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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
6
Drama En un poblado costeño, el joven Oliverio debe interrumpir su viaje de bodas porque su madre, doña Ester, está moribunda. La madre pide a Oliverio que vaya a Petatlán a buscar al licenciado Figueroa, para que redacte su testamento. Oliverio emprende el viaje en un destartalado autobús, conducido por el chófer Silvestre. En el trayecto, el joven tendrá que sortear toda suerte de imprevistos y el asedio de Raquel, una sensual y coqueta ... [+]
21 de diciembre de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
414/07(09/12/21) Film menor en la filmografía del cineasta Luis Buñuel, hecho en un prolífico año que estrenó con este tres films (“Don Quintin el amargao” y “Susana”), ninguno de ellos llegan siquiera a notables, realizados el año después de una de sus Obras Maestras, “Los olvidados” (1950), cual si quisiera descompresionar de la intensidad de ese poderoso drama se embarcó en films de poca chicha. Es este el caso con este que tiene su epicentro en un viaje en bus por una hostil carretera, donde nos acercamos a varios de los pasajeros y a gente con la que se cruzan, para componer un mosaico del tiempo y lugar, aunque con el hilo conductor de un hijo desesperado por llegar a la ciudad para hacer realidad la última voluntad testamentar de su moribunda madre, ello cuando está recién casado. Luis Buñuel era muy aficionado a esta cinta, basada en una serie de historias cruzadas, incidentes de la vida real presenciado por el escritor de la película y el productor, poeta Manuel Altolaguirre, y su esposa cubana María Luisa, Buñuel y Altolaguirre se conocieron en la Residencia de Estudiantes de Madrid y trabajarían juntos por primera y última vez en este film durante su exilio mutuo en México.

Un film algo caótico en su tono, donde el de Calanda hace una especie de recorrido por el ciclo de la vida en diferentes fases que van pasando a lo largo del metraje, desde nacimientos, inocencia de la niñez, matrimonios, vejez y muerte, y donde se ven las marcas buñuelianas por muchas partes, desde la crítica a la institución de la familia, mostrada la protagonista como cainita y avariciosa, no importándoles la madre que muere, el onirismo con la mejor escena del film con el sueño del protagonista, la misoginia, la tentación simbolizada en la manzana que come una hermosa mujer (Lilia Prado en un papel que similar a la de la coetánea cinta buñueliana “Susana”), la infidelidad, la aparición de animales, ataque al progreso (esa niña guiando a unos bueyes para sacar al bus del rio, mientras el tractor está atascado), y hasta el fetichismo de los pies.

Relato donde se dan cita las esperanzas, anhelos y frustraciones de la gente, en pequeñas sub tramas, una road-movie con cruces de ríos, niebla, carretas vertiginosas, cumpleaños, manifas políticas (esto en el eje de una sub trama política un tanto esbozada, como si a Buñuel no le hubieran dejado hacer lo que quería, y la cierra de modo irónico), o encuentros amorosos en las alturas. Teniendo como gran roba escenas a una explosiva Lilia Prado (en la primera de las tres veces que trabajó con el director, “Abismos de pasión” y “La ilusión viaja en tranvía” serían las otras) como una joven hermosa que parece un claro remedo de la Susana (esta encarnada por Rosana Quintana) del homónimo y coetáneo film buñueliano, una femme fatale explosiva, una oda a los bajos deseos, Diosa de la manipulación sexual, un Tótem de la lujuria, que intenta romper, cual serpiente del Paraíso, todo lo bueno y puro, y por ello intenta doblar a Oliverio, hacerlo infiel a su reciente esposa, es su reto, ir minándolo con sus seductoras artes.

En una ciudad de la costa del estado de Guerrero (Pacífico), Oliverio (Esteban Márquez), quien se acaba de casar con Albina (Carmelita González), se ve obligado a regresar en pleno viaje de novios porque su madre se está muriendo. En su lecho de muerte, la madre pide a su hijo que busque a un letrado para que redacte su testamento. Oliverio viajará en autobús para cumplir el deseo de su madre moribunda. Durante el viaje sucederán muchos imprevistos y Oliverio tendrá que sortear los coqueteos de una mujer, Raquel (Liliana Prado).

Tiene un inicio en tono documental humanista-costumbrista en la presentación de un pueblo azteca alejado del mundanal ruido, tanto que ni tienen Iglesia, y para certificar la unión marital la Luna de Miel es viajar en barca a una isla desierta cercana, a modo de lugar donde se consumará el matrimonio, ello narrado en voz en off, recordándome en cierta medida al gran empiece de “Bienvenido, Mr. Marshall” (que es posterior a esta). Tras esto entramos en el drama, pareciendo la historia se centrará por completo en estos tres hermanos ‘peleándose’ por la herencia, ello con el cuerpo aún vivo de la madre presente. Luego da un viraje el metraje para sumergirnos en un mosaico de micro historias con el núcleo del bus en viaje a Petalán (que conducirá Silvestre, al que da vida Luis Aceves Castañeda), que cual diligencia de John Ford debe sortear grandes peligros para llegar a su meta, teniendo en su interior a un conductor dormilón y muy cariñoso con su madre que es su cumple, un político demagogo y muy charlatán (y cual no es estas dos cosas?), que además su modo de resolver los problemas es con su revólver, una pareja donde la mujer está a punto de dar a luz, un anciano cojo (quizás remanente de “Los olvidados”), un hombre altivo español en horas bajas, de oratoria hidalga que aspira a recuperar unas tierras, y una joven mujer fatal. Es en este trayecto donde la cinta coge brío, donde el ciclo de la vida se abre camino cuasi-bíblicamente (como ya he comentado), y donde lo crucial es el enfrentamiento entre el supuesto Bien y el supuesto Mal, el Amor Puro vs la Tentación Sexual, de hecho el resto de sub historias resultan esbozos sin la mínima fuerza, apósitos anecdóticos. Para en el tramo final volver a centrarse en el inicio con los hermanos sobre la moribunda madre, terminado de modo ambiguo, dejando claro que no hay buenos o malos, hay gente avariciosa, y otros que creen escribir recto en renglones torcidos.

El gran tramo del film es el sueño, donde Oliverio ensueña que el bus se ha convertido en una especie de edén cargado de helechos y palmeras, cual si fuera aparte de la selva, donde Raquel se quita la ropa para quedarse en un sexy bañador, vemos a la esposa de Oliverio junto a un lago, los hombres del bus sacan del capot instrumentos musicales que se ponen a tocar para acompañar a los amantes,... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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