No hay ninguna fantasía más allá del delirio escapista de una niña en delirio terminal, con un dejo de conciencia ante tanta sinrazón religiosa. Más o menos sutilmente o más o menos crudamente, el Opus Dei está pintado en forma hiperrealista. ¿Son así?, preguntará el que desconoce sobre el tema de esta agrupación religiosa......¡son así, y más!.
¡Existen el sectarismo, la separación brutal de las familias de numerarios y numerarias, la reducción a la servidumbre de las mujeres y la segregación del grupo de los varones, el aprovechamiento de los considerados inferiores, el racismo, el sexismo, la crueldad, el lavado de cerebro a todo aquel que caiga en sus redes, el dirigismo de la voluntad ajena, el masoquismo flagelatorio recomendado, la cerrazón mental, el interés económico, el robo de bienes ajenos de simpatizantes e integrantes bajo el pretexto de caridad y la hipocresía al más alto nivel, la mentira utilitaria desenfadada y sin el menor pudor moral (le llaman "táctita")!
Llegan a sacerdotes los varones que se muestran más dóciles e incapaces de discernir moralmente el bien del mal, los que mejor se adaptan a lavar mentes de jóvenes y a fanatizar desde un sitial de poder, por supuesto, universitarios que nunca ejercerán plenamente sus profesiones, o si lo hacen antes del sacerdocio, sólo lo harán por el bien de la "Obra" a la que están destinados a hacer prosperar en almas y bienes, los cuales deberán reproducirse como un virus infeccioso mortal (nunca moral).
Si hay algo que les parece útil no tienen el menor empacho en pedirlo en donación, y no se andan con chiquitas (muebles, casas, autos, fincas, empresas, lo que sea, por el bien de la "OBRA").
Lo que hacen con la pobre chiquita moribunda es típico de la táctica opusdiana: si hay que manipular, mentir, lastimar, fanatizar, apropiarse de la vida y de la muerte, lo harán sin el mínimo pudor o cargo de conciencia. Miren a lo que llevan a convertirse a la hermana, un muñeco fanatizado y sin corazón ni capacidad de razonar moralmente, por supuesto usando sucias tácticas como el robo o la ocultación. Miren cómo prohíben bajo el supuesto de un sacrificio religioso cosas tan simples como mirar un vestido, o, en mi caso, el mirar una película de cierto interés religioso.
En fín, esta película queda lejos de la caricatura de la Obra de El Código Da Vinci. Realmente es agudamente verídica la forma en que los pintan, dicho por alguien que los conoció por dentro, sin pertenecer al grupo de sus laicos consagrados.
Sigue en el spoiler por falta de espacio.