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España España · bilbao
Voto de ernesto:
2
Comedia Un grupo de estrafalarios pasajeros viaja de Madrid a Ciudad de México en un avión cuya tripulación es absolutamente esperpéntica. Durante el vuelo, una grave avería hace que los pasajeros de clase business, al verse inevitablemente al borde de la muerte, se sientan inclinados a revelar los asuntos más íntimos de su vida. Todo ello desembocará en una comedia caótica y disparatada. (FILMAFFINITY)
25 de marzo de 2013
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como siempre que se estrena una película de Pedro Almodóvar se desata una catarata de comentarios y opiniones de todo tipo a su alrededor. Odios que traspasan lo estrictamente cinematográfico y pasiones incondicionales que no ven más allá de su pasión. Creo, en ese sentido, ser una persona bastante equilibrada al respecto. Dejando clara mi debilidad por Mujeres al borde de un ataque de nervios, solo me centrare en sus dos últimas películas, Los abrazos rotos y La piel que habito. De la primera esperaba la gran obra maestra de su director y el resultado me decepciono bastante. Con la segunda mis expectativas eran mínimas y el resultado, en cambio, fue notable. En cualquier caso, que Almódovar sabe hacer cine y sabe contagiar su pasión por el cine, era algo que quedaba patente en cualquiera de las dos, como antes había sucedido con títulos como La mala educación, Hable con ella, Todo sobre mi madre o Volver, por mencionar solo sus últimas películas.
Dicho esto, decir que Los amantes pasajeros, su última película, es una mediocridad indigna de alguien con un talento tan indiscutible para hacer cine como es Pedro Almodóvar. Tras realizar algunas historias tan intensamente dramáticas como las mencionadas, y empujado por el éxito del parentésis cómico que, dentro de Los abrazos rotos, supuso Chicas y Maletas, Almodóvar se decidió a escribir una comedia libre y disparatada como aquellas primeras películas suyas de comienzos de los ochenta. Esta, parece ser, era la intención, y mis expectativas pasaban por un guion modélico, divertido y lleno de ingenio como el de Mujeres con algo del descaro de Pepi Lucy Boom y compañía. Pero Almodóvar se ha equivocado de lleno y en Los amantes pasajeros no hay humor, y mucho menos ingenio. Todo se reduce a una colección de chistes vulgares y sin gracia que pretenden ocultar el vacío más absoluto, ya que, en realidad, Los amantes pasajeros no es nada.
Un grupo de personajes enecerrados en la clase business de un avión, supuesta representación de los males de nuestra sociedad. Un teléfono que los conecta con el exterior. Dos pilotos con problemas de identidad sexual. Tres auxiliares de vuelo con la sexualidad muy bien definida. Y una sobredodis de mescalina. Estos son los ingredientes que el director mezcla como puede, pero el artificio que Almodóvar pretende hacer pasar por una historia resulta tan nimio e inconsistente, que parece mentira que sea el mismo creador de los alambicados entramados narrativos, también artificiosos pero infinitamente más logrados, de algunas de sus mejores películas.
Los personajes no son personajes, son parodias de carton piedra. Las situaciones no hacen avanzar una historia, son simples y desangelados gags. Al igual que en Los abrazos rotos, aquí Almodóvar también introduce un episodio que rompe con la unidad dramática (cómica en este caso) de la historia. Pero si allí Chicas y maletas funcionaba como una agradecible válvula de escape, aquí la historieta de la chica suicida solo contribuya a vanalizar más la película. De la supuesta carga social de la película, y su, supuesto también, paralelismo con algunas situaciones de la triste realidad que nos rodea mejor no hablo (por bochornosamente obvia).
Pero es que esto no es todo. En Los amantes pasajeros ni siquiera el Almodóvar más visual y estético, ese que con dos pinceladas te compone un plano o una secuencia de arrebatadora belleza, hace acto de presencia. La estética de esta película no es mejor que la de cualquier serie de televisión española.
¿Podía ser peor? Si, si que podía. Y es que por primera vez Almodóvar desaprovecha la presencia de algunos actores de sobrado talento. Pocas veces Antonio de la Torre ha estado tan mal. Pocas veces he visto a la gran Cecilia Roth tan desafortunada. Javier Cámara, en cambio, vuelve a hacer lo mismo de siempre (no es un elogio). Solo Raul Arévalo consigue sacarme, a veces, de la vulgar monotonía en la que acaba cayendo la película.
Y como el mejor momento de la película, lo que no es muy meritorio en este caso, ya lo vimos en el trailer pues poco o nada hay en Los amantes pasajeros que haga que pasar por taquilla merezca la pena esta vez.
En cualquier caso este error no impedirá que vuelva a esperar con ganas su siguiente película, y vuelva a pasar por taquilla puntualmente, como con pocos directores, el mismo fin de semana de su estreno.
ernesto
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