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Voto de TOM REGAN:
5
5,6
175
Drama. Romance
Japón, finales del siglo XIX. O-Take-San es una doncella que se enamora de Olaf Anderson, un oficial de la marina alemana que se encuentra de paso en el país. Pero, tanto su padre, que espera que sea la nueva "sacerdotisa del bosque sagrado", como otras personas que desean convertirla en una geisha, se opondrán implacablemente a su relación con un extranjero. Adaptación muda de Madame Butterfly, famosa ópera del compositor Giacomo Puccini. (FILMAFFINITY) [+]
21 de noviembre de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
370/10(09/11/20) Anodino melodrama silente dirigido por el aun ‘verde’ (por lo que demuestra aquí) Fritz Lang (en su cuarta dirección), film con más de un siglo desde su estreno que resulta pesaroso en su ritmo, lánguido en sus actuaciones, y visualmente solo medio destacable por los decorados y vestuario nipón (creados en Países Bajos por Heinrich Umlauff), aunque el maquillaje y peluquería resultan hoy día ridículo, con unos intérpretes con facciones claramente caucásicas, donde intentan dando bronceado de cuasi-negros hacer pasar a estos alemanes por japoneses (puaj!!!), mención aparte merecen los religiosos con esas calvas grotescas donde se notan cubiertas por una goma (o algo parecido), tan penosa que les deforma el cráneo. Supongo que el atractivo del film entonces estaba en que el espectador occidental viaje a lugares exóticos (en este caso al país del Sol Naciente) a vivir aventuras y romances, siendo el material en el que se basa la ópera (aunque evidentemente sin el canto) “Madame Butterfly” de Giacomo Puccini representada por vez primera en La Scala de Milan en 1904, libreto escrito por Giuseppe Giacosa y Luigi Illica, se inspiró en el cuento homónimo de John Luther Long, basado en parte en la novela autobiográfica francesa “Madame Chrysanthème” de Pierre Loti. La novela de Loti se basó en su propia experiencia como oficial de la marina francesa cuando se casó en Nagasaki en 1885 con una japonesa de 18 años con un contrato renovable de un mes. El libro fue traducido a varios idiomas y se considera un elemento clave en la configuración del interés occidental en Japón a principios del siglo XX. El personaje del oficial naval francés se convirtió en estadounidense en la ópera de Puccini y en danés en la película de Fritz Lang. La película se estrenó en alemán con el título Hara-Kiri y originalmente en Estados Unidos con el título Madame Butterfly, probablemente para beneficiarse de la reputación de la ópera de Puccini. Ello en una cinta donde se nos habla de la dignidad, de los fanatismos religiosos, del honor, del amor puro, de la fidelidad. Siendo el contexto de la cultura japonesa que Lang conoció de primera mano, habiendo viajado a la Tierra del Sol Naciente durante su período juvenil de viajes al extranjero.
La cinta tiene un desarrollo torpón, donde nos falta información con tramos que suceden cosas sin que nos enteremos de que pasa, con situaciones que evolucionan de modo caótico (el personaje de Olaf Anderson no sabemos nunca de que va), ejemplo es el romance que se nos presenta de forma inverosímil, sobre todo rapidez, provocando confusión en el espectador en muchos aspectos erráticos, haciendo que lo que debería emocionar me deje frío. Quedando en un producto recomendable a los ‘antropólogos’ del cine de Fritz Lang, donde si acaso se puede sonsacar su gusto por los amores trágicos. Con un villano en la figura del religioso budista que me resulta caricaturesco (en lo malo). Con una protagonista (la neerlandesa Lil Dagover como O-Take-San), que actúa de forma infantil, enamorándose locamente de alguien que acaba de ver, donde no hay nada que nos haga empatizar con ella en su comportamiento pueril. Con estas taras lo que en su trágico final debía emocionarme, me deja inane.
