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Intriga. Drama
En 1972, dos jóvenes periodistas del diario The Washington Post, Bob Woodward (Robert Redford) y Carl Bernstein (Dustin Hoffman), comienzan a investigar lo que parece ser un simple allanamiento del cuartel general del Partido Demócrata en Washington. Sus descubrimientos desencadenan el llamado 'caso Watergate', que provocó la dimisión del presidente Richard Nixon. (FILMAFFINITY)
6 de diciembre de 2014
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
177/16(28/11/14) Tributo a Ben Bradlee, fallecido el 21 de octubre de este año 2014, a los 94 años, editor ejecutivo del Washington Post entre 1968-1991, tiempo en el que su periódico gracias al ímpetu de sus dos reporteros Woodward y Bernstein, destapó el mayor trabajo periodístico del SXX, el Watergate, haciendo caer nada menos que al presidente de la mayor potencia del mundo, Richard Nixon, siendo probablemente el mayor canto al periodismo que se haya realizado jamás. Me sirve también como loa a Gordon Willis, el gran operador de cámara neoyorkino, fallecido este año, el 18 de mayo.
Alan J. Pakkula dirige solo 2 años después de la renuncia de Nixon a la presidencia, con pulso firme y sin adornos pirotécnicos de cara a la galería (a ganar público), trabajo sólido y penetrante. El guionista William Goldman (“Dos hombres y un destino”), hace un estudio exhaustivo de la profesión periodística, dejándonos un profundo elogio al periodismo idealizado, creando un thriller político de tremenda intensidad, desarrollando un increscendo dramático denso, que a algunos puede ser demasiado exigente por la cantidad de nombres que se barajan de importancia y que nunca se ven, perro Goldman se las ingenia para tejer una honda historia, relato con varios niveles de interpretación, por supuesto el periodismo como arma vigilante del pueblo ante los desmanes de los poderosos, se nos habla del poder corruptor de los gobernantes, del temor que estos infunden en muchos, de los principios morales sobre todo, de la lealtad, del sentido del deber, de la fuerza de voluntad, la libertad de expresión, la democracia, etc. A esto se suman unos actores en estado de gracia, Robert Redfors, Dustin Hoffman, Jason Robards, Jack Warner, Hal Holbrook, Jane Alexander o Stephen Collins, a esto se suma una puesta en escena sobria y muy realista. Ganó 4 Oscars, guión, sonido, dirección artística y secundario para Jason Robards. Asimismo fue la segunda que más taquilla hizo en USA ese año tras “Alguien voló sobre el nido del cuco”. Sinopsis omitida por límite de caracteres.
El guionista adapta el libro de no ficción homónimo de Carl Bernstein y Bob Woodward de 1974 (ganador del Pulitzer), los periodista que destaparon el escándalo Watergate para el Washington Post, difiere el guión con el film en el periodo tratado, la cinta cubre los 7 primeros meses de investigación, desde el 17 de junio de 1972, cuando atrapan a los asaltantes en el hotel, hasta 20 de enero de 1973, cuando Nixon jura segunda legislatura a la presidencia, el libro abarca hasta junio de 1973, cuando se descubre un sistema de grabaciones secretas dentro de la Casablanca. Curiosamente el libro no llega a la investigación del Senado USA que dio con la dimisión de Nixon. Asimismo “Garganta Profunda” sugiere el mantra de que las respuestas están <Seguir el dinero> (seguir la plata les lleva a un fondo republicano para sobornos), algo que no está en el libro, ni en la documentación real del Watergate, este mantra me recuerda al que siguen en el documental “Searching for Sugar Man” para intentar dar con Sixto Rodríguez. El film aborda estos acontecimientos de un modo sibaritamente elegante con el tono periodístico del film, con un prodigioso encadenado de noticias de teletipo, que saltan en elipsis temporales que dan idea de la cascada de acontecimientos que desembocaron en este Megaescándalo, provocado por dos simples periodistas, la Fuerza del Cuarto Poder.
