"El exorcista" son una de esas películas que tristemente ha ido perdiendo fuelle con el paso de los años. Y es que tuve la oportunidad de asistir al cine para ver la reedición, pasando uno de los mayores bochornos de toda mi vida al comprobar que los padres entraban con críos de menos de diez años que se pasaron toda la película literalmente riéndose a carcajada limpia. ¿Qué ha pasado?, me pregunté en más de una ocasión. Pues quizás que la gente está más curtida de este tipo de cine y es que el paso del tiempo no perdona y la película de William Friedkin no iba a ser la excepción.

Aun recuerdo cuando la vi por primera vez a la tierna edad de ocho años y como un escalofrío recorría mi espalda cada vez que Ellen Burstyn entraba en la habitación de su hija Linda Blair, espectacular en el papel de niña poseída. "El exorcista" representa muchas cosas, desde un antes y un después en el género del cine de terror hasta ser pionera en eso de las leyendas urbanas. Y es que se dijo de todo en su momento, desde que había fantasmas en el set de rodaje hasta pequeños fallos técnicos de origen desconocido que ayudaron aun más a crear una atmósfera insana y de misterio alrededor de la cinta.

A pesar de todo es un clásico que nadie debería perderse. Tiene secuencias, imágenes e incluso frases que ya forman parte de los anales del cine. Seguro que nadie olvidará nunca aquellas largas escaleras junto a la casa de la niña que más tarde se convertiría en imagen de la saga. La he visto varias veces y me sigue pareciendo igual de impresionante que cuando la visioné por primera vez. Eso si, hay que tener un poco de vista y disfrutarla con la perspectiva que se merece, situándola correctamente e intentando ponerse en la mentalidad de la gente de aquella época.