Tributo a Christopher Lee en su rol más famoso, el de Conde Drácula, actor encasillado en papeles de villano, que en sus últimos años estuvo en producciones de Tim Burton, en la sagade "El señor de los anillos" e incluso en la segunda trilogía de "Star Wars". El 7 de junio de este 2015 ha fallecido en la capital inglesa el famoso actor inglés Christopher Lee, nació el 27 de mayo de 1922 en Londres. La website Oracle of Bacon, dependiente de la Universidad de Virginia, afirmó que Lee es el segundo actor con más películas rodadas en toda la Historia de Hollywood, sólo detrás de Rod Steiger, y el más visto en toda la historia del cine, muchos de sus papeles han sido de reparto.

101/09(15/06/15) Muy sobrevalorado e hinchado este muy envejecido film que revitalizó el género del terror y volvió a poner en el candelero al mítico noble vampiro, un éxito taquillero que puso en el mapa cinéfilo a la Hammer, compañía que dio un nuevo impulso al género que había explotado con la Universal en los años 30. Destacan en el film la figura de altura de Christopher Lee y el cazavampiros Van Helshing encarnado por Peter Cushing. Pero en su debe está un guión basado libremente en la novela de Bram Stoker, que queda muy plúmbeo, muy arrugado por los años transcurridos, quedando en una ingenua propuesta, apuntando elementos de importancia, como el erotismo, la necesidad sexual de Drácula, pero todo esto tratado de un modo naif. Sin diálogos de calado, sin apenas situaciones recordables. Nos presentan a un Drácula movido por la necesidad de reponer a su concubina sexual, pero es un Conde que apenas dice un par de frases, los demás es moverse de forma operística, tanto que hoy en día no provoca el menor miedo y si cierta gracia.

Arranca con Jonatahn Harker (John Van Eyssen), llegando al castillo del Conde Drácula (Christopher Lee) en Klausenburg, en el ficticio país de Ingstaadt, Drácula lo ha contratado para ser su bibliotecario, en realidad Jonathan tiene la sospecha de que el conde es un vampiro y ha llegado de su país para matarlo clavándole un estaca en el corazón, pero la situación se tuerce, con lo que su amigo Van Helshing (Peter Cushing) llega al lugar para saber de él, entonces descubre que Drácula ha viajado a la ciudad de Harker a secuestrar a su novia Lucy (Carol Marsh) para hacerla su concubina. También tienen importancia en la historia Arthur Holmwood (Michael Gough) y su esposa Mina (Melissa Stribling), hermano y cuñada de Lucy.

El guionista Jimmy Sangster varia a personajes y el desarrollo, y las localizaciones, anula la subtrama inmobiliaria, hace inexistente al seguidor de Drácula Renfield, los escenarios ya no son Rumania e Inglaterra, crea países ficticios, haciendo que sean fronterizos los de Harker y Drácula. Harker al contrario que la novela, es un cazavampiros que sabe que Drácula lo es, y va a matarlo, Harker no es inmobiliario, se hace pasar por bibliotecario, además, Van Helshing tiene mucho más protagonismo que en el libro, se mantiene la importancia del diario de Harker. Reseñable las dosis de humor que incrusta, como el personaje del funerario, contando un chiste, o el encargado de la aduana.

El film ofrece de modo superficial acción, sangre muy roja, bellas mujeres en trance sexual, colmillos, y un terror vacuo. La puesta en escena resulta pobre, queda cercenada la ambientación gótica, no hay atisbo de lo sombrío o lúgubre, ni tan siquiera se ve el icónico castillo, todo resulta demasiado luminoso, todo lleno de mucho cromatismo que hace complicado crear una atmósfera de horror, todo lo contrario, tampoco su música suma, con lo que el anhelado golpe de miedo o susto es bastante pueril. Quizás en su momento tuvo algún impacto en las mentes de entonces, hoy día queda una propuesta inocentona, de escaso calado. El ritmo divaga a trompicones, jugando a su antojo el realizador con el tiempo y el espacio, habiendo momento chirriantes que crujen. No es ni de lejos la mejor adaptación de Drácula, para mi “Nosferatu” de Murnau, pero su inesperado éxito dio origen a multitud de secuelas con Lee del Conde, la gran mayoría, de muy escasa calidad. Lo reseñable es la creación imaginaria de los antagonistas, un Christopher Lee elegante, sofisticado y muy alto (1,93) y su némesis, Peter Cushing como Van Helshing, ágil, dinámico, ingenioso y valiente. Tampoco las actrices dan relieve al relato, meros objetos floreros.

Lo mejor es que su duración apenas llega a la hora veinte minutos, con lo que apenas llegas a aburrirte. Para los incondicionales del género terror. Fuerza y honor!!!