El guión brillantemente Glorifica el idealista trabajo del periodismo de investigación, donde unos simples reporteros pueden hacer tambalearse a la mayor potencia del mundo, por ende se lustra el poder de la democracia, de la libertad de expresión, de la división de poderes del Estado, se arremete contra los desmanes tiránicos, la corrupción moral y el despotismo de los gobiernos, contraponiéndolo a estos héroes del periodismo puro, baluartes de la verdad, última barrera contra los abusos del poder gubernamental. La estructura se puede ver como un fascinante thriller intercambiables la profesión de periodistas por la de detectives, en que un hecho de aparente poca importancia desemboca por la fe y entrega de estos “detectives” en una hecatombe. El argumento intenta no politizarse, no ser maniqueo panfletario en contra de Nixon, esto sería demasiado sencillo, la historia está más preocupada de la tensión, intensidad, intriga de las indagaciones de los periodistas, no cuestiona los sucesos, trata al espectador de inteligente. Menos la secuencia inicial en el Watergate, todo se ve desde el punto de vista de los 2 protagonistas, el periodismo es al amo del relato, con muchas escenas desde la redacción del Post, con momentos en que el teléfono en la redacción como vehículo para sondear información, con reuniones para contrastar datos de relevancia, con el editor intentando controlar la euforia de sus subordinados, y conminándoles a refutar aún más sus averiguaciones, ofreciéndonos una tremenda sensación de realismo. Llama la atención el modo aséptico con que se nos muestran a los personajes, o más bien la ausencia de enseñarnos a los grandes afectados por la investigación, también se abstiene el realizador de revelarnos la vida privada de los 2 protagonistas, los vemos centrados en su profesión y no sabemos nada de ellos, si están casados, si tienen pareja, si están divorciados, nada, echo en falta algo que diera algo más de forma a estos estoicos reporteros.
Momentos para el recuerdo: El paradójico arranque, vemos a triunfante Nixon llegar a Washington a dar discurso en Capitolio tras exitosa cumbre en China, en contraste con lo que le espera; La vista en el juzgado donde Bob Woodward se da cuenta que hay el germen de una potencial noticia de alcance; Las intensas reuniones de Woodward con “Garganta Profunda” en el parking, con respuestas crípticas del misterioso tipo, espléndida la última en que la paranoia y el pavor sacude al periodista;… (continua en spoiler)
Alan J. Pakkula dirige solo 2 años después de la renuncia de Nixon a la presidencia, con pulso firme y sin adornos pirotécnicos de cara a la galería (a ganar público), trabajo sólido y penetrante. El guionista William Goldman (“Dos hombres y un destino”), hace un estudio exhaustivo de la profesión periodística, dejándonos un profundo elogio al periodismo idealizado, creando un thriller político de tremenda intensidad, desarrollando un increscendo dramático denso, que a algunos puede ser demasiado exigente por la cantidad de nombres que se barajan de importancia y que nunca se ven, perro Goldman se las ingenia para tejer una honda historia, relato con varios niveles de interpretación, por supuesto el periodismo como arma vigilante del pueblo ante los desmanes de los poderosos, se nos habla del poder corruptor de los gobernantes, del temor que estos infunden en muchos, de los principios morales sobre todo, de la lealtad, del sentido del deber, de la fuerza de voluntad, la libertad de expresión, la democracia, etc. A esto se suman unos actores en estado de gracia, Robert Redfors, Dustin Hoffman, Jason Robards, Jack Warner, Hal Holbrook, Jane Alexander o Stephen Collins, a esto se suma una puesta en escena sobria y muy realista. Ganó 4 Oscars, guión, sonido, dirección artística y secundario para Jason Robards. Asimismo fue la segunda que más taquilla hizo en USA ese año tras “Alguien voló sobre el nido del cuco”. Sinopsis omitida por límite de caracteres.
El guionista adapta el libro de no ficción homónimo de Carl Bernstein y Bob Woodward de 1974 (ganador del Pulitzer), los periodista que destaparon el escándalo Watergate para el Washington Post, difiere el guión con el film en el periodo tratado, la cinta cubre los 7 primeros meses de investigación, desde el 17 de junio de 1972, cuando atrapan a los asaltantes en el hotel, hasta 20 de enero de 1973, cuando Nixon jura segunda legislatura a la presidencia, el libro abarca hasta junio de 1973, cuando se descubre un sistema de grabaciones secretas dentro de la Casablanca. Curiosamente el libro no llega a la investigación del Senado USA que dio con la dimisión de Nixon. Asimismo “Garganta Profunda” sugiere el mantra de que las respuestas están <Seguir el dinero> (seguir la plata les lleva a un fondo republicano para sobornos), algo que no está en el libro, ni en la documentación real del Watergate, este mantra me recuerda al que siguen en el documental “Searching for Sugar Man” para intentar dar con Sixto Rodríguez. El film aborda estos acontecimientos de un modo sibaritamente elegante con el tono periodístico del film, con un prodigioso encadenado de noticias de teletipo, que saltan en elipsis temporales que dan idea de la cascada de acontecimientos que desembocaron en este Megaescándalo, provocado por dos simples periodistas, la Fuerza del Cuarto Poder.
