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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
5
Comedia. Romance Los Ángeles, años 30. En la meca del cine, el joven recién llegado Bobby Dorfman (Jesse Eisenberg), sobrino de un poderoso agente y productor de Hollywood (Steve Carrell), se enamora de Vonnie (Kristen Stewart), la guapa secretaria de su tío Phil. (FILMAFFINITY)
1 de octubre de 2016
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
182/21(29/09/16) Allen Stewart Konigsberg vuelve con su estreno anual, siempre es estimulante visionar la enésima obra de un cineasta con el que me ha hecho pasar tan buenos ratos, en su prolífica filmografía hay de todo, desde Obras maestras, a buenas cintas, y siendo benévolo, pasables, desgraciadamente a esta última categoría pertenece esta “Café Society”, película que parece hecha con el piloto automático puesto, autoplagiándose en multitud de recursos, siendo una mezcla de “Annie Hall”, “Balas sobre Broadway” o “Días de radio”, y alguna más, todo oliendo a ya visto, todo desprovisto de alma, de frescura, de un hilo narrativo atractivo, con una machacona voz en off que este caso (en “Irrational man” estaba bien manejada) solo sirve para subrayar lo que estamos viendo, y en otros casos denotan inseguridad remarcando machaconamente lo que sientes los personajes. Se suman subtramas metidas con calzador, quizás porque el núcleo del relato no daba para tanto, ejemplo todo lo referente al tío Ben, el gangster, que solo contribuye a la confusión y al alejamiento del espectador, y lo que es peor llegando a aparecer el tedio. Tampoco es desdeñable el nefasto elenco de protagonistas, todos más fuera de lugar que Chiquito en una fiesta playboy, un Jesse Eisenberg que como casi siempre que no aparece Allen, intenta un personaje ser su alter ego en personalidad neurótica, de comportamiento errático, sin demasiada coherencia, Kristen Scott Stewart a su altura, o sea con menos expresividad que una ameba, y Steve Carell víctima de lo penosamente escrito y estereotipado que esta su rol. De hecho Allen parece más preocupado por la ambientación de los años 30, en su homenaje al cine de la Edad de Oro de Hollywood, con sus idealizados escenarios, su espléndido vestuario, la deliciosa música, esto ayudado por la magnífica labor en la fotografía del maestro Vittorio Storaro, que en ofrecernos una historia sugestiva.

Allen retoma varios de sus temas recurrentes como las relaciones familiares problemáticas, el retrato de las clases altas, las disfunciones religiosas, los amores imposibles, los adulterios, los prejuicios clasistas, los amores no correspondidos, el influjo del azar en nuestras existencias, pero ello es abordado sin fuerza ni dramática ni cómica, y no teniendo poder alguno en ninguno de los registros. Lo que si rezuma de Allen es su gusto por la nostalgia de los años 30, donde ya ha viajado varias veces con sus historias (“Días de radio” o Balas sobre Broadway”), su cinefilia incrustando el relato en la edad dorada de Hollywood, mostrando su lujo, su hipocresía, su frivolidad, su superficialidad, aunque realmente nada tiene de importancia en el corazón del relato, es tangencial, pero le sirve al realizador neoyorkino para hacer referencias de personalidades del cine clásico como Bette Davis, Errol Flynn, William Powell, Joan Crawford, Gary Cooper, James Cagney, Ginger Rogers, Fred Astaire, Spencer Tracy, Gloria Swanson, Judy Garland o Greta Garbo.

Pero lastimosamente lo que priman son personajes planos, sin carisma, sin empatía, dándote igual lo que les pase, eso sí en un bonito marco, pero eso no resta lo poco que te motiva este triángulo romántico sosaina, que te provoca frialdad, ayudado la sensación de rutinario trabajo por un ritmo cansino. Tampoco en el apartado humorístico brilla, apenas un par de frases se salvan de lo anodino y lo banal, con unos flash-backs extemporáneos en que solo te llevan a la confusión por lo caótico y regularmente contado que está, solo queda claro que Allen se copia a sí mismo con ideas plagiadas sin pudor de “Días de radio”. Los diálogos son constantes, pero la cantidad no va acompañada por calidad, es una oratoria ordinaria y superficial, esto trae consigo la intrascendencia de un producto hecho sin ideas que provoquen algo en el espectador.

Los actores rayan en lo vulgar. Jesse Eisenberg como Bobby, intenta ser al principio un clon joven del clásico neurótico personaje de Allen , con sus tics e inseguridades, para en la segunda parte enfundarse de modo chusco el traje (su mítico smoking blanco) del Rick Blaine de “Casablanca”, si en la primera falla, en la segunda resulta una parodia sonrojante, lo peor es que pretende no dar risa, una actuación nula en personalidad, dándote igual lo que le ocurra, pasa de ser un timorato en Hollywood a un gerente de club con desparpajo y mucha labia en Nueva York, ello sin gradualidad alguna. Kristen Stewart como Vonnie está peor aún, todo el tiempo parece que está con mala cara esperando acabe el rodaje, su falta expresividad es más atronadora que el hundimiento del Titanic, esta chica debería pensarse si lo suyo es la interpretación. La química entre los dos actores es la de un arenque con Angelina Jolie, nefasta. Steve Carell como Phil Stern hace lo que puede con un personaje errático y en modo tópico, adoleciendo de carisma, no se entiende porque primero da largas durante semanas a su sobrino y luego sin mediar situación alguna se convierte en su confidente. El único intérprete que merece mención de estar bien es Jeannie Berlin como Rose, la madre del protagonista, esta sí parece tener sangre en las venas y en su poco tiempo demuestra que no hay papeles pequeños si no actores mediocres, y desde luego ella no lo es, maravillosa su vis cómica y de fuerte personalidad. Blake Lively como Veronica, haciendo de mujer florero es un crimen, menudo desaprovechamiento. Lo del tío mafioso Ben, encarnado por Corey Stoll debería explicar alguien que pinta en la historia, menudo pegote.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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