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Voto de Pepe Alfaro:
8
Drama En la Coney Island de la década de los 50, el joven Mickey Rubin (Timberlake), un apuesto salvavidas del parque de atracciones que quiere ser escritor, cuenta la historia de Humpty (Jim Belushi), operador del carrusel del parque, y de su esposa Ginny (Winslet), una actriz con un carácter sumamente volátil que trabaja como camarera. Ginny y Humpty pasan por una crisis porque además él tiene un problema con el alcohol, y por si fuera poco ... [+]
19 de enero de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En su libro sobre “El cine melodramático” (Paidós, 2004) Pablo Pérez Rubio considera el sentido de culpa uno de los pilares sobre los que se articulan muchas de las arquitecturas narrativas de ese inabarcable género de géneros, donde los personajes purgan sus pecados entre estados, más o menos fugaces, de ventura, y que no sirven sino para exacerbar la intensidad del drama y sus efectos sobre las emociones del espectador.
En su última película, el ya octogenario Woody Allen nos presenta en "Wonder Wheel" un oxímoron cinematográfico perfecto, mediante la fusión de unos personajes de tono naturalista con los artificios envolventes de una ambientación primorosamente iluminada por el maestro de la luz Vittorio Storaro, que va adaptando los rostros de los protagonistas a los colores de sus sentimientos, y que sirven al director neoyorquino para demostrar su dominio de la cámara como mecanismo para la escritura fílmica, ayudado en el fluir de las escenas por el bonancible acompañamiento musical que aportan The Blue Brothers con un tema de 1932 titulado precisamente “Coney Island Washboard”, porque la historia se desarrolla en 1950 en esta antigua isla al sur de Brooklyn, convertida en una península, que en aquella época albergaba un grandioso parque de atracciones rodeado de turísticas playas.
En este ambiente, dominado por la presencia de la gigantesca noria como símbolo de una rueda de la fortuna ("Wonder Wheel") que marca el destino de los personajes, se desarrolla la vida de Ginny, una mujer a punto de entrar en la cuarentena a la que Kate Winslet aporta la convincente vulnerabilidad expuesta a un simple desliz, purgando una antigua culpa asida al único salvavidas que pudo encontrar en su momento, un marido que trabaja en un tiovivo y que tiende a maltratarla cuando se pasa con la bebida; sorprende descubrir a un actor especialista en la comedia como James Belushi interpretando a un antagonista de intensa carga dramática. Cuando en la vida de Ginny aparece un socorrista (Justin Timberlake), al que Allen utiliza como narrador concernido al formar parte del relato, su vida cambia de color y accede a esa porción de dicha temporal que marca el punto de inflexión en todo melodrama que se precie.
El director juega con la aparición de Carolina (Juno Temple), la hija del marido, que a su vez arrastra un pecado de juventud y se agarra al mismo salvavidas lanzado por el socorrista. Como el cartero, en otro instante de debilidad la tragedia vuelve a llamar a la puerta y la culpa duplica su carga para redondear el efecto melodramático, al que Allen no concede ninguna de sus acostumbradas dosis de humor ácido, judaico, romántico o simplemente irónico. Incluso la nota propuesta por el hijo pirómano de Ginny parece más un acento en su drama que un toque ingenioso.
Pepe Alfaro
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