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Voto de TOM REGAN:
7
7,1
92.227
Drama
Rocky Balboa es un desconocido boxeador a quien se le ofrece la posibilidad de pelear por el título mundial de los pesos pesados. Con una gran fuerza de voluntad, Rocky se prepara concienzudamente para el combate y también para los cambios que acabarán produciéndose en su vida. (FILMAFFINITY)
22 de julio de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
152/17(16/07/17) Icónico título pugilístico realizado por John G. Avildsen, empeño incansable del italoamericano Sylvester Stallone, dijo “Rocky era mi gran oportunidad. Si la película se hubiera hecho sin mí y hubiera sido un éxito… mi vida habría acabado. Me habría arrojado a las vías del tren”, un desconocido en el mundo del cine, el 24 de marzo de 1975 Sly asistió a un combate de boxeo, Muhammad Alí (venía de arrebatarle corona a George Foreman) contra el desconocido Chuck Wepner de 37 años, combate “trámite” para Alí, pero el mediocre Wepner logró en el noveno asalto tumbarle (nadie lo había logrado antes), y quedar cerca de la gloria (perdió Hepner, por KO, faltaban 19 segundos para finalizar el 15º y último round), Hepner inspiró a Stallone, y este escribió el guion en 86 horas (90 páginas) que tituló “Paradise Alley”, adquirido por los productores Irwin Winkler y Robert Chartoff, con condición innegociable que él la protagonizaría. Exitosa película, la más taquillera de 1976 (más de 117 millones $ solo en USA), y gran triunfadora en los Oscar, siete nominaciones, de las que ganó tres (Película, Director y Montaje), superó a obras superiores como “Taxi Driver”, “Network” o “Todos los hombres del presidente”. Stallone traza con el relato metanarración, su verdadera historia se confunde con la ficción de Rocky, su radiografía sobre el Sueño Americano, alcanzar los quimeras, no perder nunca la esperanza, luchar hasta la última gota de sangre por lo que crees, así se veía Sly con este film, era su oportunidad. Sly tras este film se aupó al Star Sistem hollywoodiense, que impulsaría con exitosas franquicias como esta del boxeador o con la del veterano soldado “Rambo”. La narración mezcla drama social (crítica al sistema capitalista?), con la acción y con el romanticismo, tratan temas como la superación personal, la dignidad, el amor verdadero, y sobre todo el Sueño Americano, todos tenemos una oportunidad en la vida y debemos intentar aprovecharla. Esto parte de una premisa cuando menos discutible, que a un mindundi de boxeador, sin ranking, matoncillo de un mafiosillo de tres al cuarto le den oportunidad de pelear por el campeonato del mundo de los pesados me queda forzado. Pero si todo esto está adornado por la Antológica banda sonora creada por un iluminado Bill Conti queda mucho mejor. Hasta ahora la taquillera saga Rocky ha parido seis secuelas: Rocky II (1979), Rocky III (1982), Rocky IV (1985), Rocky V (1990), Rocky Balboa (2006), y “Creed” (2015), 40 años entre la primera y por ahora esta última.
El realizador sabe engancharte con su enérgico arranque el pétreo nombre de Rocky en letras enormes sobre un fondo negro mientras suenan las enardecedoras e icónicas fanfarrias de trompetas, vemos un Pantocrátor pintado en una pared desconchada en un club de boxeo mísero, donde dos almas en pena se muelen a puñetazos, Rocky Balboa frente a Spider Rico (Pedro Lovell), sugerente puerta de entrada, pues ya no veremos más combates hasta el rush final. Entre medias nos sumergen en melancólico entorno, se produce el estudio de personalidad de un perdedor. Rocky, tipo cualquiera en lugar cualquiera, Filadelfia, en su patio trasero, optimista antropológico, humilde, amigable, simpático, noble, con el que se empatiza rápido por su inocencia y sencillez, representa a los desheredados de América, al pueblo llano, a la gente honesta, a los resignados a su sino, a los que pasan por la vida sin dejar huella, pero que un momento dado se les da oportunidad de cambiar su invisible destino, opción de pujar por el Sueño Americano. Encarnando con fuerza Sylvester Stallone al púgil, con la bonhomía que su rol requiere, manejando bien la mirada, mostrando cansancio (buen detalle que lleve gafas de aumento), con una máscara de seguridad (mostrada en la charla que da una chica descarriada), modulando su físico con energía, aunque excediéndose en el tic de dar puñetazos, transmite conexión con el espectador que puede verse reflejado en su afán de superación, no exento de realismo (cuando vuelve a la cama la noche antes al combate y se confiesa ante Adrian). Esta ilusión y ocasión que se le brinda la vivirá en paralelo a su romance con otra “loser”, Adrian, otra desheredada, tímida, apocada, taciturna (tanto que al principio parece con autismo), y entre los dos surgirá un conmovedor amor, reflejado en ese dulce y natural beso primero que se dan torpemente, dos inadaptados en busca de su lugar en el mundo.
