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España España · Madrid
Voto de J C:
8
Comedia. Drama Después de un día de audiciones a actrices para la obra que va a presentar, Thomas se lamenta de la mediocridad de las candidatas; ninguna tiene la talla necesaria para el papel principal. En ese momento llega Vanda, un torbellino de energía que encarna todo lo que Thomas detesta: es vulgar, atolondrada y no retrocedería ante nada para obtener el papel. Pero cuando Thomas la deja probar suerte, queda perplejo y cautivado por la ... [+]
13 de febrero de 2014
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dos actores en un único escenario. Una obra de teatro dentro de otra obra de teatro, un género al que el insigne Roman Polanski parece haberle cogido el gusto últimamente, a juzgar por la inspiración creativa de sus dos últimas películas. Pero esta Venus de las pieles, además de ser teatro dentro del teatro, es otras muchas cosas: una mordaz reflexión sobre la experiencia de crear, de interpretar, de amar incluso. Un inquietante paseo por la sumisión y su reverso, la dominación, que lleva la marca y el sello de Polanski, explorador acérrimo de la turbiedad y las sombras.

¿El argumento? Quédense con esta idea: un autor teatral está haciendo pruebas para encontrar a la actriz perfecta que interprete a la protagonista de su obra, una adaptación libre, o transposición, o vampirización, de una novela del escritor austríaco Leopold von Sacher-Masoch. Tras un frustrante día de audiciones sin éxito, aparece Wanda, una candidata que pondrá patas arriba y en una sola noche el universo del dramaturgo. Para esta película, adaptación de un texto teatral de David Ives, Polanski necesitaba el empaque de dos actores sobre cuyos hombros descansara el peso de la historia.

Y los artífices de la función son el solvente Mathieu Amalric, que ha trabajado desde en una de Bond hasta en la magnífica “Munich”, de Steven Spielberg, pasando por lo último de Cronenberg, y Emmanuelle Seigner, compañera y musa de Polanski, que aquí realiza uno de sus más brillantes trabajos a las órdenes del director. Seigner despliega un torbellino de poderío interpretativo que la hace destacar con nota, y muy alta, en una película a ratos canalla, a ratos cínica, pero en todo momento irónica visión de la teatralidad y de lo que significa ser creador, actor y, en definitiva, persona. Has vuelto a hacerlo, Roman.
J C
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