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España España · bilbao
Voto de ernesto:
7
Drama Adaptación de la obra teatral de Peter Morgan sobre la entrevista del periodista David Frost al presidente Nixon. Durante los tres años que siguieron a su salida de la Casa Blanca, Richard Nixon permaneció en silencio. Sin embargo, cuando en el verano de 1977 concedió una entrevista para hablar de su mandato y del caso Watergate, sorprendió a todos al escoger a David Frost. Incluso el equipo del periodista no estaba muy seguro del éxito ... [+]
16 de febrero de 2009
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ron Howard es un más que correcto director al que le resulta imposible rematar una gran película. Siempre cuenta con ingredientes de primera categoría para hacerlo pero solo en alguna ocasión ha hecho algo parecido a una muy buena película, como fue en el caso de Cinderella Man. De ahí que la crítica, al menos en España, sienta una antipatía, a veces excesiva, por él.
Con esta película, en principio un tanto alejada de su estilo, parece que ha conseguido convencer a un mayor número de críticos. Yo sigo pensando que aunque El desafío es una buena película, con algún momento realmente notable, sigue sin rematar la jugada.
La película es la adaptación de una obra de teatro que triunfó en Broadway, escrita por el dramaturgo y guionista Peter Morgan. En principio parecía un proyecto que poco tenía que ver con un director como Ron Howard. La historia se centra en el enfrentamiento, en forma de entrevista entre el ex-presidente americano Richard Nixon y el periodista británico David Frost. El proceso por el que se llega a esa entrevista, y sobre todo, el desarrollo de la larga conversación, en la que Nixon puso en evidencia su responsabilidad en el asunto del Watergate es el eje principal sobre el que se desarrolla la historia.
Lo que aparentemente debía ser una película sobria y directa, en la que incluso se prescindía de un reparto de estrellas dejándolo en manos de los mismos interpretes que la hicieron en teatro, acaba siendo una película fácil y vistosa a la que Ron Howard en lugar de adaptarse acaba llevándose a su terreno.
La historia, impecablemente escrita, acaba pesando más de la cuenta por el discreto atractivo con el que el director retrata los preparativos de esa entrevista. En cambio la película gana puntos que vez que Nixon hace su entrada en escena, y es que se nota que es él la verdadera estrella de una historia narrada de forma tan rigurosa como carente de auténtica pasión.
Es al final de la película, en el último encuentro entre Frost y Nixon donde la entrevista se transforma casi en un duelo, donde se produce un momento memorable que vale por toda una película. Cuando Nixon, acorralado por las preguntas del periodista, se derrumba y su mirada y expresión dejan de ser las de un hombre todopoderoso que está por encima del bien y del mal, y pasa a ser la de una persona confundida que se queda sin argumentos para defenderse. Este momento justifica en cierta forma todo lo visto hasta entonces. Y es en gran parte gracias al colosal trabajo del actor Frank Langella, que se convierte en el auténtico protagonista de la historia, oscureciendo con su magnetismo la presencia del chispeante pero discreto Michael Sheen.
Ron Howard vuelve a demostrar que es un cineasta solvente y eficaz, pero al que casi siempre le viene grandes los proyectos en los que se embarca.
ernesto
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