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Voto de TOM REGAN:
8
![](https://filmaffinity.com/images/myratings/8.png)
7,3
175
Drama
Holubice sigue a una paloma mensajera tratando de completar el viaje de regreso hacia su dueña en Europa y el efecto que el cuidado de la paloma tiene sobre un artista, un niño enfermo, y una chica joven (la dueña de la paloma). (FILMAFFINITY)
10 de agosto de 2021
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
287/34(29/07/21) Fascinante film checo encuadrado en lo que se dio en llamar en el país centroeuropeo la Nueva Ola, que fue la ópera prima de František Vláčil, él mismo guioniza adaptando el cuento "Susanne" de Otakar Kirchner. Un preciosista relato con claros tintes humanistas, y con un epicúreo sentido alegórico-lírico-visual, apoyado en la subyugante y muy expresionista cinematografía en glorioso b/n de Jan Curik, ya desde su núcleo en las palomas mensajeras cual símbolo de la interrelación de las personas, en lo que es una historia que indaga en el sentido de la vida, en las ansias de supervivencia, en la redención, en la ilusión por lo que quieres, ello surtido por un caudal subyugante de imágenes cargadas de poesía, momentos turbadores adornados por la bella música de Zdeněk Liška, que consigue elevar aún más el valor de las secuencias hasta rozar lo místico. Todo esto teniendo en el epicentro el mundo de las palomas, ello dando sentido a que su vuelo por los infinitos cielos son un claro símbolo de libertad, de no atarse a nada, ni a nadie. Ello en contraste con secuencias de rejas, jaulas, trampas cual ejemplo de la maldad humana. Una historia dual que desemboca en un rush final conmovedor, donde la fuerza de las imágenes lo dice todo sin palabras. Donde los temas van desde la búsqueda de la identidad, las ansias de libertad, o el sentido que damos a nuestras vidas, teniendo a dos seres desorientados en cada sub trama (el niño y la joven), que terminan dando luz a sus vidas esperando el vuelo de la paloma, como símil de sus propias ansias de volar hacia un futuro mejor.
Comienza en un lugar costero junto al Mar Báltico, hay una paloma mensajera que pertenece a una joven alemana, Susanne (encantadora
Katerina Irmanovová). La paloma se pierde en su camino de Francia al Mar Báltico y termina en Praga. Susanne la espera melancólicamente mirando al mar, cuando un muchacho que se burlaba de ella por su amor al ave, termina empatizando con ella. La paloma recibe un disparo con escopeta de perdigones de un niño lisiado, Michal (excelente Karel Smyczek). La encuentra un escultor, Martin (fenomenal Wjaceslav Irmanov), que se la lleva a Michal. Michal ayuda a la paloma a recuperarse y se hace amigo de Martin.
Comienza marcando el tono preciosista de las imágenes, donde vemos una colina con centenares de palomas blancas liberadas de sus jaulas en una coreografía hipnótica en los cielos, pero una de las aves se resiste a salir de su ‘prisión’, entonces una jovencita núbil rubia la acaricia con ternura. Entonces cambiamos radicalmente de escenario a un apartamento en Praga, lo regenta un artista pues lo vemos pintar y tiene el lugar rebosante de cuadros, cuando oye un disparo y mira en el patio interior de su edificio, ve a un niño con un rifle de perdigones y una paloma caída que parece muerta, entonces el artista la recoge y se la lleva al chico, vemos que está en silla de ruedas, entendemos el elemento psicológico de un minusválido envidiando la libertad del vuelo de la paloma. El artista entiende que la mejor forma de redimirse de la mala acción del chico es que entienda el daño que ha hecho.
