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Voto de TOM REGAN:
7
7,2
1.351
Animación. Drama
Verano de 1998. Kabul es una ciudad en ruinas ocupada por los Talibanes. Mohsen y Zunaira son dos jóvenes que se han enamorado pese a vivir en un entorno repleto de violencia y miseria. Aunque van sobreviviendo día a día, un acto irresponsable de Mohsen cambiará sus vidas para siempre. (FILMAFFINITY)
2 de mayo de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
114/34(30/04/20) Muy apreciable film de animación para adultos, loable denuncia de carácter universal del fanatismo religioso en simbiosis con la misoginia más vomitiva. Dirigen las realizadoras francesas Zabou Breitman (cineasta de acción en vivo) y Éléa Gobbe-Mévellec, adaptando el best-seller argelino “Les Hirondelles de Kaboul” de Yasmina Khadra (seudónimo femenino del escritor argelino Mohammed Moulessehou) publicado en 2002, parte de una trilogía que también incluye “The Attack” y “The Sirens of Baghdad”, los tres hablan de los conflictos entre Oriente y Occidente. Con el original escaparate de unos hermosos dibujos en 2D en formato cuasi-acuarelas (rodada a 18 fotogramas por segundo para darle una sensación de irrealidad que contrasta con la veracidad de lo que plantea), que no ocupan por completo el espacio y resaltan los blancos, los vacíos, esto maximizado por el fenomenal manejo de la luz en el dibujo, estilo propio de codirectora Mévellec, responsable del personaje general y del diseño gráfico, se ganó su fama como animadora en las populares características francesas como "Ernest y Celestine" y "El gato del rabino", aquí con enorme sencillez en sus trazos y cromatismos pastel, donde las co-directoras filmaron primero vez con su elenco de actores, utilizando esas escenas filmadas como base para la animación final. Pero esta opción es un arma de doble filo, pues al principio encandila y magnetiza su beldad poética, pero este factor estético puede desviar la atención de lo primordial. Relato sobre el Afganistán controlado por los talibanes que, entre otras atrocidades, pone su énfasis en varias ejecuciones públicas. Nos sumerge en este Avernal escenario del Kabul yihadista, un reinado del terror sin música, sin risas, sin rostros de mujeres por los burkas, con lapidaciones en sus calles, donde las ejecuciones son espectáculos teloneros de partidos de futbol, donde la mujer ha pasado a ser un ‘objeto’ del que disponer a su placer por el hombre, un elemento cuasi-fantasmal monoforme con el burka. Exponiendo temas como el amor como válvula de escape a la intolerancia integrista, el radicalismo islamista, las dudas, el sacrificio, la hipocresía política, ello enmarcado en medio de la desolación, del dolor, la angustia, el miedo, sobre cómo se inocula en los niños la violencia atávica, sobre como la cultura puede ser el camino para escapar al avasallamiento, donde la libertad es un ente inexistente, y las vejaciones una constante, provocando en el espectador desazón y conmoción, estremeciéndote en un argumento que recuerda a los films “Osama” (2003) y “El pan de la guerra” (2017), ambas con el escenario afgano y reflejando las humillaciones a la mujer. Una tiranía que somete y esclaviza a la mujer, sustentándose en retorcidos exégesis del Corán.
Verano de 1998 en Kabul, la capital de Afganistán, bajo el gobierno talibán de la Sharia. En una calle, una mujer está a punto de ser dilapidada. Un joven (voz de Swann Arlaud) mira la escena y, después de dudar unos momentos, lanza una piedra junto con el resto de hombres coléricos. De regreso a casa, Mohsen, el joven de la piedra, se muestra taciturno con Zunaira (Zita Hanrot), su pareja, una alegre artista que debe escuchar forzadamente música con auriculares y que ansía un futuro mejor para su país. Mohsen y Zunaira son profesionistas en busca de una vía de resistencia al régimen talibán; y la posibilidad de dar clases en una escuela clandestina parece serlo. Ambos representan la esperanza entre la tiranía; Contrastan con otra pareja conformada por Atiq (Simon Abkarian), veterano de guerra contra los soviéticos, trabaja como guardián en una prisión de mujeres, y su esposa Musarat (Hiam Abbass), padece una enfermedad terminal. Los destinos de las parejas se cruzan a causa de un terrible accidente. También tiene su importancia Quassim, el jefe despiadado escuadrón; Arash, un profesor que ha abierto una escuela clandestina; y un ex mulá que sueña con escapar.
