Las viejas glorias en activo merecerían todo un estudio en torno al hecho de que cada vez tienen menos cosas interesantes que rodar y mejor técnica para disimularlo.

Lo bueno de "El escritor" es que cuenta una historia que si la hace cualquier director baratucho haría que la bella durmiente volviese a dormirse, pero como la hace Roman Polanski que es un hacha, pues parece algo.

En realidad es la típica trama barata a lo Tom Clancy o si me apuras a lo John LeCarré de los últimos tiempos, pero como los personajes nunca sonríen, todos tienen más de cuarenta tacos y nadie sube pone el volumen de la música a 11 cuando pasa algo tenso, da la impresión de que es una película más inteligente y con más contenido, pero realmente es un pasaje ornamental sobre una cuenca vacía.

Aunque luego se olvide la película tan pronto como se ha acabado, porque como sucede con todas las viejas glorias en activo, el Polanski de "El escritor" ya hace tiempo que dejó de ser compositor para convertirse en intérprete. Virtuoso, eso sí.