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Voto de Jefe Dreyfus:
7
Animación. Fantástico. Comedia. Terror Los aterrorizados habitantes de un pueblo asediado por zombis sólo pueden pedir ayuda al incomprendido Norman, un joven que sabe hablar con los muertos. Además de plantar cara a los muertos vivientes, tendrá que enfrentarse a fantasmas, brujas y, lo que es peor, a adultos de lo más atontados para salvar a su pueblo de una maldición milenaria. (FILMAFFINITY)
12 de diciembre de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos en pleno siglo XXI pero nada parece haber cambiado con respecto a la época anterior. No existen coches voladores (de hecho apenas existen coches eléctricos); no han abierto un McDonalds en la luna; los ordenadores cada vez son más potentes pero únicamente con el objetivo de poder almacenar más cantidad de pornografía; y los viajes en el tiempo siguen reservados a casposas ferias medievales de pueblo. ¿Y en cuanto al séptimo arte? Pues lo mismo: Para poder ver una película en tres dimensiones sigues estando obligado a colocarte unas incómodas gafas que en muchos casos deberás devolver a la salida y que pueden haber sido utilizadas el tipo más cerdo del mundo antes que tu, mientras rezas para que la cosa no sea muy oscura o muy movidita o de lo contrario no te vas a enterar de la misa la mitad (y ya no hablemos de la gente, como un servidor, que ya usa gafas en su día a día y que se ve obligado a hacer inventos y cierto grado de funambulismo para lograr intuir algo de profundidad); algunos de los directores más reputados siguen apostando por el western (Quentin Tarantino y Gore Verbinski) y se siguen estrenando películas de animación artesanales con la técnica del stop-motion. Por suerte para todos, algunas de ellas son tan chulas como esta: El alucianante mundo de Norman.

El protagonista de la historia, Norman, un muchacho con el pelo de punta, orejas de soplillo y las cejas de Luis Tosar, es uno de esos chicos a los que podríamos catalogar como los “raritos” del instituto. Como todo el mundo sabe, a los chicos raritos se les puede dividir en dos tipos: los que en ocasiones ven muertos y los que no. Norman pertenece al primer grupo, junto con el niño protagonista de El sexto sentido, el personaje de Winona Ryder en Bitelchus, el hijo de Jack Nicholson en El resplandor o el profesor de Promoción fantasma, entre muchos otros. De hecho tal es la fascinación que siente hacia los fantasmas y espíritus que, además de ser un gran aficionado a las películas de terror, tiene toda su habitación repleta de referencias a cadáveres, zombis y monstruos varios. Ya se habrán imaginado ustedes que con tales cualidades el chaval no es que sea precisamente el estudiante más popular del instituto. Pero por si el hecho de tener el don de charlar con los fallecidos fuera poca cosa, al poco de empezar la trama, las cosas se van poniendo cada vez más raras.

Y es que Norman vive en una pequeña localidad sobre la que pesa una maldición lanzada por una malvada bruja fallecida hace exactamente trescientos años. Y ya se sabe: ¿qué mejor forma de celebrar una efeméride tan singular que haciendo que los muertos se levanten de sus tumbas y deambulen libremente por la ciudad? Norman será el único del pueblo que lo verá venir pero, obviamente, nadie le hará caso o de lo contrario la cosa se quedaría en un cortometraje sin demasiada chicha. Llegados a este punto, Norman deberá ejercer las funciones de héroe local, cargando sobre sus escuálidos hombros todo el peso de la responsabilidad de liberar a la ciudad de un puñado de zombis con ganas de liarla parda. A él se le unirán su insoportable hermana mayor, su orondo amigo, el hermano de éste y un abusón del instituto. Ellos y el resto de la ciudad estarán en manos del pequeño chico rarito del cole.

Existe un peligro con este tipo de producciones animadas con la técnica de fotograma a fotograma y es que los árboles no nos dejen ver el bosque. Y es que uno como espectador no puede evitar posicionarse super a favor de este tipo de técnica tan artesanal y que ofrece unos resultados tan vistosos y logrados, al igual que la sensación de sentirse algo apabullado ante el enorme curro que supone realizar una cinta de estas características. Súmenle un diseño de lo más logrado, una caracterización de personajes que resulte divertida y entrañable y una obsesión por los detalles enfermiza y se puede caer en el error de empezar a aplaudir antes incluso de saber que demonios nos está contando la peli. Pero es que además la peli tiene una buena historia detrás, plagada de niños que ven muertos, fantasmas, zombis, brujas y una turba de pueblerinos con ganas de sangre.

El alucinante mundo de Norman es el segundo largometraje del estudio de animación Laika, cuyo trabajo anterior llevaba por nombre: Los mundos de Coraline. Yo es que creo que ya con esto queda dicho casi todo y la peli ya se da por recomendada. El punto fuerte de El alucinante mundo de Norman es su justa medida entre terror y risas (o entre humor y miembros desmembrados, como ustedes prefieran), mientras que su punto más flojo seria una historia que peca de resultar poco original, aunque logre salir más que airosa gracias a su gracia natural y a unos personajes que enganchan más allá de su diseño (cabe añadir que en el pueblo donde vive el protagonista todo el mundo es estúpido). En definitiva, se trata de un cuento de terror para los pequeños y un entretenimiento de nivel para los adultos.
Jefe Dreyfus
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