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Voto de Diego B:
1
1,7
717
Terror. Ciencia ficción
Un gigantesco grupo de feroces pirañas mutantes escapan del Amazonas y se abrirán camino hacia Florida arrasándolo todo a su paso. (FILMAFFINITY)
15 de octubre de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi ayer esta película en la sesión de cine del sábado por la tarde de La Sexta. La pillé empezada, zapeando, pero el efecto magnético de las imágenes me dejó clavado en ese canal. Un tipo forzudo estaba luchando con un puñal, bajo el agua turbia de un río, con una piraña de casi un metro de grande, al estilo de las peleas con cocodrilos de Tarzán. Posiblemente el impacto de las imágenes CGI de las pirañas, o el cúmulo de tópicos, me hizo permanecer atento, con la promesa de una fácil ridiculización de aquel despropósito.
Y, sin embargo, y a mi pesar, crecía en mí una vergonzante admiración, según pasaban los minutos. Y es que, amigos, hacer una película con fallos, errores, defectos ocasionales, es fácil. Sólo se necesita un poco de dejadez y falta de cariño. Pero lograr que la serie de fallos, errores y defectos se mantenga uniforme y constante todo el tiempo, sin flaquear; lograr que uno piense "ya, y ahora la piraña se come al gordo, seguro", y que el guión, como un zombie obediente, cumpla tu profecía, eso, amigos, está solo al alcance de unos pocos.
Cuando diseñaron la producción de esta película, seguro que se plantearon el desafío de hacer la peli más mierder de todos los tiempos, sin concesiones, sin dejarse amedrentar por mediocres verosimilitudes o pretenciosas originalidades. Es como si, durante el desarrollo del guión, los responsables hubieran enfrentado cada decisión creativa bajo la premisa de "elijamos la opción más mierder". Sin remordimientos, sin dudas vergonzantes. Vamos a hacer una peli super-mierder, la peor de todas las películas, una peli que ponga muy alto el listón de la peoridad, si es que tal concepto existe.
Así que me he ido riendo mucho, al tiempo que admirando secretamente el desparpajo con la que se autotorpedea la propia película. He admirado a esos actores que son capaces de mantener el plano sin que se les escape la risa. Y, cuando acabó la cosa, tengo que reconocer que he agradecido a los responsables su insólito esfuerzo.
En fin: vean la película, estúdienla a fondo; y, si encuentran alguna escena, diálogo o plano que esté manifiestamente bien, denúncienlo. Quizás en un futuro remake pueda subsanarse ese inaceptable acierto.
Y, sin embargo, y a mi pesar, crecía en mí una vergonzante admiración, según pasaban los minutos. Y es que, amigos, hacer una película con fallos, errores, defectos ocasionales, es fácil. Sólo se necesita un poco de dejadez y falta de cariño. Pero lograr que la serie de fallos, errores y defectos se mantenga uniforme y constante todo el tiempo, sin flaquear; lograr que uno piense "ya, y ahora la piraña se come al gordo, seguro", y que el guión, como un zombie obediente, cumpla tu profecía, eso, amigos, está solo al alcance de unos pocos.
Cuando diseñaron la producción de esta película, seguro que se plantearon el desafío de hacer la peli más mierder de todos los tiempos, sin concesiones, sin dejarse amedrentar por mediocres verosimilitudes o pretenciosas originalidades. Es como si, durante el desarrollo del guión, los responsables hubieran enfrentado cada decisión creativa bajo la premisa de "elijamos la opción más mierder". Sin remordimientos, sin dudas vergonzantes. Vamos a hacer una peli super-mierder, la peor de todas las películas, una peli que ponga muy alto el listón de la peoridad, si es que tal concepto existe.
Así que me he ido riendo mucho, al tiempo que admirando secretamente el desparpajo con la que se autotorpedea la propia película. He admirado a esos actores que son capaces de mantener el plano sin que se les escape la risa. Y, cuando acabó la cosa, tengo que reconocer que he agradecido a los responsables su insólito esfuerzo.
