Cuando se estreno Toy Story hace quince años nadie se podía imaginar que sería la pionera de una forma de hacer y entender el cine de animación que todavía hoy sigue siendo única. Después de varios y premiados cortos, la factoría Pixar con John Lasseter a la cabeza ideó una historia mágica, enteramente realizada por ordenador, con un look visual completamente novedoso que atrapó al público de todo el mundo. Quince años después la formula no solo no se ha agotado sino que sus películas siguen arrasando en todo el mundo. Posiblemente Pixar sea lo mejor que le ha pasado al cine de las dos últimas décadas.
Precisamente lo bueno de Toy Story es que, diez películas después, se ha quedado como un encantador borrador de lo casi todas las películas posteriores han mejorado hasta alcanzar casi la perfección, culminando, según dicen, con la inminente Toy Story 3.
La magia de Toy Story partía ya de su propio argumento. Los juguetes de un niño cobran vida cuando él no está. Entre todos ellos hay uno, el favorito, que lidera el grupo, el vaquero Woody. Todo cambia el día en que llega a la casa un nuevo juguete, más grande y más moderno, que pasa a ser el nuevo juguete favorito, de nombre Buzz Lightyear. El enfrentamiento entre Woody y Buzz les llevará a tener que sobrevivir a las tentaciones destructivas de otro niño, en una aventura llena de ritmo, y que culmina con una persecución inolvidable a bordo de un coche teledirigido.
Toy Story cuenta con dos virtudes verdaderamente notables. Por un lado la perfección de un guión que derrocha imaginación, y por otro la perfección técnica de la animación.
El guión juega a transformar las intrascendentes peripecias de unos juguetes en situaciones épicas propias del mejor cine de aventuras. Además presenta una colección de personajes absolutamente deliciosos, desde el neurótico señor patata al dinosaurio que no sabe dar miedo, que enriquecen cada secuencia de la película.
A todo esto se añade la sorpresa que supuso alejarse de la animación tradicional a favor de los ordenadores con unos resultados brillantes.
Después de todo esto que he dicho, el siete que le he puesto puede parecer escaso, y seguramente sea cierto. Pero es que después de Toy Story han llegado otras películas que sencillamente han superado en mucho los logros de esta película. Quizás sea injusto, pero comparada con títulos como Ratatouille, Wall-E o Up, Toy Story se ha quedado como un clásico delicioso pero definitivamente menor. Dicho esto con el mayor cariño hacia una película que fue la pionera de una forma de hacer cine que ha dejado títulos gloriosos en los últimos quince años.