El señor Ki-Duk ofrece magistralmente una hermosísima metáfora de la vida en todos sus aspectos: tentaciones, impulsos, maldad, arrepentimiento. Todo con un estilo propio que marca diferencia.
Muestra cómo el diálogo puede ser innecesario ante determinadas situaciones. El refrán "Una imagen vale más que mil palabras" adquiere más significado que nunca.