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Voto de TOM REGAN:
8
7,0
28.214
Animación. Fantástico. Aventuras. Comedia. Infantil
Woody siempre ha tenido claro cuál es su labor en el mundo y su prioridad: cuidar a su dueño, ya sea Andy o Bonnie. Pero cuando Bonnie añade a Forky, un nuevo juguete de fabricación propia, a su habitación, arranca una nueva aventura que servirá para que los viejos y nuevos amigos le enseñen a Woody lo grande que puede ser el mundo para un juguete. (FILMAFFINITY)
10 de agosto de 2019
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
114/02(03/07/19) Notable cuarta entrega de la más popular saga de Pixar, la que dio a conocer en el mundo entero a la compañía creada por John Lasseter, una deliciosa animación por ordenador de aventuras que ha ido perfeccionándose con el paso de las partes, hasta llegar a un nivel estético superlativo, y los guiones no han bajado en intensidad y poder didáctico para los niños, y a la vez conjugando que guste a los mayores, con acción, drama, humanidad, dosis de terror, y sobre todo mucho humor. Dirigida por Josh Cooley (en su largometraje debut como director a partir de un guión de Andrew Stanton (había co-escrito las tres primeras películas) y Stephany Folsom, los tres concibieron la historia junto a John Lasseter (director de las dos primeras entregas de la franquicia), continúa desde Toy Story 3, donde el sheriff Woody y Buzz Lightyear, entre sus otros amigos del juguete, han encontrado un nuevo hogar después de que Andy les entregó a Bonnie. Siguiendo una estructura similar a las anteriores, donde uno de los juguetes del grupo liderado por Woody, se pierde en el exterior y este debe ir a traerlo de nuevo con la pandilla, pero el guión sabe darle un patinado diferente al hacer evolucionar a los personajes, hacerlos madurar a fuerza de superar problemas, hablando sobre valores morales universales, como la amistad, la lealtad, el sentido del deber, el feminismo, la marginalidad, los prejuicios, el paso inexorable del tiempo entrelazado al ciclo de la vida, o la búsqueda de la identidad. Todo ello desarrollado de modo trepidante, dinámico, con una agilidad y sentido del humor brillante, con una coralidad esplendida en el modo de crear personajes nuevos y delinearlos en pocos segundos dándoles sentimientos, y haciéndolos tridimensionales, y con ello empáticos. Se mantienen las voces originales en inglés, sumándose algunas nuevas, pero yo la he visto doblada, así que no juzgaré. Ha sido un enorme éxito de taquilla, recaudando un total de $ 519.8 millones. Película dedicada a Don Rickles y al animador Adam Burke, murieron en 2017 y 2018, respectivamente.
La película tiene un electrizante prólogo que cubre una laguna de la desaparición de uno de los personajes (Bo Peep) de la tercera entrega que no se explicó. Una vibrante escena de acción bajo la lluvia que sirve como estupenda puerta de entrada a lo que veremos, donde ya se conjuga el espíritu intrépido-aventurero con lo emocional de la pérdida.
La serie de películas lanza mensajes didácticos aleccionadores. En la primera los protagonistas eran los celos y las inseguridades de cómo superar la sensación de la llegada de alguien nuevo al hogar que acapara los focos en detrimento nuestro, algo que suele pasar con los peques con la llegada de un hermano al hogar; En la segunda era la obsolescencia, el pasar tu tiempo, traducido es la vejez, el cómo esto provoca marginalidad y rechazo ante lo nuevo; En la tercera se tocan temas de las pretéritas, con el añadido, del compromiso, la solidaridad, el sacrificio por amistad; En esta última entrega está el sentido del liderazgo, el aceptar nuestro rol en el mundo, el saber dar paso a nuevas generaciones, el ciclo de la vida y dar un paso al lado.
La historia enfrenta dos mundos que chocan, el organizado y acomodaticio de los juguetes de Bonnie que no saben vivir de otra forma que el estar juntos en plan tribu metidos en la Caverna de Paltón, sintiendo devoción deidífica por su Amo, cuasi-Tío Tom, y el universo que representa Bo Peep, donde el caos lo enmarca todo en su aire libertario, sin ataduras, ni más vínculo afectivo que el vivir libres, representando estos la fase del post de cuando los niños se hacen adiultos y se deshacen de sus juguetes con los que ya no disfrutan.