Tiene un comienzo turbador cuando en medio de las calles los hombres son congregados alrededor de una mujer con burka que oímos jadea con dificultad, que los talibanes han condenado a morir por lapidación por adúltera. Los hombres allí presentes le lanzan piedras de una pila, unos niños también ‘juegan’ con los mayores lanzárselas, uno de ellos apenas puede tirar uno y se rien. Vemos que la mujer con burka cae vaída al suelo y la tela comienza a sangrar y de ella cae sangre al suelo. Marcando la película su tono duro y de denuncia de la opresión yihadista. Luego nos enteramos que uno de los que lanzó una piedra es en realidad un buen hombre casado, Mohsen, con una hermosa y de carácter rebelde mujer, Zunaira, el hombre se siente aturdido por haber participado de algo que detesta, quizás empujado por la vorágine, tanto que cuando su mujer le lava los pies en una palangana esta a ojos de él se convierte en sangre.
Relato sobre los sentimientos de culpa, sobre el adoctrinamiento (lavado de cerebro), sobre la expiación de los pecados, sobre la fuerza de la belleza redentora, sobre el amor desinteresado, sobre la búsqueda de la libertad, sobre las prisiones en diferentes versiones (vemos una física, la que guarda un protagonista, también Afganistán es una enorme cárcel por privaciones de libertad, lo es el burka donde son encerradas las mujeres, y que observan el mundo a través de rejillas cual barrotes de su presidio); La otra pareja nos es presentada desde el lado del carcelero de la mujer lapidada, Musarat y Atiq. Hombre cansado y triste que lo vemos en su hogar con su mujer, un matrimonio ajado, donde ella sufre por cáncer, pero parece sufrir aún más por no hacer feliz a su marido sexualmente. Esto convierte este hogar en otro presidio, donde la tristeza malsana se respira agobiante. Es precisamente Atiq el que tiene el arco de desarrollo más pronunciado, vemos su transformación, desde un tipo hastiado, a sentir una epifanía cuando ve el rostro de Zunaira... (sigo en spoiler)
Verano de 1998 en Kabul, la capital de Afganistán, bajo el gobierno talibán de la Sharia. En una calle, una mujer está a punto de ser dilapidada. Un joven (voz de Swann Arlaud) mira la escena y, después de dudar unos momentos, lanza una piedra junto con el resto de hombres coléricos. De regreso a casa, Mohsen, el joven de la piedra, se muestra taciturno con Zunaira (Zita Hanrot), su pareja, una alegre artista que debe escuchar forzadamente música con auriculares y que ansía un futuro mejor para su país. Mohsen y Zunaira son profesionistas en busca de una vía de resistencia al régimen talibán; y la posibilidad de dar clases en una escuela clandestina parece serlo. Ambos representan la esperanza entre la tiranía; Contrastan con otra pareja conformada por Atiq (Simon Abkarian), veterano de guerra contra los soviéticos, trabaja como guardián en una prisión de mujeres, y su esposa Musarat (Hiam Abbass), padece una enfermedad terminal. Los destinos de las parejas se cruzan a causa de un terrible accidente. También tiene su importancia Quassim, el jefe despiadado escuadrón; Arash, un profesor que ha abierto una escuela clandestina; y un ex mulá que sueña con escapar.
Tiene un comienzo turbador cuando en medio de las calles los hombres son congregados alrededor de una mujer con burka que oímos jadea con dificultad, que los talibanes han condenado a morir por lapidación por adúltera. Los hombres allí presentes le lanzan piedras de una pila, unos niños también ‘juegan’ con los mayores lanzárselas, uno de ellos apenas puede tirar uno y se rien. Vemos que la mujer con burka cae vaída al suelo y la tela comienza a sangrar y de ella cae sangre al suelo. Marcando la película su tono duro y de denuncia de la opresión yihadista. Luego nos enteramos que uno de los que lanzó una piedra es en realidad un buen hombre casado, Mohsen, con una hermosa y de carácter rebelde mujer, Zunaira, el hombre se siente aturdido por haber participado de algo que detesta, quizás empujado por la vorágine, tanto que cuando su mujer le lava los pies en una palangana esta a ojos de él se convierte en sangre.