El guión brillantemente Glorifica el idealista trabajo del periodismo de investigación, donde unos simples reporteros pueden hacer tambalearse a la mayor potencia del mundo, por ende se lustra el poder de la democracia, de la libertad de expresión, de la división de poderes del Estado, se arremete contra los desmanes tiránicos, la corrupción moral y el despotismo de los gobiernos, contraponiéndolo a estos héroes del periodismo puro, baluartes de la verdad, última barrera contra los abusos del poder gubernamental. La estructura se puede ver como un fascinante thriller intercambiables la profesión de periodistas por la de detectives, en que un hecho de aparente poca importancia desemboca por la fe y entrega de estos “detectives” en una hecatombe. El argumento intenta no politizarse, no ser maniqueo panfletario en contra de Nixon, esto sería demasiado sencillo, la historia está más preocupada de la tensión, intensidad, intriga de las indagaciones de los periodistas, no cuestiona los sucesos, trata al espectador de inteligente. Menos la secuencia inicial en el Watergate, todo se ve desde el punto de vista de los 2 protagonistas, el periodismo es al amo del relato, con muchas escenas desde la redacción del Post, con momentos en que el teléfono en la redacción como vehículo para sondear información, con reuniones para contrastar datos de relevancia, con el editor intentando controlar la euforia de sus subordinados, y conminándoles a refutar aún más sus averiguaciones, ofreciéndonos una tremenda sensación de realismo. Llama la atención el modo aséptico con que se nos muestran a los personajes, o más bien la ausencia de enseñarnos a los grandes afectados por la investigación, también se abstiene el realizador de revelarnos la vida privada de los 2 protagonistas, los vemos centrados en su profesión y no sabemos nada de ellos, si están casados, si tienen pareja, si están divorciados, nada, echo en falta algo que diera algo más de forma a estos estoicos reporteros.
Momentos para el recuerdo: El paradójico arranque, vemos a triunfante Nixon llegar a Washington a dar discurso en Capitolio tras exitosa cumbre en China, en contraste con lo que le espera; La vista en el juzgado donde Bob Woodward se da cuenta que hay el germen de una potencial noticia de alcance; Las intensas reuniones de Woodward con “Garganta Profunda” en el parking, con respuestas crípticas del misterioso tipo, espléndida la última en que la paranoia y el pavor sacude al periodista;… (continua en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
… Woodward en un tramo sigue una pista en la redacción por medio del teléfono, información gotea en varias llamadas que crean tensión, se produce en un plano-secuencia extraordinario de 6 minutos; Interrogatorio que Bernstein hace a contable republicana, cómo tiene que “picar piedra” para ablandar a resistente interrogada; Gran homenaje que Woodward y Bernstein hacen a su profesión, para comunicarse sin hablar (por miedo a escuchas) lo hacen por medio de máquina de escribir, sutil toque; Su elíptico y sofisticado final, tributo al Cuarto Poder, vemos la redacción del Post activa, hay un televisor en que Nixon es proclamado Presidente en su segundo mandato (20/01/73), entonces la acción se deriva a un teletipo que nos exhibe el efecto bola de nieve de las averiguaciones de los periodistas, que desembocan en la dimisión de Nixon 7 meses después (09/08/73).
La puesta en escena es sobresaliente, gran diseño de producción de George Jenkins (“La decisión de Sophie”), excelsos decorado de George Gaines (“Cotton Club”), no les dejaron rodar en redacción del Post y reprodujeron minuciosamente las instalaciones, con medidas exactas, mismos escritorios con igual pintura (200), mismas papeleras, incluso con mismas guías telefónicas, pero lo que sobresale es la formidable fotografía de Gordon Willis (“Manhattan”), matizándola en cada momento, luminosa en la redacción, pero con exteriores ensombrecidos, no se ve el sol, con cielos nublados, transmitiendo melancolía, extraordinaria en la escenas del parking con “Garganta Profunda”, de reminiscencias expresionistas, jugando con sombras siniestras, con una magna toma cenital en la biblioteca, rodando algunas tomas con luz natural remarcando realismo, acentuando niveles de zozobra y desasosiego, en tonos apagados, emitiendo claustrofobia anímica , sublime labor. La música de David Shire (“La conversación”), resulta de poco peso, se oye de modo exiguo, lo porfía Pakula todo a la fuerza de la narración, además el sonido que más persiste es el de las teclas de la máquina de escribir.
No recomendable a los que gusten de acción trepidante, de simpleza argumental, aquí parte de la acción son llamadas telefónicas donde solo vemos al periodista, no a su interlocutor, hay un tramo en que los “Woodstein” (como llama a la pareja Ben Bradlee), puede ser un muro insalvable para muchos la cantidad enorme de nombres que aparecen, sin aparecer muchos de los que se hablan, haciendo complejo el hilo narrativo, al menos esto le achacan algunos, no yo.