Woody es el protagonista absoluto, Buzz Lightyear ha pasado a ser un secundario, este juguete espacial tiene muchísimo menos peso, y vuelve como en la primera parte a tener un lado infantil, muy bien hilado esto con una reflexión sobre nuestra conciencia. Me refiero por supuesto a lo que Woody llama nuestra voz interior, y que Buzz transforma en algo literal con su motor de frases prefabricadas, creando humor y a la vez reflexión sobre la búsqueda de hacer lo que creemos justo; Aquí lo que prima es ver la evolución del cowboy. Este ha pasado de ser el preferido con Andy a ser marginado por Bonnie, aun así mantiene su carisma de “pastor” del rebaño, todo en pos de que su “dueña” sea feliz, juguete noble, íntegro, valiente, leal, y con un sentido del deber que le llega desde su vocecita interior.
Estando presentes todos los clásicos de la saga (Buzz, Sr. Patata, Rex, Jessie,…), lo que sobresale son las apariciones fulgentes de nuevos juguetes llenos de vida interior, demostrando los creadores que su imaginación es infinita. Está la reaparición de Bo Peep, una cándida pastorcita de porcelana (básicamente se atenía a ser el interés romántico del cowboy), en las dos primeras partes, que aquí se ha transformado en la encarnación del empoderamiento femenino, mujer que ha sabido evolucionar con los nuevos tiempos, para estos han supuesto vivir en libertad, sin ataduras de dueños, es contraparte de Woody como líder de un grupo de juguetes que viven sin amos, es la independencia en persona (perdón, en juguete), demuestra inteligencia, energía, electricidad en su vivaraz comportamiento, ejemplificado en el modo en que se quita la falda y se queda en bombachas demostrando que no tiene ataduras morales (a modo de quitarse el sujetador), maravillosa encarnación de la libertad individual;... (sigue en spoiler)
La película tiene un electrizante prólogo que cubre una laguna de la desaparición de uno de los personajes (Bo Peep) de la tercera entrega que no se explicó. Una vibrante escena de acción bajo la lluvia que sirve como estupenda puerta de entrada a lo que veremos, donde ya se conjuga el espíritu intrépido-aventurero con lo emocional de la pérdida.
La serie de películas lanza mensajes didácticos aleccionadores. En la primera los protagonistas eran los celos y las inseguridades de cómo superar la sensación de la llegada de alguien nuevo al hogar que acapara los focos en detrimento nuestro, algo que suele pasar con los peques con la llegada de un hermano al hogar; En la segunda era la obsolescencia, el pasar tu tiempo, traducido es la vejez, el cómo esto provoca marginalidad y rechazo ante lo nuevo; En la tercera se tocan temas de las pretéritas, con el añadido, del compromiso, la solidaridad, el sacrificio por amistad; En esta última entrega está el sentido del liderazgo, el aceptar nuestro rol en el mundo, el saber dar paso a nuevas generaciones, el ciclo de la vida y dar un paso al lado.
La historia enfrenta dos mundos que chocan, el organizado y acomodaticio de los juguetes de Bonnie que no saben vivir de otra forma que el estar juntos en plan tribu metidos en la Caverna de Paltón, sintiendo devoción deidífica por su Amo, cuasi-Tío Tom, y el universo que representa Bo Peep, donde el caos lo enmarca todo en su aire libertario, sin ataduras, ni más vínculo afectivo que el vivir libres, representando estos la fase del post de cuando los niños se hacen adiultos y se deshacen de sus juguetes con los que ya no disfrutan.