Desarrollado el metraje componiendo un microcosmos de personajes frustrados, insatisfechos e infelices como Paulie y Mickey, tratados en el guión con ternura a pesar de su rabia interior, guión por otro lado inteligente al saber dar a cada secundario su momento de gloria; a Talia Shire como se defiende con furia entre sollozos de un ebrio hermano que la veja. La actriz demuestra sutilidad y gran expresividad en la mesura que requiere su lacónico papel, aunque chirría el cambio tan drástico tras acostarse con Rocky, curándole la timidez y sus inseguridades, así como el “look”; a Burt Young el ataque de cólera con el bate de baseball destrozándolo todo en su casa, el actor encarna al personaje con arrolladora pasión; Burgess Meredith con esa entrañable visita a Rocky. El actor dota de sabiduría y sabiduría regia a su rol; y a Carl Weathers esa homérica y paródica entrada al combate disfrazado de George Washington, marcando su extravagante personalidad (inspirada en Ali). El actor lo dota de un carisma y electricidad soberbio.
El combate (rodado en orden inverso) despierta en mi sentimientos encontrados, respiras autenticidad en tramos, dolor, sufrimiento, derivando en violencia salvaje rozando el hiperrealismo, gracias a la imaginativa coreografía del propio Stallone, brutal, por el genial uso de la steady-cam (cámara sujeta a sistema de suspensión isoelástica para evitar se moviera cuando el operador lo hacía), creada y manejada por Garrett Brown (“El resplandor”),...(sigue en spoiler)
El realizador sabe engancharte con su enérgico arranque el pétreo nombre de Rocky en letras enormes sobre un fondo negro mientras suenan las enardecedoras e icónicas fanfarrias de trompetas, vemos un Pantocrátor pintado en una pared desconchada en un club de boxeo mísero, donde dos almas en pena se muelen a puñetazos, Rocky Balboa frente a Spider Rico (Pedro Lovell), sugerente puerta de entrada, pues ya no veremos más combates hasta el rush final. Entre medias nos sumergen en melancólico entorno, se produce el estudio de personalidad de un perdedor. Rocky, tipo cualquiera en lugar cualquiera, Filadelfia, en su patio trasero, optimista antropológico, humilde, amigable, simpático, noble, con el que se empatiza rápido por su inocencia y sencillez, representa a los desheredados de América, al pueblo llano, a la gente honesta, a los resignados a su sino, a los que pasan por la vida sin dejar huella, pero que un momento dado se les da oportunidad de cambiar su invisible destino, opción de pujar por el Sueño Americano. Encarnando con fuerza Sylvester Stallone al púgil, con la bonhomía que su rol requiere, manejando bien la mirada, mostrando cansancio (buen detalle que lleve gafas de aumento), con una máscara de seguridad (mostrada en la charla que da una chica descarriada), modulando su físico con energía, aunque excediéndose en el tic de dar puñetazos, transmite conexión con el espectador que puede verse reflejado en su afán de superación, no exento de realismo (cuando vuelve a la cama la noche antes al combate y se confiesa ante Adrian). Esta ilusión y ocasión que se le brinda la vivirá en paralelo a su romance con otra “loser”, Adrian, otra desheredada, tímida, apocada, taciturna (tanto que al principio parece con autismo), y entre los dos surgirá un conmovedor amor, reflejado en ese dulce y natural beso primero que se dan torpemente, dos inadaptados en busca de su lugar en el mundo.