La película es tan poderosa visualmente que se podría ver sin diálogos, un deleite sensorial sibarita, con momentos tan mágicos como cuando el artista pragués crea un cuadro sobre una ventana con pinceladas de pintura que el pintor moldea con sus manos hasta aparecer una paloma en un idílico paisaje con un deidífico sol sobre un campo florido y en medio el vuelo del ave; Este poderío estético entrelazado a un montaje espléndido y adornado por una música en sinergia sublime con las secuencias. Creando composiciones que se acercan al surrealismo, como esa escena en que la joven se despierta de un sueño, abre la puerta de su hogar y vemos el mar llegando a ella, saliendo esta para caminar sobre el agua; Ese flash-back del porqué del niño en silla de ruedas, sobrecogedor como vemos en fuera de plano la caída, y en su puesto la cámara enfoca a un muñeco paracaidista descendiendo lentamente al suelo.
Toda una lección de cómo hacer de las imágenes poesía visual alegórica, con el ingenio de hacer vallas, patios interiores, sillas de ruedas, el sesgo a una escultura, que te conmueva por lo que quieren decirnos. Esto aderezado por como la cinematografía de Jan Curik es capaz de hablarnos a través del expresionismo más genuino de sombras o contrapicados. Con tomas de los tejados de Praga que resultan magnéticas con esos tejados del medievo, con cielos nublados, creando sensación de aislamiento para el pintor y el niño a pesar de estar en una gran ciudad, con tomas tan bellas como cuando vemos ondas en un cristal (Este elemento muy simbólicamente manejado en el film) de Praga y esto se convierte en olas del Báltico, o cuando reflejos del paisaje urbano se traducen por mor de su edición en destellos solares en la playa con marea baja, creando una uniones místicas. Hay un prodigioso alarde de planificación detallista en marcado patinado de grises atenuados en blanquecinos creando sensación cuasi-onírica, en comunión con un score orquestal que eleva las ya de por si preciosas imágenes. Para todo desembocar en un rush final vigoroso de emociones.
Comienza en un lugar costero junto al Mar Báltico, hay una paloma mensajera que pertenece a una joven alemana, Susanne (encantadora
Katerina Irmanovová). La paloma se pierde en su camino de Francia al Mar Báltico y termina en Praga. Susanne la espera melancólicamente mirando al mar, cuando un muchacho que se burlaba de ella por su amor al ave, termina empatizando con ella. La paloma recibe un disparo con escopeta de perdigones de un niño lisiado, Michal (excelente Karel Smyczek). La encuentra un escultor, Martin (fenomenal Wjaceslav Irmanov), que se la lleva a Michal. Michal ayuda a la paloma a recuperarse y se hace amigo de Martin.
Comienza marcando el tono preciosista de las imágenes, donde vemos una colina con centenares de palomas blancas liberadas de sus jaulas en una coreografía hipnótica en los cielos, pero una de las aves se resiste a salir de su ‘prisión’, entonces una jovencita núbil rubia la acaricia con ternura. Entonces cambiamos radicalmente de escenario a un apartamento en Praga, lo regenta un artista pues lo vemos pintar y tiene el lugar rebosante de cuadros, cuando oye un disparo y mira en el patio interior de su edificio, ve a un niño con un rifle de perdigones y una paloma caída que parece muerta, entonces el artista la recoge y se la lleva al chico, vemos que está en silla de ruedas, entendemos el elemento psicológico de un minusválido envidiando la libertad del vuelo de la paloma. El artista entiende que la mejor forma de redimirse de la mala acción del chico es que entienda el daño que ha hecho.
La película es tan poderosa visualmente que se podría ver sin diálogos, un deleite sensorial sibarita, con momentos tan mágicos como cuando el artista pragués crea un cuadro sobre una ventana con pinceladas de pintura que el pintor moldea con sus manos hasta aparecer una paloma en un idílico paisaje con un deidífico sol sobre un campo florido y en medio el vuelo del ave; Este poderío estético entrelazado a un montaje espléndido y adornado por una música en sinergia sublime con las secuencias. Creando composiciones que se acercan al surrealismo, como esa escena en que la joven se despierta de un sueño, abre la puerta de su hogar y vemos el mar llegando a ella, saliendo esta para caminar sobre el agua; Ese flash-back del porqué del niño en silla de ruedas, sobrecogedor como vemos en fuera de plano la caída, y en su puesto la cámara enfoca a un muñeco paracaidista descendiendo lentamente al suelo.