Woody es el protagonista absoluto, Buzz Lightyear ha pasado a ser un secundario, este juguete espacial tiene muchísimo menos peso, y vuelve como en la primera parte a tener un lado infantil, muy bien hilado esto con una reflexión sobre nuestra conciencia. Me refiero por supuesto a lo que Woody llama nuestra voz interior, y que Buzz transforma en algo literal con su motor de frases prefabricadas, creando humor y a la vez reflexión sobre la búsqueda de hacer lo que creemos justo; Aquí lo que prima es ver la evolución del cowboy. Este ha pasado de ser el preferido con Andy a ser marginado por Bonnie, aun así mantiene su carisma de “pastor” del rebaño, todo en pos de que su “dueña” sea feliz, juguete noble, íntegro, valiente, leal, y con un sentido del deber que le llega desde su vocecita interior.
Estando presentes todos los clásicos de la saga (Buzz, Sr. Patata, Rex, Jessie,…), lo que sobresale son las apariciones fulgentes de nuevos juguetes llenos de vida interior, demostrando los creadores que su imaginación es infinita. Está la reaparición de Bo Peep, una cándida pastorcita de porcelana (básicamente se atenía a ser el interés romántico del cowboy), en las dos primeras partes, que aquí se ha transformado en la encarnación del empoderamiento femenino, mujer que ha sabido evolucionar con los nuevos tiempos, para estos han supuesto vivir en libertad, sin ataduras de dueños, es contraparte de Woody como líder de un grupo de juguetes que viven sin amos, es la independencia en persona (perdón, en juguete), demuestra inteligencia, energía, electricidad en su vivaraz comportamiento, ejemplificado en el modo en que se quita la falda y se queda en bombachas demostrando que no tiene ataduras morales (a modo de quitarse el sujetador), maravillosa encarnación de la libertad individual;... (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
... Está Gabby Gabby, una muñeca vintage residente en una tienda de antigüedades, que espera tener atención de una niña, y para ello su objetivo es tener un motor de voz arreglado, es la líder del lugar, teniendo como esbirros a unos muñecos de ventrílocuo con cuello flácido. Gabby Gabby es el ejemplo del juguete egoísta, una villana compleja y con motivaciones entendibles, tiene fondo, siente que su tiempo se le acaba. Posee un poder turbador de terror en cada aparición siniestra; Estos tres personajes (Woody, Bo Peep y Gabby Gabby) reflejan tres modos diferentes de afrontar el pasar a un segundo plano, el quedarte sin objetivos, sin referentes.
Tenemos a Forky (traducción al castellano sería Tenedorcito), especie de Monstruo de Frankenstein creado por Bonnie en el colegio, de carácter monocorde, solo piensa en volver a la basura de donde salió (“Basura, basura…” es su mantra), tiene una crisis existencial pro la que no encuentra sentido a su vida, es el ejemplo de la búsqueda de identidad. Mediante charlas con Woody encuentra su lugar en el mundo. Entrada la mitad del film desaparece su importancia, justo cuando aparece la roba-escenas Bo Peep; Bunny & Dick son dos peluches de feria pegados, a los que dan voz original los comediantes afroamericanos Jordan Peele y Keegan-Michael Key, y demuestran una gran química en su estilo destroyer-anárquico, con ese modo de ensoñar lo que van a realizar, recurso visual ingenioso; Duque Boom es un acróbata-motorista canadiense, con facciones pétreas e inexpresivas (sin duda un guiño sarcástico del actor que le da voz original, Keanu Reeves, del que se dice es un cara-palo). Un juguete buscando la acrobacia perfecta en el más difícil todavía.
Se le puede achacar (siendo pejigueras) que realmente la historia son dos en una, por un lado está la trama de Forky, más existencial, filosófica, dramática, y cuando aparece Bo Peep la cinta vira en otro sentido, donde el ritmo se acelera de modo superlativo, donde la acción se encadena una a otra en una reiteración que puede atosigar y cansar. Quizás con menos tiempo hubiera ganado aun en más solidez, pero esto lo digo por buscar la perfección (como decía en “los profesionales” el personaje de Jack Palance, ‘…la perfección no existe’).
