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Voto de TOM REGAN:
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Drama
Durante el asedio de la ciudad judía de Betulia por los asirios, una viuda llamada Judith seduce a Holofernes, general del ejército asirio, a quien asesina decapitándolo, convirtiéndose así en la heroína del pueblo judío. (FILMAFFINITY)
9 de abril de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
88/08(08/04/20) Interesante film antropológicamente para los cinéfilos, pues es ver la génesis de un pionero del Séptimo Arte como David Ward Griffith con un relato bíblico en lo que fue su primer largometraje (yo he visto una versión de 63 minutos). El cineasta produce, dirige y co-guioniza adaptando la obra homónima de Thomas Bailey Aldrich, se basa en la historia bíblica de Judith y Holofernes, considerada como parte de los apócrifos por los protestantes y del Deuterocanon por los católicos, añadiendo Griffith una subtrama romántica (la de Naomi y Nathan) por imperativo comercial. Fue también el primer largometraje realizado por la pionera compañía cinematográfica Biograph, aunque el segundo que lanzó la compañía. Para 1913, el director pionero DW Griffith sufría las limitaciones impuestas por la negativa de Biograph a permitirle producir largometrajes. El estudio creía que ninguna audiencia sería capaz de ver una película que dure más que la de dos bobinas convencionales (unos 20 minutos), pero Griffith creía lo contrario (la taquilla dio la razón a los ejecutivos de la Biograph, no caló en el público y se convirtió en un fracaso en su estreno, no llegando a cubrir ni su costosísimo presupuesto para la época de 250.000 dólares). Entonces, se fue de Nueva York a California, dando a Biograph la impresión de que produciría seis cortos. Una vez allí comenzó la producción de Judith de Betulia. Fue un acto que resultaría en que esta fuera la última película de Griffith para el estudio. Su próxima película sería para otro estudio, Mutual. Entonces Biograph retrasó el lanzamiento de la imagen hasta 1914, después de la partida de Griffith, para no tener que pagarle en un acuerdo de participación en las ganancias que tenían.
Durante el asedio de la ciudad judía de Betulia por parte de los asirios, una viuda llamada Judith (Blanche Sweet) tiene un plan para detener la guerra ya que su pueblo sufre hambre y está lista para rendirse. La viuda se disfraza de niña de harén y va al campamento enemigo, donde engaña a un general del rey Nabucodonosor, cuyo ejército está asediando la ciudad. Judith seduce a Holofernes (Henry Walthall), luego, mientras está borracho, le corta la cabeza con un sable. Ella regresa a su ciudad, una heroína.
Obra de poco más de 60 minutos en los que se siente como un esbozo de las cualidades que están por explotar en el creador en sus obras posteriores, inspirándose seguramente en el Colosal Italiano del que era gurú Giovanni Pastrone con su gran obra “Cabiria” (1914), películas en las que no se escatimaba en presupuesto, con escenas con decenas de extras y enormes decorados, y versando sobre temas históricos. La película fue todo un logro en su día, con dirección de cientos de extras, decorados, vestuario, y ambientación de la época antigua tratados de una forma minuciosa y detallista, pero que muy pronto quedarían a años luz de los de la superproducción “Intolerancia” (1916), con las espectaculares escenas de Babilonia como copia muy mejorada, también de Griffith. Siendo lo relevante el hábil manejo de las masas de extras de Griffith, su gusto megalómano en los ampulosos decorados, el espléndido vestuario, sus ansias épicas, con enfrentamientos bélicos que con el filtro del tiempo se ven radiantes de ímpetu tanto en el cuerpo a cuerpo de las turbas, como en el intento de asalto de las murallas de Bethulia, con los arietes, las catapultas y las torres de asalto, con muertos cayendo a gran altura. Hay también algunos momentos ingeniosos como el modo de aparecer cual cortina desplegada son los arbustos que se abren impactantes ante el avance de las tropas asirias.