Relato sobre los sentimientos de culpa, sobre el adoctrinamiento (lavado de cerebro), sobre la expiación de los pecados, sobre la fuerza de la belleza redentora, sobre el amor desinteresado, sobre la búsqueda de la libertad, sobre las prisiones en diferentes versiones (vemos una física, la que guarda un protagonista, también Afganistán es una enorme cárcel por privaciones de libertad, lo es el burka donde son encerradas las mujeres, y que observan el mundo a través de rejillas cual barrotes de su presidio); La otra pareja nos es presentada desde el lado del carcelero de la mujer lapidada, Musarat y Atiq. Hombre cansado y triste que lo vemos en su hogar con su mujer, un matrimonio ajado, donde ella sufre por cáncer, pero parece sufrir aún más por no hacer feliz a su marido sexualmente. Esto convierte este hogar en otro presidio, donde la tristeza malsana se respira agobiante. Es precisamente Atiq el que tiene el arco de desarrollo más pronunciado, vemos su transformación, desde un tipo hastiado, a sentir una epifanía cuando ve el rostro de Zunaira... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
…Empezará a investigar sobre ella, entonces vemos la importancia del arte (en este caso la pintura) como forma de evasión de una realidad opresiva, la belleza y la desnudez como forma de rebelión contra la intolerancia, como grito de resiliencia contra el fanatismo.
La película nos muestra la hipocresía de los que imparten el integrismo fanático religioso, ello cuando vemos Qassim (Sébastien Pouderoux), superior de Atiq, en un burdel con una prostituta, llegando a invitar a Atiq a estar allí. Esto podría decirse que es una licencia para poner de demagogos a estos, pero es creíble cuando sabemos que en el refugio donde mataron a Bin Laden en Abbottabad, tenía toda una colección de dvds de pornografía.
El trazo tenue del dibujo con forma personajes tristes, con ese toque de una manchita negra bajo los párpados, solo parece transmitir alegría Zunaira con su cabello ondulante, resto llegan a parecer almas en pena que se confunden con el paisaje apenado, un escenario lóbrego, de ruinas, tonos terrosos apagados, surcada espectralmente por Rancheras toyotas armadas, con talibanes en ellas, cual siniestros guardianes del Gran Hermano: Paisaje que cual oasis solo es roto por algún árbol verde-esperanza, y sobre todo con manadas de golondrinas (de ahí el título) que vemos volar en libertad surcando los cielos en clara alegoría de los únicos que son libres en Kabul; Visualmente también es bonito el montaje nostálgico en que Mohsen rememora la vida ante de los talibanes cuando iba al cine con Zunaira; Como sensacionales son algunas tomas que se hacen desde dentro del burka, mirando a través de las rejillas, creando sensación de agobio y falta de aire, haciéndonos sentir el presidio que esto supone para la mujer, aparte de la humillación, muy buen recurso; Como preciosa es la toma cenital de un talibán buscando a una mujer entre decenas de mujeres con burka, moviéndose estas cual manada de golondrinas; Tambiuén está para enaltecer la música de Alexis Rault, melodías de fondo, tenues, incisiva en contados momentos, muy sutil.
Pero con todo lo bueno y ensalzable de su mensaje, también conlleva cierta sensación de deja vú, de que no me cuenta nada nuevo, no me cuenta algo que no se sepa, no tiene un cariz distinto a lo varias veces visto; Tampoco su final (alterado de la novela) me resulta coherente (spoiler), está metido con calzador.
Spoiler:
No es coherente que Zunaira huya dejando a Musarat en su puesto para que la mataran (en un recurso de la dickensiana novela “Historia de dos ciudades”), sobre todo cuando antes hemos visto que se negó a huir. Pero sin embargo luego si escapa, sabiendo que alguien morirá por ella. Aunque el epílogo de Zunaira llegando a la puerta del profesor ‘rebelde’, con la intención de enseñar en la clandestinidad contra el talibanismo.
Final de la novela: La sustitución se realiza sin que Zunaira sea informada porque se habría negado a permitir que otro sea masacrado en su lugar. Ella cree que debe su salvación a la intervención de una personalidad solicitada por Atiq. Esto la saca de la prisión en la confusión que acompaña los términos de la ejecución y le pide una cita después de la macabra manifestación que tiene lugar en presencia de una multitud en un estadio. Zunaira no regresa, ella desaparece confundida. Atiq, loco de dolor y amor, corre tras cada burka y levanta cada velo que encuentra con la esperanza de encontrar a Zunaira. Él muere azotado.
