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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
7
Comedia. Western. Musical Los hermanos Marx se dirigen al Oeste a hacer fortuna. Allí adquieren una propiedad de una mina sin valor pero cuyo terreno es muy codiciado por una compañía de ferrocarriles... Otra divertidísima comedia de los hermanos Marx con inolvidables gags entre los que destaca la delirante escena inicial del timo mutuo en la estación. (FILMAFFINITY)
8 de diciembre de 2017
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283/03(06/12/17) La décima película con los míticos hermanos Marx (Groucho/ Julius Henry, Chico/Leonard y Harpo/Adolph) detonaba ya cierto cansancio, aun habiendo grandes aciertos, también posee varios valles que la lastran. Una parodia sobre el entonces pujante género del western, como ya hicieran otros cómicos afamados (Buster Keaton, Laurel & Hardy,…), tocando todos los clichés, desde los buscadores de oro, el típico salón, los duelos a revolver, las diligencias, los trenes a vapor, y por supuesto los indios, ello enmarcado en el típico relato remanente de su estancia en la MGM, es decir un lo de ya muy ajado sobre el trio humorístico debe ayudar a una pareja de enamorados a cumplir sus sueños salvando las dificultades que les ponen villanos codiciosos, en este caso está en el centro el título de una propiedad que tendrá gran valor al pasar por allí el ferrocarril que unirá las dos costa USA. Dirigida por el inane Edward Buzzell y guionizada por Irving Brecher (“El Mago de Oz” o “Cita en St. Louis”), con aportaciones del no acreditado Buster Keaton, al que seguramente debemos gran parte del ingenioso y delirante tramo final en el tren, de claras reminiscencias a “El maquinista de la General” (1926), Obra Maestra emblemática del “Cara de Palo”. En su desequilibrio posee momentos de vibrante jocosidad entusiasta que hacen muy recomendable su visión, ya desde su delirante arranque en plano-secuencia muy teatral en el modo de filmarlo con tres estafadores intentando engañarse mutuamente, con ropas estrafalarios y un billete de 10$ tiovivo; o la escena en la diligencia con al puja por el título de tierra con la derivada del aquelarre de sombreros; o la escena de la puntería en el salón; o la escena del intento de recuperar el título de propiedad, derivando en el hilarante brindis (“Por Carolina del Sur, por Mississippi, por Luisiana!”); y por supuesto el descacharrante clímax final en el tren. Todos picos se sienten cosidos muy desigualmente a una trama (romántica y de “tiburones” de bienes raíces) tan sencilla como prescindible de sustancia alguna, aderezado todo por unos números musicales pegotes, cansinos en el modo que se repiten una y otra vez en sus películas, con un solo de piano de Chico y el arpa (telar indio reconvertido) de Harpo, y parta guardar una simetría (falsa) hay una canción interpretada por Groucho de forma “otro día más en la oficina”.

S. Quentin Quale (Groucho) se dirige al oeste para encontrar fortuna. En la estación de tren, se encuentra con los buscavidas hermanos Joseph (Chico) y Rusty Panello (Harpo) que logran estafarle dinero. Los Panellos son amigos de un viejo minero llamado Dan Wilson (Tully Marshall) cuya propiedad, Dead Man's Gulch, no tiene oro. Le prestan sus últimos diez dólares por una estaca y él les da la escritura de Gulch como garantía. Desconocido para Wilson, el hijo de su rival de mucho tiempo y novio de su nieta Eve Wilson (Diana Lewis), Terry Turner (John Carroll) se ha puesto en contacto con el ferrocarril para organizar que construyan a través de la tierra, enriqueciendo al titular de la escritura.

Film que como es norma en las que participan los geniales y anárquicos hermanos se convierten en una oda al caos, arremetiendo con mordacidad contra elementos enraizados en nuestra cultura popular, en este caso poniendo de vuelta y media al salvaje oeste, haciendo chanzas de los viajes en diligencia, de los salones-casinos con sus bellas bailarinas, de la sobre-humana puntería de los hábiles pistoleros, de los indios y como los blancos le han engañado por siglos. Ello encarnando (como siempre) a unos enternecedores pícaros perdedores, desplegando su habitual dominio del lenguaje para los dobles sentidos, para el absurdo, para los equívocos, para los timos, para los anacronismos (Groucho " Estamos en 1870 y Ameche todavía no ha inventado el teléfono " refiriéndose a la película “La historia de Alexander Graham Bell” con Don Ameche como protagonista, película tan popular que los teléfonos se llamaban "Ameches" en ese momento; o las referencias a Clark Gable), a lo que se añade un gran manejo de los slapstick, con una fisicidad fenomenal (Harpo tirado entre los vagones de tren a modo de nexo para no se separen y la gente pasando por encima de él), desatacando la expresividad de un Harpo apoteósico. Así como radiantes suelen ser los clímax de las películas de los Marx, en este caso la Icónica carrera del tren en que la acción en la que se mezcla con el humor absurdo (el tren que se sale de la vía y circula en círculos por una granja; como Harpo saca filo al hacha con la rueda del tren; o la destrucción del tren como forma de que este avance, quizás parábola de cómo el mundo debe avanzar a veces sobre la devastación); o la ya Icónica frase de Groucho “Más madera, es la guerra!” (Tergiversado doblaje que ha pasado a la historia).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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