Lo malo es el acartonamiento del relato, la historia es más simple que el mecanismo de un vaso, los personajes son más planos que el encefalograma de Holofornes, no ayudan unas actuaciones excesivamente teatrales, hay una protagonista que es confusamente descrita (al inicio es alabada y loada, pero no se sabe porque), la tensión es escasa, hay el mencionado romance que está metido con fórceps, hay un villano que resulta grotesco en su caricatura de hedonista tirado permanentemente en un diván (y aun así tenemos que tragar con que Judith llega a sentir algo por este pelele), todo resulta harto previsible, con un final que no te despierta a sensación alguna. La realización está marcada por planos generales estáticos, aun no descubrió la cámara móvil que popularizó en “El Nacimiento de una Nación” (aun aborreciendo su hedionda ideología; Gandhi también era admirador de Hitler y nadie lo dice), con clara influencia teatral, y también para captar en las tomas a todos los extras, siendo la edición un tanto ordinaria comprándola con sus posteriores largos, pero tiene un buen momento que da luz sobre el potencial de Griffith (me refiero a cuando Judith tiene dudas sobre si ‘matar’ a su enemigo, y entonces hay un corte a su pueblo sediento). Lo que deriva en notarse como un experimento de alguien buscando su lugar en el cine, pero narrativamente te implicas muy poco (siendo benévolo) con los personajes, y fuera de las vigorosas escenas de lucha queda en algo poco significativo.
Durante el asedio de la ciudad judía de Betulia por parte de los asirios, una viuda llamada Judith (Blanche Sweet) tiene un plan para detener la guerra ya que su pueblo sufre hambre y está lista para rendirse. La viuda se disfraza de niña de harén y va al campamento enemigo, donde engaña a un general del rey Nabucodonosor, cuyo ejército está asediando la ciudad. Judith seduce a Holofernes (Henry Walthall), luego, mientras está borracho, le corta la cabeza con un sable. Ella regresa a su ciudad, una heroína.
Obra de poco más de 60 minutos en los que se siente como un esbozo de las cualidades que están por explotar en el creador en sus obras posteriores, inspirándose seguramente en el Colosal Italiano del que era gurú Giovanni Pastrone con su gran obra “Cabiria” (1914), películas en las que no se escatimaba en presupuesto, con escenas con decenas de extras y enormes decorados, y versando sobre temas históricos. La película fue todo un logro en su día, con dirección de cientos de extras, decorados, vestuario, y ambientación de la época antigua tratados de una forma minuciosa y detallista, pero que muy pronto quedarían a años luz de los de la superproducción “Intolerancia” (1916), con las espectaculares escenas de Babilonia como copia muy mejorada, también de Griffith. Siendo lo relevante el hábil manejo de las masas de extras de Griffith, su gusto megalómano en los ampulosos decorados, el espléndido vestuario, sus ansias épicas, con enfrentamientos bélicos que con el filtro del tiempo se ven radiantes de ímpetu tanto en el cuerpo a cuerpo de las turbas, como en el intento de asalto de las murallas de Bethulia, con los arietes, las catapultas y las torres de asalto, con muertos cayendo a gran altura. Hay también algunos momentos ingeniosos como el modo de aparecer cual cortina desplegada son los arbustos que se abren impactantes ante el avance de las tropas asirias.
