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España España · BARCELONA
Voto de DIEGO:
8
Drama. Bélico Bosnia, julio de 1995. Aida trabaja como traductora para la ONU en la pequeña ciudad de Srebrenica. Cuando el ejército serbio ocupa el pueblo, su familia está entre los miles de personas que buscan refugio en los campos de la ONU. Como participa en las negociaciones, Aida tiene acceso a información importante. (FILMAFFINITY)
14 de mayo de 2021
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando uno piensa que las guerras de la antigua Yugoslavia sucedieron en suelo europeo, a pocos quilómetros de Italia, Grecia, Austria, Suiza, Hungría..., como europeos que somos debería caérsenos la cara de vergüenza. Vaya eufemismo el que acabo de emplear...; vamos, es que no debíamos haber consentido que semejante matanza se celebrara. Y con esto no digo que las guerras lejanas debieran importarnos menos. En absoluto. ¿No es para echarse a temblar la que está comenzando a formarse de nuevo entre israelíes y palestinos? Todas las guerras son la misma guerra. Pero desde que el hombre es hombre la guerra ha sido una fiel compañera. Y he excluido a la mujer a propósito solo porque el machismo histórico lo ha impedido hasta ahora. Pienso que la guerra, desgraciadamente, es compañera del ser humano, y no conoce de géneros. Eso demuestra que, desgraciadamente, la mujer aún no ha llegado a compartir el poder, como es sabido. Espero que pronto lo haga, como también espero que cambie el ser humano. Para lo primero falta mucho aún, pero se conseguirá; de mi segunda esperanza yo no estaría tan seguro. Quizá si se cumpliera carecería de valor la visión que tenía al respecto Virginia Woolf -cuando en su época hizo esta afirmación no atisbaba este presente nuestro, más igualitario que el suyo, aunque por ahora muy deficiente en este sentido-. Decía: "La guerra es un juego de hombres... la máquina de matar tiene un género y es masculino". Aunque ya no lo veremos, eso el tiempo lo dirá. Ojalá que para entonces la guerra inacabable haya terminado, y no podamos, o no puedan, constatar esa afirmación.

No se han rodado muchas películas sobre la Guerra de los Balcanes, o quizá es que estamos tan saciados ya de películas sobre el holocausto, que este no deja lugar al resto, y digo al resto, porque hay tantas... ¿Adónde va Aida en esta película? Este es el título. Desde luego, ella vuelve a Srebrenica, como Pedro a Roma, tras formularle la pregunta a Jesús, según cuenta la religión. Solo quería subrayar el título.

La película nos muestra el episodio de la matanza acaecida en esta ciudad de Bosnia al final de la guerra, uno más del genocidio que se cometió ante tantos ojos extranjeros tapados que no querían ver. La coreografía de unos niños en la película puede que nos quiera transmitir esa idea, diría que así es. Lo que con seguridad transmite su guionista y directora, la cineasta Jasmila Zbanić, es el terror, la tragedia y la crueldad de una guerra salvaje -cuál no lo es-. En este caso la matanza de Srebrenica que antes decía. Y nos lo muestra con un realismo desgarrador. Ella había vivido parte de la guerra en Sarajevo, así que experiencia no le faltaba. Nos muestra asimismo el triste protagonismo de los cascos azules en la historia, holandeses en este caso, maniatados por la ONU que a su vez se hallaba desamparada por las grandes potencias. Estados Unidos no tenía ningún interés en Yugoslavia, que ni siquiera sabía señalar en el mapa, y no había conflicto con una URSS, entonces recién disuelta, que bastante trajín se llevaba en formar sus nuevas repúblicas. El caso es que, como comparsas, prestan la asistencia humanitaria que se les permite y poco más, a veces poniendo palos a las ruedas. Eso sí, son testigos privilegiados del horror, como nos enseña Fernando León de Aranoa en su película "Un día perfecto" (2015) (qué poco se prodiga; me gusta mucho su cine) con su destacamento de cascos azules español desplazado a Bosnia. Horror entre serbios y bosnios, antes también de croatas, entre cristianos y musulmanes: religiones, etnias, poder y territorios, cómo no, todo confluye aquí para poder aniquilarse. Y ante eso solo queda sobrevivir, que es lo que intenta a toda costa Aida, la actriz Jasna Duricić, que está en plano durante toda la tragedia intentando salvar la vida de su marido e hijos, en otra clase de lucha: contra órdenes, barreras de alambre, pasividad y militares que están para ayudar y no pueden hacerlo.

La película debe mucho a la interpretación de la protagonista, que hace un trabajo impecable, y también a sus compañeros de reparto. Todos están bien, con mayor o menor intervención, de la mano de esta cineasta que hace posible la recreación de la historia con una puesta en escena realista e inmersiva. Sabe la directora lo que quiere mostrar, y utiliza la cámara para ello al mismo ritmo que se suceden los hechos, con el vértigo desesperado que vemos en los propios ojos de Aida pidiendo ayuda mientras traduce para los cascos azules y, a su vez, para el espectador, al que atrapa en el drama sin ofrecerle concesiones relamidas. En fin, pienso que está muy bien rodada, traduciéndose el trabajo después en un montaje tan ágil como lo es la trama. El desenlace es casi fantasmal, lúcido y brillante, una estupenda creación narrativa; no te puede dejar indiferente, por mucho que te distancies de Aida para salvaguardarte.

Poco más puedo decir sin desvelar nada del argumento. "Quo Vadis, Aida" emplea una innumerable figuración para encarnar los miles de dramas humanos, personales y familiares, que generó esta atrocidad, de los que nada sabemos. Vivimos el de Aida y su familia, que en lo más profundo debe coincidir con los del resto: conseguir la sobrevivencia personal y la de los seres amados. ¿Acaso puede soportar el ser humano un trauma más terrible en una guerra?, me pregunto; más allá del hambre y del dolor físico.

Es una película que duele ver; pero vale la pena verla. Además, ¿no se dice que las heridas cuando escuecen es que curan? Pues a ver si aprendemos de una vez.
DIEGO
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