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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
5
Drama El dolor, la culpa y la búsqueda de la felicidad son los ejes de la historia de Frank (Federico Luppi), un campesino de la Patagonia que nunca salió de su pueblo. La muerte de su hija lo llevará hasta Buenos Aires para reencontrarse con su nieta Alina (Antonella Costa). (FILMAFFINITY)
28 de agosto de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
260/20(13/08/20) Sobrevalorado drama del argentino Eduardo Mignona (escribe y dirige en su último trabajo antes de morir al año siguiente del estreno de esta cinta)), o quizás es que me pilló en un mal momento, pero lo que he sentido viendo esta película ha sido tedio del que se sufre viendo crecer el césped. Y es que su historia del pueblerino que viene a la ciudad a ver a su familia, choca con esta y con el bullicio urbanita, estyá ya muy visto, sobre todo porque nos sabemos el final. Sin ir más lejos a quien no le viene a la memoria la española “La ciudad no es para mí” (1966) con el gran Paco Martínez Soria. Hablándonos realmente de lo mismo que nos hablaba este mencionado, aunque pretende hacerlo con halo mayor de dramatismo, tiene una carismática actuación de Federico Luppi, arrollador en cada aparición, tiene una buena interpretación Antonella Costa, pero nada en ella me mueve a emocionarme especialmente, además siento que esto me lo quieren empujar con situaciones de personajes poco empáticos, pues el rol de Costa me resulta antipático, me importa poco lo que le pase a una persona tan caprichosa, capaz de engañar a su novio con un colega de trabajo sin que le produzca dilema moral alguno, capaz de marginar a su madre durante lustros, sin saberse bien porque, será por ese carácter tan veleta de ella, siempre con personalidad de estreñida.

Ya sé que la película habla de los lazos familiares invisibles, de la brecha generacional, de la búsqueda de cariño, de las ansias de redención, pero todo esto se desarrolla de un modo plomizo, que confunde lentitud con profundidad. La sobriedad es la nota predominante en la puesta en escena, frugalidad para exponer la parquedad de un relato intimista y melancólico, que termina por provocarme frialdad cuando lo que pretende (al menos eso creo) es lirismo, haciéndoseme bola tanta adustez ambiental. Cuando el rush final llega (donde se dan cita los viejos códigos de honor) me da la sensación que lo previo ha sido un prólogo cansino para su catárquico giro, bien llevado pero que como la conexión emocional no ha sido efectiva no me cala.

Frank (Federico Luppi), de ascendencia galesa y de 70 años, es un campesino de la Patagonia que jamás ha salido de su pueblo. Cuando muere su hija, Ema Osorio, debe viajar a Buenos Aires para reencontrarse con Alina (Antonella Costa), su nieta de 27 años y pediatra, a la que hace mucho que no ve, y a la que debe contar la noticia del fallecimiento, sus recuerdos y un secreto que juró que nunca develaría. La convivencia entre ambos supondrá un giro en la relación que mantenían nieta y abuelo e impulsará a Alina a recapacitar sobre su vida y sentimientos. Alina en un principio se ve sorprendida por la presencia de su abuelo, pero tanto su novio, Diego (Esteban Meloni), como su íntima amiga, Gaby (Mariana Briski), lo convencen de que Frank necesita estar acompañado porque quedó muy solo luego de la muerte de su hija.

Tiene un comienzo que marca a fuego el trono de la cinta con ese hombre asistiendo a un funeral, tras lo que lo vemos solo en su casa, mirando al infinito en su cocina. Tras lo que prepara su maleta y marcha del pueblucho rural en que vive, cogiendo el bus a la capital. La psicología de Frank como un tipo con mucho recorrido, queda perfilada en varias anécdotas que cuenta, una es cuando cuenta a una amiga de Alina como él ayuda a dar a luz a ovejas, tras lo que le cuenta la historia del que inicio este método, un verdugo de guillotina durante la Revolución Francesa, otra la cuenta el abuelo al novio de Alina, sobre como su padre lo llevó a ver un partido de futbol del River y tras una gran parada del portero el padre salto al terreno de juego a felicitar al cancerbero. Nótese que estas anécdotas son contadas a otros personajes que no son la nieta, pues con esta la relación es tensa y gélida, ello por los secretos que guarda él, pues ella no sabe quién es su padre (su madre fue soltera progenitora), tampoco ayuda la tosca personalidad de ella, reticente a entablar calor con él, huraña y alienante con su entorno. Y por supuesto sabemos que al final los consejos y experiencia de la veteranía de la vida del abuelo terminarán por hacer efecto en ella. Por lo que nada nuevo bajo el sol. Añádase una música de Juan Ponce de León demasiado intrusiva.

Me queda un film embestido de un buenismo apreciable, pero todo me huele a deja vu. Aunque siempre suma el magnetismo actoral de Luppi. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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