La cinta tiene un desarrollo torpón, donde nos falta información con tramos que suceden cosas sin que nos enteremos de que pasa, con situaciones que evolucionan de modo caótico (el personaje de Olaf Anderson no sabemos nunca de que va), ejemplo es el romance que se nos presenta de forma inverosímil, sobre todo rapidez, provocando confusión en el espectador en muchos aspectos erráticos, haciendo que lo que debería emocionar me deje frío. Quedando en un producto recomendable a los ‘antropólogos’ del cine de Fritz Lang, donde si acaso se puede sonsacar su gusto por los amores trágicos. Con un villano en la figura del religioso budista que me resulta caricaturesco (en lo malo). Con una protagonista (la neerlandesa Lil Dagover como O-Take-San), que actúa de forma infantil, enamorándose locamente de alguien que acaba de ver, donde no hay nada que nos haga empatizar con ella en su comportamiento pueril. Con estas taras lo que en su trágico final debía emocionarme, me deja inane.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El final con O-Take-San haciéndose el harakiri reulta profético con la situación que el realizdor Fritz lang viviría el año siguiente cuando su esposa Lisa Rosenthal fue encontrada muerta con su revólver junto a ella. La versión aceptada por la policía fue que se había quitado la vida después de descubrir su romance con la guionista Thea von Harbou con quien se casó al año siguiente. La culpa y la muerte siguieron siendo temas constantes en sus películas.
Algunas diferencias importantes respecto a la ópera de Puccini: en primer lugar los nombres, que cambian de Cio-Cio San y Pinkerton a O-Take-san y Olaf Jens Anderson, que ya no es un marinero de Estados Unidos, sino de la flota danesa; El príncipe Yamadori, borracho y casado, se convierte en Matahari (!), Un hombre dulce y amable que parece preocuparse genuinamente por O-Take-San; finalmente, la camarera Suzuki se convierte en Hanake. Finalmente, el carácter del cónsul amigo de Anderson, que en cambio está muy presente en la obra, es completamente despreciable; a la inversa, en la película las dos figuras odiosas del bonzo y su criado se vuelven apremiantes. Desde el punto de vista de la estructura, la diferencia más relevante es el hecho de que la película avanza en orden cronológico, donde la obra comienza in medias res, con los preparativos para la boda entre los dos protagonistas, para luego ir sacando a la luz algunos hechos pasados, como la muerte del padre de Butterfly / O-Take-San o, solo en el último acto, el hecho de que Pinkerton/Anderson se volvió a casar.
Me queda un pasable film solo recomendable a los que gusten de indagar en los comienzos del creador de “M, el vampiro de Dusseldorf”. Fuerza y honor!!!
Algunas diferencias importantes respecto a la ópera de Puccini: en primer lugar los nombres, que cambian de Cio-Cio San y Pinkerton a O-Take-san y Olaf Jens Anderson, que ya no es un marinero de Estados Unidos, sino de la flota danesa; El príncipe Yamadori, borracho y casado, se convierte en Matahari (!), Un hombre dulce y amable que parece preocuparse genuinamente por O-Take-San; finalmente, la camarera Suzuki se convierte en Hanake. Finalmente, el carácter del cónsul amigo de Anderson, que en cambio está muy presente en la obra, es completamente despreciable; a la inversa, en la película las dos figuras odiosas del bonzo y su criado se vuelven apremiantes. Desde el punto de vista de la estructura, la diferencia más relevante es el hecho de que la película avanza en orden cronológico, donde la obra comienza in medias res, con los preparativos para la boda entre los dos protagonistas, para luego ir sacando a la luz algunos hechos pasados, como la muerte del padre de Butterfly / O-Take-San o, solo en el último acto, el hecho de que Pinkerton/Anderson se volvió a casar.
Me queda un pasable film solo recomendable a los que gusten de indagar en los comienzos del creador de “M, el vampiro de Dusseldorf”. Fuerza y honor!!!