Desarrollado el metraje componiendo un microcosmos de personajes frustrados, insatisfechos e infelices como Paulie y Mickey, tratados en el guión con ternura a pesar de su rabia interior, guión por otro lado inteligente al saber dar a cada secundario su momento de gloria; a Talia Shire como se defiende con furia entre sollozos de un ebrio hermano que la veja. La actriz demuestra sutilidad y gran expresividad en la mesura que requiere su lacónico papel, aunque chirría el cambio tan drástico tras acostarse con Rocky, curándole la timidez y sus inseguridades, así como el “look”; a Burt Young el ataque de cólera con el bate de baseball destrozándolo todo en su casa, el actor encarna al personaje con arrolladora pasión; Burgess Meredith con esa entrañable visita a Rocky. El actor dota de sabiduría y sabiduría regia a su rol; y a Carl Weathers esa homérica y paródica entrada al combate disfrazado de George Washington, marcando su extravagante personalidad (inspirada en Ali). El actor lo dota de un carisma y electricidad soberbio.
El combate (rodado en orden inverso) despierta en mi sentimientos encontrados, respiras autenticidad en tramos, dolor, sufrimiento, derivando en violencia salvaje rozando el hiperrealismo, gracias a la imaginativa coreografía del propio Stallone, brutal, por el genial uso de la steady-cam (cámara sujeta a sistema de suspensión isoelástica para evitar se moviera cuando el operador lo hacía), creada y manejada por Garrett Brown (“El resplandor”),...(sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
… una dentro del ring danzando con los púgiles, y otra entre el público, conjugado por el excelente montaje oscarizado de Richard Halsey (“Eduardo Manostijeras”), y Scott Conrad (“Los ojos del gato”), haciéndonos vibrar, elevando los niveles de adrenalina la Antológica música de Bill Conti. Y en el otro lado del ring hay varios golpes que se notan falsos, error que resta dramatismo y desvía la atención.
Brillante modo en que el director nos baña del pesimismo reinante por los lugares en que se mueve el protagonista, emitiendo estado anímico tristón, calles sucias, mugrientos callejones, mercados humildes, vecindario obrero, basura en las canaletas, bidones ardiendo para calentarse la gente, o el patético apartamento de Rocky, gracias al buen diseño de producción de William J. Cassidy (“Rocky III”), filmando en Filadelfia, y Los Ángeles, filtrado por la estimable fotografía de James Crabe (“El síndrome de china”), sabiendo impregnar de deprimentes tonos esta urbe de extrarradio, oscura, sórdida, industrial, pero sobre todo sobresale el suntuoso manejo de la mencionada steady-cam, en el combate final, y además en los tramos en que Rocky corre entrenando por las calles de Filadelfia, culminando en las épicas subidas por las escaleras de Museo de Arte, con ese gesto final de triunfo con la imagen de la gran ciudad al fondo, como desafiando al mundo. Pero el elemento ha hecho eterna la película es la música compuesta Bill Conti, ya unida hasta el infinito al boxeo, con la enardecedora canción principal , "Gonna Fly Now" cantada por Deetta West (acompaña secuencia definitiva entrenamiento de Rocky coronada con poderosa imagen del boxeador contemplando a sus pies su ciudad), sintiéndonos elevados cual Titánes indestructibles, el American Film Institute la colocó en puesto 58 de los 100 años de AFI entre 100 Canciones, como memorables son las fanfarrias, "Fanfare For Rocky", pugilísticas, aunando con gran sentido emocional la épica con los tramos íntimos y románticos, con melodías incisivas de piano e instrumentos de viento, como “Along in the ring”, “First date” o “The final bell”, entrando en el olimpo de las Mejores bandas sonoras de la Historia Del Cine, fundiéndose con el relato de modo asombroso.
Taras: Argumento más simple que el mecanismo de un martillo; Que A un Don Nadie se le dé oportunidad de pelear por el campeonato del mundo de boxeo cruje, se dice se inspiró en Chuck Wepner combatiendo contra el coloso Ali, pero es este era medio-alguien, campeón de los pesados de New Jersey, y Rocky ni tenía entrenador o manager; Su historia de amor es sensible y bonita, pero más vista que el telediario, dos inadaptados enamorados, tampoco es verosímil el cambio radical de Adrian sufre tras estar con Rocky; Ritmo desequilibrado, buen arranque, pero con el paso de los minutos el metraje se estira sin demasiado sentido, remastica situaciones y repercute en languidez; El entrenador de Mickey se presenta como integro, pero en cuanto a Rocky le ofrecen el gran combate se rebaja a ir a pedirle ser su entrenador, escena vibrante, de las mejores del film, pero tras esto se deja tirado al personaje, ya no se hace más referencia a él, se le ve, pero como mero figurante, no aporta nada especial al entrenamiento de Rocky, no le da a Rocky un planning físico o nutritivo, este se atiborra de huevos crudos y a correr, no se le da cancha para redimirlo de lo mal que queda como un oportunista; No es verosímil que toda la gente que tiene alrededor Rocky sean de un buenismo total, no se ven las cloacas del boxeo, ni siquiera de soslayo; Si lo contratan por 150.000 $, es que no le dan adelanto para pueda salir del cuchitril asqueroso en que vive?
