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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
6
Thriller. Drama En el Japón de la posguerra el caos impera en todo el país. Las luchas por controlar el mercado negro son continuas. Shozo Hirono va a parar a la cárcel por haber disparado a un yakuza. Allí conocerá a Wakasuji, con quien hará un pacto para alzarse con el poder. (FILMAFFINITY)
2 de diciembre de 2023
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304/06(09/11/23) Decepcionante thriller híper violento japonés. Primera parte de serie películas producidas por Toei Company, inspiradas en serie de artículos de revista del periodista Kōichi Iiboshi se basan en memorias escritas originalmente por el yakuza de la vida real Kōzō Minō, películas detallan conflictos yakuza en la prefectura de Hiroshima. Entre 1973 y 1974 se produjeron 5 films dirigidos por Kinji Fukasaku y protagonizados por Bunta Sugawara como Shozo Hirono (basado en Minō). Tuvieron éxito comercial y crítica, popularizando el subgénero cine yakuza, a menudo se basan en hechos reales. Fukasaku dirigió 3 películas independientes adicionales bajo el título Nuevas batallas sin honor y humanidad entre 1974 y 1976. Se produjeron tres películas más de diferentes directores en 1979, 2000 y 2003. Centrada esta que me ocupa en el resurgir y la consolidación del crimen organizado en el caótico Japón post WWII. Fukasaku adopta aquí estilo documental, dota de un ritmo vertiginoso, tanto que entre esto y que salen decenas y decenas de nombres (sobreimpresionados con fechas a modo de crónica periodística) te pierdes en la marabunta de sub historias, personajes que entran, salen y otros mueren. No ayudan las infinitas elipsis que hace te descoloques aún más.

Estilo de la cinta puede influyera a Martin Scorsese, pues el cine del neoyorkino tiene muchas marcas aquí vistas gracias en mucho al DP Sadaji Yoshida (“Kiba Ôkaminosuke”), con mucho granulado, cámara en mano temblorosa, la narración en off (en este caso omnisciente de Asao Koike), ángulos singulares (mucho plano holandés), feísmo, mucha sangre, primeros abrasivos primeros planos, zooms virulentos, una edición frenética de Shintarô Miyamoto(“Adauchi”), congelados, primeros planos de corte rápido, muertes violentas en estas mafias, muchas traiciones, en un enfoque desmitificador del mundo de los yakuza (claro ejemplo es la forma en que uno de los personajes se corta un dedo en señal de expiación). En este sentido un film salvaje (Fukasaku sabe lo que es la violencia y el caos desde que se viera obligado con 15 años a trabajar en las fábricas de munición durante la guerra y a arrastrarse entre los cadáveres de sus compañeros tras el bombardeo al lugar), vemos violaciones, trozos de cuerpos, sangre abundante, como muestra su arrollador arranque. Pero por lástima también tiene un desarrollo confuso, un reparto coral abundante que desorienta en sus múltiples ramificaciones, y que solo en la parte final se centra. Lo hace en Shozo (álter ego de Minô encarando por Bunta Sagawara, único que sobresale con su rol de tipo duro estoico leal a sus principios morales) sicario veterano de guerra que se ha unido al clan yakuza de Yoshio Yamamori (Nobuo Kaneko, basado en Tatsuo Yamamura), se mueve por un código de honor rígido que sus colegas retuercen en su beneficio. En este crisol interminable de figuras las actuaciones se diluyen y quedan cual estereotipos, en un argumento que bien puede entenderse como un Juego de Tronos yakuza, donde reina la corrupción, las drogas, el juego, la usura, la prostitución y demás lacras mafiosas.

Caen las bombas el 6 de agosto sobre Hiroshima, que se cubre de ceniza y cadáveres; la perfecta imagen del Infierno en la tierra. De estas ruinas los cadáveres se levantarán, se limpiarán la ceniza y organizarán una nueva sociedad, regida desde sus sombras por las leyes de la ambición, la traición y la violencia. En mitad de un Japón que experimentaba un inmenso crecimiento económico, antes de que la crisis del petróleo sacudiera sus pilares en 1.973, el diario Shukan Sankei exponía interesantes artículos sobre los conflictos internos en la sociedad de los clanes yakuza, recogidos por el periodista y autor Koichi Iboshi de las memorias del gángster Kozo Mino. Fue Bunta Sugawara quien, fascinado con ello, presentaría la idea al productor de Toei Koji Shundo y la condición de interpretar el papel principal. El encargo pasó a manos del guionista Kazuo Kasahara, asiduo de las "yakuza-eiga", conocería personalmente a Mino, aún preso en la cárcel de Abashiri, y se propuso contar sólo sus experiencias en Kure. Tras ver su "Street Mobster" con Sugawara al frente, Shundo determinó que Kinji Fukasaku era el hombre perfecto para el proyecto, ganándose la negativa de sus colegas de compañía y del propio guionista, y máxime cuando el cineasta pasaba por un estado de salud bastante malo.

Tiene un arranque impactante en la muestra de violencia atávica. Expone con valentía a los ocupantes militares USA como seres primarios trogloditas en el que vemos como persiguen a una joven para violarla en un campo de prisioneros, tras lo que hay una lucha con brazos segados, vemos represión brutal policial, hay una katana que se clava en la cabeza de un tipo, acribillan a un maleante, tenemos un motín avernal en la prisión de Kure, hay un brindis con sangre (demencial juramento entre capos yakuza, Shozo y su rival Hiroshi), y hasta un harakiri (pretendidamente trampantojo ¿?). Apenas llevamos unos minutos y ya estamos sumergidos en este Infierno caustico amoral, donde se moverán seres cargados de nihilismo, donde el rastro de humanidad parece haberse perdido entre los escombros de la ‘Little Boy’. Pero desgraciadamente luego desbarra la narración en un sinfín de crónica de clanes mafiosos yakuza que florecen, son exterminados por el que le sustituye y así sucesivamente, sin que de tiempo a memorizar tanto nombre que además deja de aparecer.

Me llama la atención que este es un mundo de hombres, tanto como para que la mujer carezca de importancia alguna, no hay un solo romance o mínimo amor que mueva la acción. Como tampoco hay acciones policiales, estos yakuzas se mueven en un micro universo donde las autoridades policiales son un ente invisible (¿?).

Aunque Fukasaku hace eso que muchos directores dicen, que hay que saber dar un comienzo atractivo y un final que permanezca en el subconsciente del espectador, y eso aquí lo consigue (spoiler).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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