Haz click aquí para copiar la URL
España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
7
Drama En el Boston puritano del siglo XVIII, Hester Prynne es castigada por jugar durante el sabbath; sin embargo, el amable rabino Arthur Dimmesdale se apiada de ella y le levanta el castigo. El amor que surge entre ambos es imposible, porque, aunque el marido de Hester desapareció siete años antes en un naufragio, el matrimonio sigue estando vigente. Dimmesdale se marcha a Inglaterra y, al volver, se encuentra con que Hester está ... [+]
1 de octubre de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
318/31(26/09/22) Precioso melodrama silente dirigido por el sueco Victor Sjöström, con guion de Francis Marion, que adapta la famosa (y polémica) novela de 1850 de Nathaniel Hawthorne, llevada innumerables veces a la pantalla, cinco versiones en cine había habido ya, la primera en 1908. En este caso el libreto hace algunas alteraciones sobre el texto literario, como es su comienzo (aquí se rebela sin misterio quien es el padre, mientras en la novela esto se mantiene velado) y su final, pero manteniendo su esencia en la miscelánea entre el romance y la crítica a los radicalismos. La historia tiene a un reverendo embarazando a una joven, lo que fue impactante en los días de Hawthorne, también cuando se estrenó esta versión en 1926. La popular y poderosa entonces protagonista Lillian Gish, una de las más grandes actrices (sino la más) del cine mudo, tras obtener un ventajoso contrato con la MGM fue la impulsora del proyecto, teniendo que lidiar para filmar la película con organizaciones religiosas así como con la censura.

Un relato que hace una sangrante radiografía del puritanismo religioso, de su hipocresía, demagogia, culto a las falsas apariencias, un ataque a los fundamentalismos, a la represión sexual, análisis punzante del sentido de la culpa reflejado en el protagonista reverendo. Todo ello con un gran sentido estético, atomizado esto desde su fenomenal inicio estamos en el puritano Boston del SXVII en el siglo 17 en Massachusetts. Vemos a la jovial protagonista costurera, estamos en el día de reposo, Ester destapa un poco un espejo velado (por ser esto acto de vanidad en Sabbath), esto provoca el reflejo del sol que hace que el pajarito que tiene en su jaula cante y se altere, consiguiendo escapar fuera de la casa, haciendo que Ester salga corriendo y trate de recuperarlo entre el bosque, allí se le cae el sombrero y deja su cabello largo suelto iluminado cuasi místicamente por los rayos de sol, creando una toma con reminiscencias a un cuadro de Botticelli, esto es visto por un grupo de lugareños que perciben esto como una ofensa a Dios, lo toman como un juego de la muchacha, y eso está prohibido en Sabbath. Estos ejemplos de puritanos corren a (chivárselo) decírselo al reverendo Arthur Dimmesdale (Lars Hanson. Encima Ester llega a la misa una vez empezada. Lo cual lleva a un severo castigo a la mujer, la ponen en la picota. El reverendo al verla sufriendo allí le lleva agua y le levanta el castigo, comenzando el juego de seducción entre ambos.

Historia estructurada en 13 secuencias separadas por fundidos a negro clásico del director escandinavo. Donde se mezcla el rancio y detestable puritanismo, con su decadencia moral donde se puede castigar a alguien por disfrutar en Sábado de jugar, se castigan los chismorreos, los novios no pueden hablarse de cerca (lo hacen, según vemos en una divertida escena, por un alargado tubo), como tampoco pueden darse castos besos, las mujeres deben lavar su ropa interior sin que los hombres las vean, y por supuesto se castiga el adulterio, cual si fueran judíos en la Alemania nazi, marcándolos con una ‘A’, ello mostrado por la protagonista en una delicada escena cargada de intensidad, cual si de una cicatriz ominosa fuera. Ester como una mártir que soporta estoica las humillaciones y vejaciones, que terminan alargándose a su hija.

Ello entrelazado al romance furtivo entre el reverendo y la costurera, un desarrollo notable en escenas de gran intensidad dramática, desde cuando le da agua en el cucharón é a ella, la cómica secuencia en que Ester esconde a Dimmesdale sus bragas que acaba de lavar en el río, este quiere ver lo que ella esconde, y al verlo queda avergonzado. La escena en el campo donde los dos, sin tocarse, transpiran cariño, amor, y sobre todo pasión, donde los dos miran su reflejo en el río (esto será circular cuando lo veamos en otra escena) y él confiesa a ella su amor. Poseyendo un sentido lírico-pictórico por momentos epicúreo, gracias a unos fenomenales movimientos y encuadres de cámara del DP danés Henrik Sartov (trabajó en el cine mudo con Griffith o King Vidor), mostrando una dualidad de escenarios maravilloso, provocando un halo cuasi-místico por los fotogramas, todo esto entrelazado a los prodigiosos decorados de Cedric Gibbons (“El Mago de Oz” o “Un americano en parís”, amén de ser el creador de la mítica figura del premio Oscar) y vestuario de Max Rée (“La reina Kelly” o “Cimarron”), para proyectar cuaros de una beldad exuberante, donde lo mundano del pueblo y los vecinos se inspiran en sus planos de obras de Rembrandt van Rijn o Frans Hals, esto como símbolo de la rigidez impostada del puritanismo, su intolerancia, las miradas inquisitorias, los cuchicheos, en contraposición de la naturaleza de los bosques y rio que se inspiran en obras de Jean-Honoré Fragonard, con efluvios oníricos, esto como reflejo de la libertad, donde los dos amantes se mueven con soltura, sin ataduras morales farisaicas, también hay referencias artísticas a la Santísima Virgen en su representación de Ester con su bebé. Esto fue sugerido por el propio Hawthorne, quien había escrito: "Si hubiera habido un papista entre la multitud de puritanos, podría haber visto en esta hermosa mujer (...) con el niño en su seno, un objeto para recordarle la imagen de la Maternidad Divina que tantos pintores han competido entre sí para representar". Esta frase en realidad inspiró al pintor Hugues Merle del siglo 19 para representar a Hester de una manera muy similar a las pinturas de la Virgen, incluso en su clímax hay una transposición de La Pietà de Michelangelo. También destaca la adoración que el objetivo tiene con Lillian Gish (ella había fichado a Sartov tras ver "The Greatest Thing in Life"), realza su juventud y belleza con una gasa sobre la lente. Como alegórico es el manejo de los haces de luz, ejemplo notorio es cuando vemos a Dimmesdale predicar en la Iglesia, hay una luz de fondo que lo envuelve cuasi de modo deidífico,... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow