Por encima de otras consideraciones, esta es una película necesaria, sobre todo en la época en la que fue realizada, con la II Guerra Mundial en todo su apogeo y con los EE.UU. recién entrados en el conflicto (el ataque a Pearl Harbour se produjo en diciembre de 1.941). La maquinaria propagandística norteamericana se puso en marcha, teniendo al cine como mascarón de proa, para hacer llegar al gran público la necesidad de sacrificio y el peligro que la amenaza nazi suponía para el mundo. Así, por poner sólo un ejemplo, ese mismo año ganó el Oscar a la mejor película una obra maestra comprometida como "Casablanca".

Sin embargo, el mérito de "Ser o no ser" es plantear una situación tan delicada y cruel como la invasión germana a Polonia y convertirla en una comedia elegante y, a la vez, tan combativa como cualquiera de las películas que se hicieron en la época. Con el precedente de la magnífica "El gran dictador" (Chaplin, como siempre, sentando cátedra), realizada dos años antes, Lubitsch recoge la misma idea del doble de Hitler y la adapta a su estilo, a su famoso “toque Lubitsch”, consiguiendo una exquisita y divertidísima cinta, llena de momentos magistrales, atacando al enemigo con lo que más duele, con la burla y la parodia, y llevando, de paso, al público en la retaguardia, un soplo de aire fresco, de alegría y de buen humor que les aliviara de tantas noticias de bombardeos, batallas y muertes.

Lo dicho: una película necesaria.