseguidas.
Mejor cuando muestra a clientes buscando placer y belleza en la monstruosidad, el que el monstruo se convierta en quién mira y no quién es mirado, en ese homenaje a la película El hombre que ríe de Paul Leni.

Pero la película podía ir más lejos, llegar más hondo, pero le falta pasión, intensidad, una historia que llene, meternos en la cabeza de los personajes, sentir empatía por ellos. Pero se mueve entre tantos que no tenemos si quiera la oportunidad, como los ricachones, de elegir a uno y seguirlo para que nos ofrezca su vida, nos emocione y nos apasione.

Como recreación de un antiguo prostíbulo quizás sea la mejor película desde La pequeña de Louis Malle, pero aquella narraba una historia a la par, esta película no lo consigue, por lo que se queda en un retrato de un lugar y una época pero fallido.
Meinster
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