Un costumbrista relato que define con elegante precisión la época. La película ofrece una digna reflexión sobre las clases sociales y el impacto de estas en asuntos del corazón. Keira Knightley deslumbra rebosante de naturalidad. Los planos-secuencia logran un efecto de inmersión en los eventos sociales por completo, desgranando los diferentes estamentos sociales, roles, tramas y situaciones. Tanto el vestuario como decorado y los paisajes están también a la altura.

Los conatos de humor me resultan pretenciosos y no me parece que conduzcan a nada ni tengan cabida en este drama. La película aumentaría su calidad si abogase por una narración más dramática y emplease un lenguaje más duro y adulto. El estilo debería centrarse más en la importancia y significado de los pequeños gestos en relación al cortejo para la sociedad de la época. Y debería destacar el diálogo inteligente y la réplica mordaz por encima del resto de los elementos y recursos. Matthew Macfadyen, pese a encajar en el papel sobrio y comedido inicial, no parece creíble en lo tocante a la interpretación romántica.