En fin: vean la película, estúdienla a fondo; y, si encuentran alguna escena, diálogo o plano que esté manifiestamente bien, denúncienlo. Quizás en un futuro remake pueda subsanarse ese inaceptable acierto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Cuando el científico gordo (que, justo en su primera aparición, piensas: "a éste se lo comen las pirañas, fijo") se pone de espaldas al río, en un plano frontal, piensas: "ahora se lo come la piraña", y efectivamente, salta una piraña del tamaño de una furgoneta del río y se lo cruspe de un bocado. Pero lo mejor es que la chica científica (de la Unesco, ni más ni menos) parece pensar en ese momento: "este momento está pidiendo a gritos un ataque de histeria" y, aunque es evidente que no le apetece, empieza a gritar a desgana "quiero matarlas, quiero matarlas", momento en que el musculoso prota la abraza para que no se haga daño con, no sé, quedándose afónica.
Cuando las pirañas, que crecen descontroladamente por una cosa genética, viéndose atacadas por un submarino nuclear ("debían haber doblado la potencia", dice la científica para sí, porque 40 kilotones le parece poca cosa), se van hacia el submarino y se lo comen a bocados - estoy siendo literal - como si fuera un costillar de barbacoa.
Cuando el jefe de la misión (que parece que sólo se habla con el prota musculoso) decide mandar un helicóptero a salvarlo de su misión suicida submarina (se trataba de disparar fusiles contra las pirañas para que sangrasen y se devorasen unas a otras), porque poco después van a lanzar otro ataque atómico que posiblemente va a convertir la península de Florida en una profunda bahía.
Cuando al final, una piraña que ha sangrado es devorada por sus congéneres, pero los guionistas tienen prisa porque se les escapa el último metro y deciden que da lo mismo que sangre sólo una, que se van a devorar todas entre ellas y sanseacabó. Entretanto, la única escena de efectos especiales donde las pirañas se vuelven locas alrededor de la piraña amputada, evidenciando que el resto de las pirañas no se atacan entre sí, se repite varias veces, como para certificar que a los creadores no les importa lo más mínimo que quede clara la inconsistencia.
Pero qué caramba, es tarde, la película ya dura el tiempo estipulado y hay que proceder al beso del prota musculoso con la científica de la Unesco, que han creado un vínculo entre ellos durante toda la película como el que pueda haber entre un percebe gallego y una zarzamora pirenaica (y se nota).
Y qué decir de la población huyendo despavorida de las playas de Miami (un chico y una chica; no había presupuesto para más extras ni para una escena digital tipo Titanic).
O de la piraña tamaño jumbo que salta del agua y acaba ensartada en un faro costero (una vez más, insisto: estoy siendo literal).
Cuando las pirañas, que crecen descontroladamente por una cosa genética, viéndose atacadas por un submarino nuclear ("debían haber doblado la potencia", dice la científica para sí, porque 40 kilotones le parece poca cosa), se van hacia el submarino y se lo comen a bocados - estoy siendo literal - como si fuera un costillar de barbacoa.
Cuando el jefe de la misión (que parece que sólo se habla con el prota musculoso) decide mandar un helicóptero a salvarlo de su misión suicida submarina (se trataba de disparar fusiles contra las pirañas para que sangrasen y se devorasen unas a otras), porque poco después van a lanzar otro ataque atómico que posiblemente va a convertir la península de Florida en una profunda bahía.
Cuando al final, una piraña que ha sangrado es devorada por sus congéneres, pero los guionistas tienen prisa porque se les escapa el último metro y deciden que da lo mismo que sangre sólo una, que se van a devorar todas entre ellas y sanseacabó. Entretanto, la única escena de efectos especiales donde las pirañas se vuelven locas alrededor de la piraña amputada, evidenciando que el resto de las pirañas no se atacan entre sí, se repite varias veces, como para certificar que a los creadores no les importa lo más mínimo que quede clara la inconsistencia.
Pero qué caramba, es tarde, la película ya dura el tiempo estipulado y hay que proceder al beso del prota musculoso con la científica de la Unesco, que han creado un vínculo entre ellos durante toda la película como el que pueda haber entre un percebe gallego y una zarzamora pirenaica (y se nota).
Y qué decir de la población huyendo despavorida de las playas de Miami (un chico y una chica; no había presupuesto para más extras ni para una escena digital tipo Titanic).
O de la piraña tamaño jumbo que salta del agua y acaba ensartada en un faro costero (una vez más, insisto: estoy siendo literal).