Para grabar las voces, las directoras y sus actores se fueron durante cuatro días a los estudios de Joinville, en el norte de Francia, y donde incluso grabaron el proceso. Fue algo más que una sesión de grabación: los actores estaban caracterizados. Llevaban burkas, turbantes e incluso las armas. Representaron todas las escenas y aportaron su granito de arena. Puro compromiso para una película que se construye a través de eso mismo.
Me queda una buena película, de las que entretiene y te hace pensar sobre la locura del fanatismo. Fuerza y honor!!!
La película nos muestra la hipocresía de los que imparten el integrismo fanático religioso, ello cuando vemos Qassim (Sébastien Pouderoux), superior de Atiq, en un burdel con una prostituta, llegando a invitar a Atiq a estar allí. Esto podría decirse que es una licencia para poner de demagogos a estos, pero es creíble cuando sabemos que en el refugio donde mataron a Bin Laden en Abbottabad, tenía toda una colección de dvds de pornografía.
El trazo tenue del dibujo con forma personajes tristes, con ese toque de una manchita negra bajo los párpados, solo parece transmitir alegría Zunaira con su cabello ondulante, resto llegan a parecer almas en pena que se confunden con el paisaje apenado, un escenario lóbrego, de ruinas, tonos terrosos apagados, surcada espectralmente por Rancheras toyotas armadas, con talibanes en ellas, cual siniestros guardianes del Gran Hermano: Paisaje que cual oasis solo es roto por algún árbol verde-esperanza, y sobre todo con manadas de golondrinas (de ahí el título) que vemos volar en libertad surcando los cielos en clara alegoría de los únicos que son libres en Kabul; Visualmente también es bonito el montaje nostálgico en que Mohsen rememora la vida ante de los talibanes cuando iba al cine con Zunaira; Como sensacionales son algunas tomas que se hacen desde dentro del burka, mirando a través de las rejillas, creando sensación de agobio y falta de aire, haciéndonos sentir el presidio que esto supone para la mujer, aparte de la humillación, muy buen recurso; Como preciosa es la toma cenital de un talibán buscando a una mujer entre decenas de mujeres con burka, moviéndose estas cual manada de golondrinas; Tambiuén está para enaltecer la música de Alexis Rault, melodías de fondo, tenues, incisiva en contados momentos, muy sutil.
Pero con todo lo bueno y ensalzable de su mensaje, también conlleva cierta sensación de deja vú, de que no me cuenta nada nuevo, no me cuenta algo que no se sepa, no tiene un cariz distinto a lo varias veces visto; Tampoco su final (alterado de la novela) me resulta coherente (spoiler), está metido con calzador.
Spoiler:
No es coherente que Zunaira huya dejando a Musarat en su puesto para que la mataran (en un recurso de la dickensiana novela “Historia de dos ciudades”), sobre todo cuando antes hemos visto que se negó a huir. Pero sin embargo luego si escapa, sabiendo que alguien morirá por ella. Aunque el epílogo de Zunaira llegando a la puerta del profesor ‘rebelde’, con la intención de enseñar en la clandestinidad contra el talibanismo.
Final de la novela: La sustitución se realiza sin que Zunaira sea informada porque se habría negado a permitir que otro sea masacrado en su lugar. Ella cree que debe su salvación a la intervención de una personalidad solicitada por Atiq. Esto la saca de la prisión en la confusión que acompaña los términos de la ejecución y le pide una cita después de la macabra manifestación que tiene lugar en presencia de una multitud en un estadio. Zunaira no regresa, ella desaparece confundida. Atiq, loco de dolor y amor, corre tras cada burka y levanta cada velo que encuentra con la esperanza de encontrar a Zunaira. Él muere azotado.
Para grabar las voces, las directoras y sus actores se fueron durante cuatro días a los estudios de Joinville, en el norte de Francia, y donde incluso grabaron el proceso. Fue algo más que una sesión de grabación: los actores estaban caracterizados. Llevaban burkas, turbantes e incluso las armas. Representaron todas las escenas y aportaron su granito de arena. Puro compromiso para una película que se construye a través de eso mismo.
Me queda una buena película, de las que entretiene y te hace pensar sobre la locura del fanatismo. Fuerza y honor!!!