Campan a sus anchas por la jungla especies de todo tipo, desalmados sin corazón pero con el cerebro muy fino, acomodados señores sin escrúpulos que viven en la opulencia a costa de esquilmar a los demás, defensores del orden que se pasan al otro lado porque es más productivo, insectos cobardes que viven de chupar la sangre a desaprensivos, ingenuos desengañados que alquilan su fuerza y valor a otros que no la poseen y etc. etc. etc.
Para que no todo sea nefasto también hay algún personaje integro que persiguen con anhelo y sin desmayo a los anteriormente citados, algún ser enamorado que no ve más allá de su corazón, alguna preciosidad entre inocente y picara que explota sus atributos y algún loco en extinción que aún cree en la amistad.
En esta jungla que tan eficazmente nos describe Huston hay de todo, fieras, alimañas, corderillos, pero sobre todo hay soledad, incomprensión, incomunicación, ambición, desolación y lo que queramos añadir. En ese asfalto se entierran las ilusiones y perecen los sueños, se convierte en imposible la redención, son utópicas las salidas, solo existe la huida hacia adelante, hacia el abismo, hacia el fin. Quizás eso ya lo sabíamos, aunque no está mal que de vez en cuando alguien nos lo recuerde.
Huston firma una obra redonda, sólido guión, vibrante narración, soberbias interpretaciones, magnifica puesta en escena, estupenda definición de personajes, frases impagables, todo concuerda, la armonía es perfecta. La guinda la pone una jovencísima Marilyn Monroe en una de sus primeras apariciones, dicen que solo sale en pantalla seis minutos, pero le da tiempo a mostrar su belleza y sensualidad.
La jungla es implacable con sus moradores, engulle de forma despiadada a todo el que se sale de la raya, solo los que eligen una vida anodina tienen posibilidades de vegetar, los demás son vorazmente aniquilados, los otros también, aunque de manera más lenta, y lo que es peor, seguramente ellos no lo saben.