144/21(29/08/19) Este es uno de esos films famosos que no aguantan un segundo visionado, y es que su premisa es impactar con su giro final, tanto que hace que te olvides con esto de la cantidad de lagunas e incoherencias que tiene su desarrollo, además de ritmo letárgico con muchos interrogantes que se atomizan en una revisión, tanto que hace te encuentres con una cinta demasiado tramposa para que pase mi particular filtro de grandes películas, y es que cuando sabes de lo que va las costuras se deshilachan por todos lados, y esto es la diferencia entre una buena cinta (aguanta verla más veces) y las trileras (esta). Drama de terror sobrenatural escrito y dirigida por M. Night Shyamalan (en plan Hitchcock hace cameos en sus films, y en este hace de doctor), en una narración con algunos diálogos forzados poco creíbles, con un comportamiento de personajes extraño, todo en pos de su golpe de efecto, da igual la cantidad de muertos en el armario que vaya dejando, lo importante es hacer un episodio alargado de “La Dimensión Desconocida”, lo buena es hacer que el espectador hable de su final sopresivos y con ello las masas vayan al cine a ver el porqué, qué más da que la historia se vacua y poco profunda, con personajes clichés. Para lo bueno quedan dos buenas actuaciones, la brillante de Tony Colette como una madre coraje, y sobre la de un memorable Haley Joel Osment, que con 12 años tocó el cielo de su carrera, al que nunca más se ha acercado. Segunda película más taquillera de 1999 (tras “Star Wars: Episodio I”). Nominada a seis Oscar: Película, Dirección, Guión original, Actor de reparto para Osment y Actriz de reparto para Collette.

Film que aspira a mucho más de lo que da, quiere asustarnos haciéndonos ver a los fantasmas como malos monstruosos (vomitantes, cabezas rotas, ahorcados,…), esto se da en la primera parte (jugando hasta que se muestran a la vista, como sugerencias), aunque estas visiones se hacen esperar, donde vemos que estos espíritus hacen daño físico a Cole (no se sabe el motivo), vemos como lo acosan, como acorralan, y ya en la segunda parte, sin que sepamos porque viran y parecen buenos (¿?), en la exposición (ficcional?) de dos mundos paralelos en el que coexisten los vivos y los espíritus de los fallecidos, todos ellos en trágicas circunstancias, mostrándonos un mundo de dolor permanente y desesperanzador. Ello en un arco de relación entre psiquiatra y paciente bastante estridente en los métodos simplistas e infantiloides que utiliza el doctor, no haciendo trabajo de introspección alguna, solamente mediante charlas sensibleras

Bruce Willis da vida al psiquiatra Malcolm Crowe, rol en el 99% del metraje se adscribe al estereotipo de un profesional de algo (policía, bombero, militar,…) que por el sentimiento de culpa en el fracaso de alguna de sus objetivos profesionales se vuelcan de modo estajanovista en su labor, dejando de lado su vida familiar, pero en este caso con más agujeros que un queso gruyere, pues solo vemos a Malcolm con un paciente, y tampoco pasa tanto tiempo con él, como para dejar de lado a su esposa, chirriante y mal perfilado. Y su relación Cole es también prototípica entre mentor y discípulo, primero resquemores, dudas, conexión, crisis y… (no quiero spoilear, pero no descubro la Luna). Como he dicho tampoco es que sus métodos sean los de un experto, solo utiliza la táctica de hacerse amiguito, que sí, tiene química, se retroalimentan los dos personajes dañados, pero no hay atisbo de profesionalidad en Malcolm, todo avanza por imperativo del guión, parece al guionista Shyamalan el día que tuvo que aportar elementos de psiquiatría al libreto se le olvidó pasar la biblioteca o entrevistar a profesionales del ramo. Willis lo encarna con su habitual inexpresividad, y adornando su rol seco esa sonrisa pícara que tan bien le iba los roles que le hicieron famoso, el de David Addison (Luz de Luna) y John McClane (Die Hard).

Lo que si rebosa realismo y chispa emocional es la relación materno-filial, la que se da entre Lynny Cole, cada charla entre ellos se respira dulzura, cada llanto, cada sonrisa entre ellos, o sobre todo ese climático abrazo liberador.

Haley Joel Osment es el auténtico protagonista del film, de esas actuaciones infantiles formidables que se dan de vez en cuando, un actor con una frescura y naturalidad asombrosa, emite dolor interno, sufrimiento, angustia, temor, inseguridad, de una expresividad apoteósica, con una gestualidad fenomenal, todo un hallazgo, lástima que después de 20 años del estreno del film, el actor (sigue en activo) no haya despuntado, quedándose en ese intérprete que hizo el niño que decía: En ocasiones veo muertos; Tony Colette esta sensacional como Lynn Sear, la cariñosa y comprensiva madre de Cole, demostrando una compenetración fluida y maravillosa con Osment, derrochando calor humano entre ellos, cuando se emociona ves que es así, muy buena; Olivia Williams como Anna Crowe, esposa de Malcolm, hace lo que puede con personaje plano; Donnie Wahlberg (hermano de Mark Wahlberg), tiene un pequeño papel al principio, en un rol demente que lo hace bien, en el histrionismo que requiere su personaje.


Spoiler:

Recopilación de lagunas, errores e incoherencias sacadas de FA (es que me encuentro desganao para recopilarlos, no me llaméis tramposo sin habérselo dicho mil veces a Shyamalan):
"Los muertos no saben que están muertos" pero la abuela del niño si parece saber que lo está. Pero sobre todo, la niña del final, si no sabe que está muerta, cómo es posible que sin saber que lo está sea capaz de buscar al niño para entregarle la cinta donde se ve su envenenamiento? "No sé qué estoy muerta, pero busco a uno que sé que ve muertos, porque yo sí soy espabilada para saber que esa persona existe y saber dónde se encuentra, para desenmascarar a mi asesina". Además se daría cuenta que fue asesinada después de morir, porque de saberlo antes, ¿por qué no avisó del veneno en la comida?... (sigo en spoiler)