Lo malo es el acartonamiento del relato, la historia es más simple que el mecanismo de un vaso, los personajes son más planos que el encefalograma de Holofornes, no ayudan unas actuaciones excesivamente teatrales, hay una protagonista que es confusamente descrita (al inicio es alabada y loada, pero no se sabe porque), la tensión es escasa, hay el mencionado romance que está metido con fórceps, hay un villano que resulta grotesco en su caricatura de hedonista tirado permanentemente en un diván (y aun así tenemos que tragar con que Judith llega a sentir algo por este pelele), todo resulta harto previsible, con un final que no te despierta a sensación alguna. La realización está marcada por planos generales estáticos, aun no descubrió la cámara móvil que popularizó en “El Nacimiento de una Nación” (aun aborreciendo su hedionda ideología; Gandhi también era admirador de Hitler y nadie lo dice), con clara influencia teatral, y también para captar en las tomas a todos los extras, siendo la edición un tanto ordinaria comprándola con sus posteriores largos, pero tiene un buen momento que da luz sobre el potencial de Griffith (me refiero a cuando Judith tiene dudas sobre si ‘matar’ a su enemigo, y entonces hay un corte a su pueblo sediento). Lo que deriva en notarse como un experimento de alguien buscando su lugar en el cine, pero narrativamente te implicas muy poco (siendo benévolo) con los personajes, y fuera de las vigorosas escenas de lucha queda en algo poco significativo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Con la perspectiva del tiempo se siente como un bosquejo de las inquietudes cinematográficas de Griffith, donde gusta de mezclar épica con intimismo, ello con un telón de fondo histórico, donde la mujer (con gran personalidad) tiene gran importancia, algo que se dio mucho en su filmografía (“True Heart Susie”, “Lirios rotos”, “Las dos tormentas”, o “Las dos huérfanas”), ese toque melodramático que se puede comprar con “Lo que el viento se llevó”. Donde en este caso la heroína tiene unos fuertes ideales arraigados en su fe religiosa (tiene una peifanía), es por ello que se expondrá como ramera del harén de Holofornes, para intentar alcanzar su objetivo, este se verá agrietados cuando conoce a su ‘enemigo’ y la hacen dudar (esto expuesto por imperativo del guión, pues orgánicamente resulta grotesco que se pueda sentir atraída por se fantoche).
Spoiler:
A pesar de que el gran aliciente del film son sus batallas, paradójicamente el clímax no tiene que ver con esto. El momento álgido acontece en la tienda de Holofernes, donde este encandilado por su belleza y sensualidad se ha quedado a solas con Judith, esta lo emborracha hasta que cae dormido (acotación: Como los asirios son tan malos en el sitio de la ciudad, pues dejan la puerta de Bethulia sin vigilar y a plena luz del día sale Judith, luego viuelve a entrar sin que ningún asirio le ponga pegas). Vemos a Judith empuñar una espada con intención de cortarle la cabeza, entonces duda y deja el arma, siente cariño por el mandamás (no lo entiendo). Entonces tiene una visión de Bethulia con sus gentes hambrientos y sedientos (a que ‘genio’ estratega de Bethulia se le ocurrió dejar los pozos de agua fuera de las murallas?), y vuelve a coger la espada, la alza (y fuera de plano) lo decapita, vemos caer su cabeza (extrañamente sin sangre!). Gracias a su criada que despista al guardia de la entrada huye con la cabeza envuelta en una tela. Vuelve a Bethulia, mostrando a sus lugareños la cabeza, con ello el pueblo se alboroza y toma fuerzas, para combatir a los asirios, al contrario que estos, que sin su jefe entran en desbandada con el ataque de los ‘bethulienses’, echándolos del asedio. Por supuesto Nathan (Bobby Harron) puede salvar da Naomi (Mae Marsh) que está amarrada. Con lo que ganan los ‘buenos’, o no. Porque no sabemos si estos asirios eran unos ilustrados que venían a hacer la vida mejor a los de Bethulia (¿?). Ah, y Judith parece que queda entristecida porque su sentido del deber ha podido a su ‘amor’ por Holofernes (puaj!).
La Judith original era una jefa despiadada y privó a Holofernes de su cráneo con dos sacudidas de cola de cordero. La idea de que Judith caería por su enemigo se remonta al dramaturgo alemán Friedrich Hebbel. Él declaró que “no tengo uso para la Judith bíblica. Allí, Judith es una viuda que atrae a Holofernes a su red con artimañas, cuando tiene la cabeza en su bolso, canta y se regocija con todo Israel durante tres meses. Es decir, tal naturaleza no es digna de su éxito".
