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Voto de Marsellus Wallace:
6
Drama. Comedia. Fantástico "Va a pasar un destello bravo, bravío, y todo va a cambiar...", Isa se habla a sí misma dejándose mensajes en su grabadora para cuando desaparezca o pierda la memoria. Cita se siente atrapada en un matrimonio en una casa llena de santos y vírgenes. María regresa a la población donde nació para enfrentarse a su soledad. Las mujeres de una pequeña localidad rural, suspendida en el tiempo y azotada por la despoblación, viven entre la ... [+]
1 de julio de 2021
13 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Avalada por el genial título de “Destello bravío”, la película de Ainhoa Rodríguez ha sido comparada con Fellini, reconocible en la escena de autofetichismo de la mujer rural que representa el núcleo del mensaje de la cinta; también con Buñuel, por el enfoque surrealista de esa temática noventayochista pero inmortal que es “El problema de España”, más difícil de resolver que el último teorema de Fermat y aquí centrado en la muy de actualidad España vaciada. Entre estas muy citadas fuentes de inspiración no se suele mencionar a Juan Rulfo y su Pedro Páramo, a pesar de que a quien esto escribe ambas obras le resultan semejantes, cuando menos emparentadas. No parece tratarse, con estos andamiajes, de una cinta social. De todos modos lo es.

Puestos a buscar referentes, esta película es el reverso contemporáneo de “Las Hurdes (Tierra sin pan)” (Luis Buñuel,1933). Si en aquella el de Calanda componía una genial y tramposa ficción que nos hacía pasar por realidad para acercarla más aún a la verdad si cabe, aquí la directora nos disfraza de exótica ficción una seca, descarnada y próxima realidad, también logrando una mayor honestidad que la que se consigue con la mera filmación de unas costumbres presentadas como escombros pintorescos, o un desfile de entrevistas con cocinas de carbón al fondo. Aquí se prefiere el monólogo espontáneo, el diálogo vivo y casual.

Rodríguez, que vivió durante casi un año en el pueblo donde se rueda "Destello bravío", contaba en las entrevistas de promoción que para ella esa había sido una dura, agotadora e intensa experiencia. Esto se manifiesta claramente en la pantalla, la autora admira a estas mujeres del ardiente campo extremeño que tienen el valor de enfrentar la vida. Porque en nuestra existencia más urbanita, la vida con mayúsculas queda escondida convenientemente entre horarios, compromisos, redes sociales… nos resguardamos en ellos para no enfrentarnos al abismo y misterio que son el pan duro de cada día para los protagonistas del presente filme.

Estremecedora la escena en la que una paisana hace enmudecer a todo un velatorio al contar sus visiones místicas. ¿A que ustedes no las tienen? Eso que se pierden o eso que ganan, según se vea, pues “Cuando se miran de frente/los vertiginosos ojos claros de la muerte,/se dicen las verdades;/las bárbaras, terribles, amorosas crueldades” (La poesía es un arma cargada de futuro, Gabriel Celaya). En la ciudad tenemos muchos estímulos que nos permiten apartar la mirada, pero aquí, en este preciso lugar de Extremadura y en otros tantos de toda España, la muerte y el misterio y el misticismo son indisolubles de la vida.

Este amargo contexto motiva la fabulación, la construcción del mito y las leyendas que tanto aprovecha para su ficción la realizadora. Otro de los temas troncales de la obra es la represión machista de la mujer rural, que se trata de forma sensible y sin caer en obviedades ni subrayados, porque bastante serio es ya el asunto como para querer ornarlo de forma efectista.

Finalmente, queda por mencionar la parte técnica, que es sobresaliente. Película pensada para verse en una sala de cine, con un elaboradísimo diseño de sonido que utiliza recursos propios del género de terror en escenas como la de los cuchicheos en la iglesia o los aullidos en las motos. La fotografía apagada concuerda a la perfección con el espíritu de la narración y el excelente montaje recuerda a “Amanece, que no es poco” (José Luis Cuerda, 1989). La banda sonora, aunque cuenta con versiones de canciones populares (fantástica la del aceituneru), introduce también música electrónica, siempre con el contraste como objetivo.

Original y muy recomendable.
Marsellus Wallace
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