Película con clara genética francesa, muy alejada del modo de hacer cine de los americanos. Muy hablada, con escasa acción y una música incidental que brilla por su ausencia, el filme se sustenta en la supuesta originalidad de los diálogos y un costumbrismo a la gala que como es habitual en esa cinematografía nos muestra una sociedad tabicada, introvertida y culturosa. Como cine que presume de negro apenas roza el gris. El que lea que es un policial que pierda la esperanza de poder encontrar atisbos de intriga, violencia, suspenso o sangre. En resumen, un ejercicio intelectual de los personajes que no logran enganchar con sus conflictos familiares y sus conductas estereotipadas que nos hacen pensar: ¡qué extraños que son los franceses! En cuanto a la historia policial roza el sinsentido, realmente no se entiende (y tampoco el director realiza ningún esfuerzo por explicitar) la lógica de las acciones de los personajes ni el sentido último de los actos realmente incoherentes que plasman en el celuloide. Si lo medimos en términos de credibilidad todo el argumento supuestamente negro se diluye en el terreno de lo imposible. Una pena que esta película del famoso director francés Claude Chabrol quede reducida a una bobada indigesta, aburrida y de bajo presupuesto.