Robert Redford da serenidad y sobriedad a su rol, lo dota en su tramo final de tremendo pavor a lo alto que está picando. Dustin Hoffman hace actuación vibrante, racial, enérgica, con ese toque nervioso de sempiterno fumador, muy bueno. Jason Robards como superior de los “Woodstein” resulta carismático, potente, regio en su comportamiento cuasi-paternal con los reporteros, aportando aristas, adustez pero mucha rectitud e integridad, maravilloso. Hal Holbrook en su inquietante papel exhibe intensidad, misterio, y cuasi-misticismo con su modo de hablar a base de acertijos. Jane Alexander (nominada al Óscar) está fabulosa mostrando una mezcla entre el sentido de lo correcto y terror ante lo que cuenta. Robert Walden resulta estupendo como el mercenario republicano que sabotea a los demócratas y se vanagloria de ello de forma cínica.
Seguramente el Más Grande Canto al periodismo como instrumento de utilidad a la sociedad, como bisturí que puede abrir en canal a un Gobierno, como último refugio para dar con la Verdad, ensalzando para ello el honor, la nobleza, los principios éticos o la integridad personal. Fuerza y honor!!!
P.D: El 31 de mayo de 2005 el propio “Garganta Profunda” reveló su identidad en entrevista a revista Vanity Fair, W. Mark Felt, Número 2 del FBI, director adjunto, durante presidencia Nixon.
Crítica sesgada por límite de caracteres, para ver íntegra ir a: http://tomregan.blogspot.com/2014/12/todos-los-hombresdel-presidente.ht
La puesta en escena es sobresaliente, gran diseño de producción de George Jenkins (“La decisión de Sophie”), excelsos decorado de George Gaines (“Cotton Club”), no les dejaron rodar en redacción del Post y reprodujeron minuciosamente las instalaciones, con medidas exactas, mismos escritorios con igual pintura (200), mismas papeleras, incluso con mismas guías telefónicas, pero lo que sobresale es la formidable fotografía de Gordon Willis (“Manhattan”), matizándola en cada momento, luminosa en la redacción, pero con exteriores ensombrecidos, no se ve el sol, con cielos nublados, transmitiendo melancolía, extraordinaria en la escenas del parking con “Garganta Profunda”, de reminiscencias expresionistas, jugando con sombras siniestras, con una magna toma cenital en la biblioteca, rodando algunas tomas con luz natural remarcando realismo, acentuando niveles de zozobra y desasosiego, en tonos apagados, emitiendo claustrofobia anímica , sublime labor. La música de David Shire (“La conversación”), resulta de poco peso, se oye de modo exiguo, lo porfía Pakula todo a la fuerza de la narración, además el sonido que más persiste es el de las teclas de la máquina de escribir.
No recomendable a los que gusten de acción trepidante, de simpleza argumental, aquí parte de la acción son llamadas telefónicas donde solo vemos al periodista, no a su interlocutor, hay un tramo en que los “Woodstein” (como llama a la pareja Ben Bradlee), puede ser un muro insalvable para muchos la cantidad enorme de nombres que aparecen, sin aparecer muchos de los que se hablan, haciendo complejo el hilo narrativo, al menos esto le achacan algunos, no yo.
Robert Redford da serenidad y sobriedad a su rol, lo dota en su tramo final de tremendo pavor a lo alto que está picando. Dustin Hoffman hace actuación vibrante, racial, enérgica, con ese toque nervioso de sempiterno fumador, muy bueno. Jason Robards como superior de los “Woodstein” resulta carismático, potente, regio en su comportamiento cuasi-paternal con los reporteros, aportando aristas, adustez pero mucha rectitud e integridad, maravilloso. Hal Holbrook en su inquietante papel exhibe intensidad, misterio, y cuasi-misticismo con su modo de hablar a base de acertijos. Jane Alexander (nominada al Óscar) está fabulosa mostrando una mezcla entre el sentido de lo correcto y terror ante lo que cuenta. Robert Walden resulta estupendo como el mercenario republicano que sabotea a los demócratas y se vanagloria de ello de forma cínica.
Seguramente el Más Grande Canto al periodismo como instrumento de utilidad a la sociedad, como bisturí que puede abrir en canal a un Gobierno, como último refugio para dar con la Verdad, ensalzando para ello el honor, la nobleza, los principios éticos o la integridad personal. Fuerza y honor!!!
P.D: El 31 de mayo de 2005 el propio “Garganta Profunda” reveló su identidad en entrevista a revista Vanity Fair, W. Mark Felt, Número 2 del FBI, director adjunto, durante presidencia Nixon.
Crítica sesgada por límite de caracteres, para ver íntegra ir a: http://tomregan.blogspot.com/2014/12/todos-los-hombresdel-presidente.ht