Me queda un minutaje sugestivo en su poder de atracción para los que gustan de ver las raíces del lenguaje moderno del cine, del que Griffith es impulsor notorio. Pero carece de sustancia dramática para conectar mínimamente con ella, como si alcanzó el cineasta en sus obras posteriores (ejemplo es la siguiente a esta, la exitosa comercialmente y controvertida ideológicamente “El Nacimiento de una Nación”). Fuerza y honor!!!
P.D. Por cierto, el tema subyacente es que siempre ‘tiran más dos tetas que dos carretas’, o en este caso, la sexy Judith encandila al gerifalte hasta este perder el control, y con ello su chaveta (como diría Sterling Archer: literalmente).
Spoiler:
A pesar de que el gran aliciente del film son sus batallas, paradójicamente el clímax no tiene que ver con esto. El momento álgido acontece en la tienda de Holofernes, donde este encandilado por su belleza y sensualidad se ha quedado a solas con Judith, esta lo emborracha hasta que cae dormido (acotación: Como los asirios son tan malos en el sitio de la ciudad, pues dejan la puerta de Bethulia sin vigilar y a plena luz del día sale Judith, luego viuelve a entrar sin que ningún asirio le ponga pegas). Vemos a Judith empuñar una espada con intención de cortarle la cabeza, entonces duda y deja el arma, siente cariño por el mandamás (no lo entiendo). Entonces tiene una visión de Bethulia con sus gentes hambrientos y sedientos (a que ‘genio’ estratega de Bethulia se le ocurrió dejar los pozos de agua fuera de las murallas?), y vuelve a coger la espada, la alza (y fuera de plano) lo decapita, vemos caer su cabeza (extrañamente sin sangre!). Gracias a su criada que despista al guardia de la entrada huye con la cabeza envuelta en una tela. Vuelve a Bethulia, mostrando a sus lugareños la cabeza, con ello el pueblo se alboroza y toma fuerzas, para combatir a los asirios, al contrario que estos, que sin su jefe entran en desbandada con el ataque de los ‘bethulienses’, echándolos del asedio. Por supuesto Nathan (Bobby Harron) puede salvar da Naomi (Mae Marsh) que está amarrada. Con lo que ganan los ‘buenos’, o no. Porque no sabemos si estos asirios eran unos ilustrados que venían a hacer la vida mejor a los de Bethulia (¿?). Ah, y Judith parece que queda entristecida porque su sentido del deber ha podido a su ‘amor’ por Holofernes (puaj!).
La Judith original era una jefa despiadada y privó a Holofernes de su cráneo con dos sacudidas de cola de cordero. La idea de que Judith caería por su enemigo se remonta al dramaturgo alemán Friedrich Hebbel. Él declaró que “no tengo uso para la Judith bíblica. Allí, Judith es una viuda que atrae a Holofernes a su red con artimañas, cuando tiene la cabeza en su bolso, canta y se regocija con todo Israel durante tres meses. Es decir, tal naturaleza no es digna de su éxito".
Me queda un minutaje sugestivo en su poder de atracción para los que gustan de ver las raíces del lenguaje moderno del cine, del que Griffith es impulsor notorio. Pero carece de sustancia dramática para conectar mínimamente con ella, como si alcanzó el cineasta en sus obras posteriores (ejemplo es la siguiente a esta, la exitosa comercialmente y controvertida ideológicamente “El Nacimiento de una Nación”). Fuerza y honor!!!
P.D. Por cierto, el tema subyacente es que siempre ‘tiran más dos tetas que dos carretas’, o en este caso, la sexy Judith encandila al gerifalte hasta este perder el control, y con ello su chaveta (como diría Sterling Archer: literalmente).