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Ciencia ficción. Drama. Thriller
El astronauta Roy McBride (Brad Pitt) viaja a los límites exteriores del sistema solar para encontrar a su padre perdido y desentrañar un misterio que amenaza la supervivencia de nuestro planeta. Su viaje desvelará secretos que desafían la naturaleza de la existencia humana y nuestro lugar en el cosmos.
11 de junio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El señor Pitt debería, a estas alturas de la película, empezar a replantearse ya su carrera y centrarse en protagonizar filmes serios, porque, desde Seven, poco, muy poco, francamente.... Este largometraje en particular contiene tantos errores groseros en su guion que ni merece comentario, quizás, jocoso: quien esté con ganas de reírse un rato que lea en la zona spoiler. Una pena porque la cinta prometía, una pena...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Resulta un insulto al espectador que a los veintitantos minutos de repente y sin venir a cuento se nos escupa la pantalla con unos monos locos en el Espacio, como diciendo: “Mirad, somos monos, si salimos al Espacio Exterior nos vamos a volver así de locas”. Hay maneras menos groseras para el espectador de explicarlo.
Pero apenas unos minutos antes vemos a la gente paseando por las calles de la Luna tan ricamente, como si estuvieran en la Tierra; para los despistados, en nuestro satélite la gravedad es mucho menor, una sexta parte, así que tendrían que ir a saltos, como los astronautas de las misiones Apolo. ¿Costaban tanto unos efectos especiales, por favor?
En otra escena, envían un mensaje por radio desde Marte a Neptuno y les contestan casi inmediatamente, algo que es absurdo, pues, como es bien sabido, la velocidad de la luz, 300K kilómetros por segundo, no es infinita. Suspenso en Física.
Llegamos a Neptuno, finalmente, tras una agotadora hora y mucho, y el protagonista se pone a dar unos saltos absurdos en el espacio (¿homenaje a los monos espaciales, quizás?) aparentemente propulsado por sus propios pedos (con perdón), ¿es que tampoco había presupuesto para unos simples sprays?
Luego, tanto marearnos con la existencia de vida extraterrestre para que al final, sin más explicaciones, se nos diga que NO y ya está, ahí os quedáis, solitos en el Universo.
Y la guinda final, Brad recorre la enorme distancia entre Neptuno y la Tierra en una navecita espacial en cuestión de días (uno puede estar semanas sin comer pero apenas unos días sin beber), cinco patéticos minutos finales. En fin, que no hay por donde cogerla.
Pero apenas unos minutos antes vemos a la gente paseando por las calles de la Luna tan ricamente, como si estuvieran en la Tierra; para los despistados, en nuestro satélite la gravedad es mucho menor, una sexta parte, así que tendrían que ir a saltos, como los astronautas de las misiones Apolo. ¿Costaban tanto unos efectos especiales, por favor?
En otra escena, envían un mensaje por radio desde Marte a Neptuno y les contestan casi inmediatamente, algo que es absurdo, pues, como es bien sabido, la velocidad de la luz, 300K kilómetros por segundo, no es infinita. Suspenso en Física.
Llegamos a Neptuno, finalmente, tras una agotadora hora y mucho, y el protagonista se pone a dar unos saltos absurdos en el espacio (¿homenaje a los monos espaciales, quizás?) aparentemente propulsado por sus propios pedos (con perdón), ¿es que tampoco había presupuesto para unos simples sprays?
Luego, tanto marearnos con la existencia de vida extraterrestre para que al final, sin más explicaciones, se nos diga que NO y ya está, ahí os quedáis, solitos en el Universo.
Y la guinda final, Brad recorre la enorme distancia entre Neptuno y la Tierra en una navecita espacial en cuestión de días (uno puede estar semanas sin comer pero apenas unos días sin beber), cinco patéticos minutos finales. En fin, que no hay por donde cogerla.