Una noche cualquiera, aburrimiento desmedido y ganas de ver algo nuevo. No sé muy bien cómo, pero tenía en la memoria que había por ahí una serie de un tipo gordo que podía estar bien. Recuerdo que en los últimos Emmy´s había leído alguna crítica pero nada especial; a la hora de la verdad la serie había desaparecido de mi memoria. La verdad es que no esperaba mucho de una serie de comedias, algunas risas enlatadas, algún tipo aburrido y alcohólico y con chanclas que después de unas temporadas se fuera para no volver, usen la imaginación; o quizás un secundario afroamericano bonachón que nivelara el tono de la trama con buenismo desesperado y frases moralizantes. ¿Y por qué no? un falso documental con una pareja gay como eje principal y unos cuantos movimientos de cámara sin venir a cuento.
Manos a la obra, empiezo a buscar las nominaciones de los últimos Emmy´s y la encuentro, ¡por fin! ¡Mi aburrimiento ha terminado! ¡Qué entre en mi la nueva comedia americana de la Edad de Oro de la Televisión! y cuando estaba dando vítores, saltando de alegría y abriendo el champán comienza el primer capítulo. Mi champán se había trasformado en vino de cartón: una excursión escolar, dos padres al cargo, una avería en el autobús en medio de un gueto neoyorquino ¿pero qué es esto? ¿originalidad? ¿cómo se atreve? Un momento, ¿Louie, ya he aprendido su nombre, va a exponer a un grupo de niños blancos al peligroso mundo multicultural neoyorquino? ¿Y además trabaja como cómico en bares de mala muerte? Pobre infeliz, los republicanos de la Fox la tumbarán en una semana y seguro que algún grupo presbiteriano los demanda.
Pero todo se iba volviendo más surrealista aún: humor negro a espuertas, una asombrosa capacidad para hablar de sexo de una forma asquerosamente genial, sátiras sobre la familia tradicional, echar por tierra el sueño americano, sexo explicito y ultra realista...¡Creo que he encontrado mi serie!
Las temporadas se iban desarrollando con maestría; el tono de la serie se volvía cada vez más surrealista con magníficos gags: como la cita con la antigua compañera de clase que termina en fornicio en la cocina, el sexo con embarazada, tío gordo duchándose en el metro, hermano fracasado llora en el hombro de Louie...entre otras situaciones disparatadas. Louie no le exige nada al espectador, sólo te ofrece 20 minutos de innovación y originalidad televisiva sin parangón. Podríamos decir que "Louie" tiene influencias de todo tipo: desde el surrealismo y patetismo de Buñuel, increíble la escena de la experiencia onírica del protagonista; hasta el realismo de los Coen o los diálogos ácidos de Tarantino. Y aún así no pierde un ápice de identidad.
Entre las muchas comedias, y muy buenas todo hay que decirlo, que pululan por la parrilla televisiva, Louie puede ser la más irreverente, pero irreverente de verdad. Este personaje pelirrojo, inseguro y al que le darías un abrazo si pudieras, no tiene pelos en la lengua. Nuestro protagonista está inmerso en una doble vida, y quien no: en los bares donde hace monólogos se muestra decidido, desenfadado seguro de sí mismo. Pero todo cambia cuando Louie tiene que enfrentarse a la vida real, a sus citas con mujeres y sobre todo a sus hijas. En este aspecto, no vemos al típico padre de familia americano, con casa en las afueras, con su césped y su coche en el garaje perfectamente limpio, no. Louie vive en un piso diminuto de una New York sucia y nada idealizada. Es un padre inseguro, superado a veces por las situaciones de la vida diaria que intenta hacerlo lo mejor que puede en un mundo que no le pone las cosas fáciles.
En estas 5º temporada que nos ocupa vemos a un Louie mucho más comprometido como actor, se nos enseña su faceta más de cómico y que por primera vez asistimos a una gira completa del monologuista. Además continua la trama con Pamela, su "pareja sentimental" con la que comparte una de las escenas más comprometidas y arriesgadas que recuerdo ver en televisión: una escena de sexo con los roles cambiados. A lo largo de sus diez capítulos vemos que la relación padre-hijas se vuelve ya mucho más compleja, Louie tiene que hacer frente a las dificultades de criar a dos hijas solo. Los problemas más cotidianos se convierte en verdaderas epopeyas bíblicas con Manhattan de escenario y Louie en plan Charlton Heston, pero sin votar republicano.
Seguramente de las 5 nominaciones que ostenta en los Emmy nuestro querido individuo no consiga nada, quizás el de mejor guión de comedia, pero dará igual. La siempre cambiante en gustos y tendencias Academia de la Televisión no sabe valorar uno de sus productos más únicos. En el océano de la televisión aún queda una diminuta isla perdida con Louie como único habitante. No se encontrarán en ninguna tienda las temporadas de la serie en Blu Ray, pocos compañeros de trabajo se la recomendarán y no es la mejor serie para hablar en una primera cita pero, tengan claro que Louie es originalidad con mayúsculas, un producto irrepetible del genio creativo de último naufrago de la televisión estadounidense, Louie C.K