No tenemos ni idea, no sabemos nada, no controlamos nada.

Te crees el centro del mundo con tus problemas, tu trabajo, el dinero, la familia, una casa pequeña … pero nada de eso importa.

Te das cuenta cuando el cuerpo que lleva siendo tu vida durante tantos años; cansado, agotado y digno se separa de ti con la misma delicadeza de una caricia en la cara; lenta pero profundamente.

El lunes sigues con tus mismos problemas que el viernes – fatídico viernes- pero no tienen la misma importancia, quizá son los mismos, pero tus ojos no los ven igual, tu mente no los trata de igual manera y tu corazón está demasiado ocupado como para pensar en chorradas.

No hay nada que te calme, tu cabeza se vuelve loca y tu cuerpo deja de responderte, pero dentro de todo ese cúmulo de anodinas sensaciones, estás en calma.

Da igual que sea “el hijo de la novia” o la nieta de la novia, lo que queda al final es que haya sido plena tu vida, que lo que te ha hecho feliz, una boda en el caso de la película, tu gente en el caso de mi historia, haya llenado tu vida. Sólo queríamos eso, Lalá, hacerte feliz.

Esa es la magia de la vida, eso es lo que da sentido a todo lo que haces.

No dejo de cantar “Pinocho”… no dejes de reir jamás… demuestra en el cielo qué clase de persona eres…

Te echo tanto de menos que no me deja de doler.