La puesta en escena resulta formidable en su loable función de proyectar un estado de ánimo, en este caso vitalista. Empezando por el sensacional diseño de producción de Bob Pauley (“Pesadilla antes de Navidad” o “Toy Story 3”), recreando de modo brillante tanto la feria del pueblo, como la recargada tienda de antigüedades con ínfulas al cine de miedo, con un gusto por el detalle prodigioso, todo esto atomizado por la radiante y cromática fotografía de Jean-Claude Kalache (“Cars” o “Up”), y Patrick Lin (“Los increíbles” o “Up”), todo un deleite en el uso de colores vivos, así como sabiendo jugar con los claros curos para provocar temor propio del cine de terror. Con un diseño de personajes sublime, derrochando cariño por ellos en sus facciones, en emitir vida interior. Ello adornado por espectaculares escenas de acción; se suma la entusiasta música de Randy Newman (el de toda la saga), con además tres temas escritos por él, como el “I Can't Let You Throw Yourself Away” (cantado por Randy, en el tramo en que Woody intenta una y otra vez salvar a Forky de sus ansias ‘suicidas’), “The Ballad of the Lonesome Cowboy” (interpretada por Chris Stapleton), y el ya mítico “You've Got A Friend In Me” (cantado por Randy).
En conjunto me queda una muy digna continuación, no es una Obra Maestra, pero si una obra muy amena y disfrutable. Fuerza y honor!!!
Tenemos a Forky (traducción al castellano sería Tenedorcito), especie de Monstruo de Frankenstein creado por Bonnie en el colegio, de carácter monocorde, solo piensa en volver a la basura de donde salió (“Basura, basura…” es su mantra), tiene una crisis existencial pro la que no encuentra sentido a su vida, es el ejemplo de la búsqueda de identidad. Mediante charlas con Woody encuentra su lugar en el mundo. Entrada la mitad del film desaparece su importancia, justo cuando aparece la roba-escenas Bo Peep; Bunny & Dick son dos peluches de feria pegados, a los que dan voz original los comediantes afroamericanos Jordan Peele y Keegan-Michael Key, y demuestran una gran química en su estilo destroyer-anárquico, con ese modo de ensoñar lo que van a realizar, recurso visual ingenioso; Duque Boom es un acróbata-motorista canadiense, con facciones pétreas e inexpresivas (sin duda un guiño sarcástico del actor que le da voz original, Keanu Reeves, del que se dice es un cara-palo). Un juguete buscando la acrobacia perfecta en el más difícil todavía.
Se le puede achacar (siendo pejigueras) que realmente la historia son dos en una, por un lado está la trama de Forky, más existencial, filosófica, dramática, y cuando aparece Bo Peep la cinta vira en otro sentido, donde el ritmo se acelera de modo superlativo, donde la acción se encadena una a otra en una reiteración que puede atosigar y cansar. Quizás con menos tiempo hubiera ganado aun en más solidez, pero esto lo digo por buscar la perfección (como decía en “los profesionales” el personaje de Jack Palance, ‘…la perfección no existe’).
La puesta en escena resulta formidable en su loable función de proyectar un estado de ánimo, en este caso vitalista. Empezando por el sensacional diseño de producción de Bob Pauley (“Pesadilla antes de Navidad” o “Toy Story 3”), recreando de modo brillante tanto la feria del pueblo, como la recargada tienda de antigüedades con ínfulas al cine de miedo, con un gusto por el detalle prodigioso, todo esto atomizado por la radiante y cromática fotografía de Jean-Claude Kalache (“Cars” o “Up”), y Patrick Lin (“Los increíbles” o “Up”), todo un deleite en el uso de colores vivos, así como sabiendo jugar con los claros curos para provocar temor propio del cine de terror. Con un diseño de personajes sublime, derrochando cariño por ellos en sus facciones, en emitir vida interior. Ello adornado por espectaculares escenas de acción; se suma la entusiasta música de Randy Newman (el de toda la saga), con además tres temas escritos por él, como el “I Can't Let You Throw Yourself Away” (cantado por Randy, en el tramo en que Woody intenta una y otra vez salvar a Forky de sus ansias ‘suicidas’), “The Ballad of the Lonesome Cowboy” (interpretada por Chris Stapleton), y el ya mítico “You've Got A Friend In Me” (cantado por Randy).
En conjunto me queda una muy digna continuación, no es una Obra Maestra, pero si una obra muy amena y disfrutable. Fuerza y honor!!!