Película que la fama que le precede es mucho mayor que su contenido, aun así queda una apreciable propuesta, con picos apreciables de buen cine. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2017/07/rocky.html
Brillante modo en que el director nos baña del pesimismo reinante por los lugares en que se mueve el protagonista, emitiendo estado anímico tristón, calles sucias, mugrientos callejones, mercados humildes, vecindario obrero, basura en las canaletas, bidones ardiendo para calentarse la gente, o el patético apartamento de Rocky, gracias al buen diseño de producción de William J. Cassidy (“Rocky III”), filmando en Filadelfia, y Los Ángeles, filtrado por la estimable fotografía de James Crabe (“El síndrome de china”), sabiendo impregnar de deprimentes tonos esta urbe de extrarradio, oscura, sórdida, industrial, pero sobre todo sobresale el suntuoso manejo de la mencionada steady-cam, en el combate final, y además en los tramos en que Rocky corre entrenando por las calles de Filadelfia, culminando en las épicas subidas por las escaleras de Museo de Arte, con ese gesto final de triunfo con la imagen de la gran ciudad al fondo, como desafiando al mundo. Pero el elemento ha hecho eterna la película es la música compuesta Bill Conti, ya unida hasta el infinito al boxeo, con la enardecedora canción principal , "Gonna Fly Now" cantada por Deetta West (acompaña secuencia definitiva entrenamiento de Rocky coronada con poderosa imagen del boxeador contemplando a sus pies su ciudad), sintiéndonos elevados cual Titánes indestructibles, el American Film Institute la colocó en puesto 58 de los 100 años de AFI entre 100 Canciones, como memorables son las fanfarrias, "Fanfare For Rocky", pugilísticas, aunando con gran sentido emocional la épica con los tramos íntimos y románticos, con melodías incisivas de piano e instrumentos de viento, como “Along in the ring”, “First date” o “The final bell”, entrando en el olimpo de las Mejores bandas sonoras de la Historia Del Cine, fundiéndose con el relato de modo asombroso.
Taras: Argumento más simple que el mecanismo de un martillo; Que A un Don Nadie se le dé oportunidad de pelear por el campeonato del mundo de boxeo cruje, se dice se inspiró en Chuck Wepner combatiendo contra el coloso Ali, pero es este era medio-alguien, campeón de los pesados de New Jersey, y Rocky ni tenía entrenador o manager; Su historia de amor es sensible y bonita, pero más vista que el telediario, dos inadaptados enamorados, tampoco es verosímil el cambio radical de Adrian sufre tras estar con Rocky; Ritmo desequilibrado, buen arranque, pero con el paso de los minutos el metraje se estira sin demasiado sentido, remastica situaciones y repercute en languidez; El entrenador de Mickey se presenta como integro, pero en cuanto a Rocky le ofrecen el gran combate se rebaja a ir a pedirle ser su entrenador, escena vibrante, de las mejores del film, pero tras esto se deja tirado al personaje, ya no se hace más referencia a él, se le ve, pero como mero figurante, no aporta nada especial al entrenamiento de Rocky, no le da a Rocky un planning físico o nutritivo, este se atiborra de huevos crudos y a correr, no se le da cancha para redimirlo de lo mal que queda como un oportunista; No es verosímil que toda la gente que tiene alrededor Rocky sean de un buenismo total, no se ven las cloacas del boxeo, ni siquiera de soslayo; Si lo contratan por 150.000 $, es que no le dan adelanto para pueda salir del cuchitril asqueroso en que vive?
Película que la fama que le precede es mucho mayor que su contenido, aun así queda una apreciable propuesta, con picos apreciables de buen cine. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2017/07/rocky.html