Toda una lección de cómo hacer de las imágenes poesía visual alegórica, con el ingenio de hacer vallas, patios interiores, sillas de ruedas, el sesgo a una escultura, que te conmueva por lo que quieren decirnos. Esto aderezado por como la cinematografía de Jan Curik es capaz de hablarnos a través del expresionismo más genuino de sombras o contrapicados. Con tomas de los tejados de Praga que resultan magnéticas con esos tejados del medievo, con cielos nublados, creando sensación de aislamiento para el pintor y el niño a pesar de estar en una gran ciudad, con tomas tan bellas como cuando vemos ondas en un cristal (Este elemento muy simbólicamente manejado en el film) de Praga y esto se convierte en olas del Báltico, o cuando reflejos del paisaje urbano se traducen por mor de su edición en destellos solares en la playa con marea baja, creando una uniones místicas. Hay un prodigioso alarde de planificación detallista en marcado patinado de grises atenuados en blanquecinos creando sensación cuasi-onírica, en comunión con un score orquestal que eleva las ya de por si preciosas imágenes. Para todo desembocar en un rush final vigoroso de emociones.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Momentos recordables: Cuando el joven pretendiente de Susanne se monta en un jeep para ir en busca de ella, viéndose esto en subjetivo, surca la playa junto al mar de forma hipnótica, hasta llegar a la joven tumbada en una sobre el mar, pareciendo una islita donde se cubre con una sombrilla, allí el joven entrega a la muchacha un lienzo d que le han enviado de Praga con la paloma, esto hace que Susanne vuelva a sentirse feliz, él le dice ‘ella volverá’, esto se encadena con Míša donde en el hueco del patio interior, este deja la paloma vuele en espiral de modo pictórico, ello acechada por un gato negro, teniendo como frontera una red que hace parezca el gran patio un enorme palomar; Cuando Míša por las ganas de salvar a la paloma del gato se levanta de su silla de ruedas para agarrándose a paredes del pasillo intentar llegar a ella, cuando aparece Martin con el pájaro y se lo entrega, alborozado de ver al chico en pie; Martin lleva al niño a la azotea donde le hace una escultura de arcilla con la paloma blanca en sus manos, pero cuando Míša se niega a dejar libre al animal, chocan los dos, Míša huye con el ave y Martin en un acto de ira con un fino alambre corta el rostro de la escultura. Míša recapacita y deja atrás su egoísmo y vuelve a la azotea, ve la escultura con el rostro rajado, entonces pone la paloma sobre la mano de la figura, la cámara hace una preciosa toma con el ave en primer plano y la catedral de Praga de fondo, hay unos segundos tensos, y entonces la paloma arranca a volar sobre los cielos de la capital checa, con los tejados bajo ella, ello en un plano-secuencia, vemos una pluma que se cae del pájaro, descendiendo en espiral al suelo, el niño mira absorto el vuelo, entonces decide bajar a por la pluma, la cámara se mantiene arriba, y tras unos segundos vemos a Míša abajo, niños se acercan a él, la cámara se vuelve a elevar en un lindo travelling hasta enfocar la figura de la escultura del chaval, y Fin.
Se le puede achacar que la subtrama de la joven esperando a la paloma en el Báltico resulta débil, ante la fuerza de lo que acontece en Praga.
Este es uno de esos films que me hacen amar el cine, capaz de sorprenderme con una película que tiene 61 años, siempre hay joyitas que te confortan y te hacen sentir que Cine y su capacidad visual es infinita para emocionarte. Fuerza y honor!!!
Se le puede achacar que la subtrama de la joven esperando a la paloma en el Báltico resulta débil, ante la fuerza de lo que acontece en Praga.
Este es uno de esos films que me hacen amar el cine, capaz de sorprenderme con una película que tiene 61 años, siempre hay joyitas que te confortan y te hacen sentir que Cine y su capacidad visual es infinita para emocionarte. Fuerza y honor!!!