Haz click aquí para copiar la URL
España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
6
Drama Drama basado en la historia real de Tom Murtom, el director de prisiones que conmocionó el mundo político de Arkansas al destapar los escandalosos abusos y asesinatos que tuvieron lugar en la prisión estatal. Año 1969. Antes de presentarse como el nuevo alcaide, Brubaker (Redford) se hace pasar por un preso recién llegado, gracias a lo cual descubre que la situación en la cárcel es de corrupción endémica. Sus esfuerzos por reformar y ... [+]
15 de junio de 2020
Sé el primero en valorar esta crítica
167/16/12/06/20) Interesante drama humanista carcelario dirigido por Stuart Rosenberg, teniendo de estrella al carismático Robert Redford. Film irregular hay que alabar en su sentido crítico contra el poder establecido, hay que ensalzar por sus buenas intenciones, pero que con este nuevo revisionado se le ven las costuras en su artificio, se le denota cierta ingenuidad en su denuncia, demasiado idealista y poco realismo. Redford da vida a Henry Brubaker, un recién llegado nuevo alcaide a un penal granja (la ficticia Wakefield Prison Farm) de la profunda USA que intenta limpiar de corrupción y violencia el lugar. El guión de WD Richter (“La invasión de los ultracuerpos” o “Golpe en la pequeña China”), nominado al Mejor guión original en los Oscar, es una versión ficticia del libro de 1969, “Cómplices del crimen: el escándalo de la prisión de Arkansas” de Tom Murton y Joe Hyams, que detalla el descubrimiento de Murton del escándalo de la prisión de 1967 (wikipedia). Rosenberg y Redford eran entonces unos reconocidos batalladores liberales crearon con esta película una oda a los ‘Quijotes’ nobles que intentan cambiar un ecosistema de podredumbre moral, atacando los abusos del poder, enraizado en deshumanización del débil, ello oponiendo la justicia y el sentido del deber. Obra encuadrada en el sub género carcelario que tan buenas películas nos ha regalado (“Fuerza bruta”, “El hombre de Alcatraz”, “El expreso de medianoche”, “Cadena perpetua”, o “En el nombre del padre”), donde el realizador ya había hincado en diente con la estupenda “La leyenda del indomable” (1967), en este caso se aleja de las tramas de thrillers de presos en planes de fuga, para entrar en una especie de alegoría de un país sin rumbo, donde los carroñeros de modo piramidal se aprovechan unos de otros, para ir sacando tajada de algún tipo.

Al volver a verla la he notado en muchos aspectos prefabricada en su condición de altavoz reivindicativo, con momentos nada creíbles, despertando en mí sensaciones contradictorias, empezando por su vigorosa primera media hora, donde vemos la llegada de un grupo de presos al presidio/granja, y a través de uno de ellos (Redford) vemos las vejaciones a que son sometidos, el modo corrupto en que la cárcel forma parte de un entramado nauseabundo de corruptelas, donde los empresarios locales se enriquecen con los presos en modo esclavitud, donde el la comida del presidio es vendida a empresas lugareñas, para que los reos coman comida con gusanos, donde los presos sufren violaciones nada más llegar, sufren palizas arbitrarias ante la mirada de todos. Pero incluso esta aparte poderosa visualmente cojea, empezando por el casting de Redford, al que no me creo que pase desapercibido (lo de que entre en la peluquería de la prisión y solo le corten las puntas [¿?]) con su sex-apple, se lo hubieran comido los depredadores sexuales nada más llegar, pero al contrario en este primer tramo pasa cual invisible (tanto que no interviene cuando sodomizan a un preso), siendo el colmo el modo burdo en que se destapa a sí mismo como alcaide, me chirría más que el Titanic partiéndose en dos. Tras esto entramos en lo que es el grueso de la película donde vemos a este incorruptible protagonista guerreando contra todo en esta singular penitenciaría. Donde los personajes me resultan estereotipos marcados con fuego desde el principio, no evolucionando ninguno, seres de una nota, con goteo de pequeñas catarsis en medio del extenso metraje, donde Brubaker intenta romper la dinámica de esta podrida institución únicamente con su honor y buenismo, no tiene una mínima estrategia para sortear los problemas que le oponen, es como un (Ya mencionado Quijote) avanzando a pecho descubierto contra las ruedas de molino. Su afán reformista choca tanto contra los de fuera (políticos, burócratas, sibilinos funcionarios, empresarios locales,...), como los de dentro (contra una metástasis arraigada en los privilegios de los presos). Pero este héroe erigido en brújula moral del espectador es más un símbolo que una persona, pues no sabemos nada de él, nada de su pasado, nada de donde proviene, nada de cómo fue elegido para su cargo, nada de porque el rol encarnado por Jane Alexander lo eligió, nada de si ha tenido algún affaire con ello (se medió sugiere en algunas miradas), nada de porque estuvo en prisión dos años en Atlanta (se dice en un momento dado y se pasa página). Es un enigma dentro de un laberinto. Al menos Redford si le infunde carácter épico con su pose pétrea de tipo inflexible ante la corrupción.

Todo esto me ha resultado estéticamente cautivador, pero en su progresión una recopilación de clichés del género carcelario, una labor acumulativa que no te sorprende. Solo te saca un y más y más, los enfrentamientos contra el poder, representado en una junta de prisiones estatal, poblada de todo tipo de personajes estereotipados, desde el político apegado al conservadurismo (Murray Hamilton), hace capitalista venal, o la persona que defiende la labor del reformista con argumentos sibilinos (Jane Alexander), pero en realidad como mucho quieren que solo algo cambie, pero que todo siga igual, un sistema elitista que se retroalimenta del status quo. Y ante esto me pregunto como si nadie lo apoya en su cruzada para higienizar la prisión, porque lo contrataron? Es un sinsentido que no se entiende.

La prisión me resulta bastante increíble creérmela como la exponen. No me puedo creer los guardias armados sean presos de confianza, que estén en las torres de vigilancia presos con rifles de precisión, que el alcaide se pasee como si nada entre presos armados, gente con cadena perpetua encima, no les supondría nada acabar con él. Es tener que darle mucha licencia el tener que tragar con esto, es mundo para lelo en el que no entro. No entro en que vayan a buscar a un guardia, este parece ser el único funcionario real, y lo hagan con escopetas los presos liderados por el alcaide, me resulta un atropello a la razón... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow