Anodina historia edulcorada con encuadres rebuscados y colores llamativos con una buena banda sonora y excelentes actores que deambulan como fantasmas perdidos en medio de la nada.
Más preocupado por resaltar cada plano con ese sello personal que le caracteriza, Wong Kar-Wai (sobrevaloradísimo director de cine), se olvida por completo aquí de contar como mínimo una decente historia, de componer un argumento mínimamente interesante, todo se queda en un intento de propuesta sin que nada tenga razón de ser..., es un querer y no poder.
Una vez más nos encontramos ante una de sus muy personales historias de amores y desengaños, de pasiones inconfesables y de sentimientos propios que va sólo sugiriendo dentro de su también estilo video-clipero que no aporta nada claro al asunto.
No nos podemos dejar deslumbrar por ese juego de colorines, rebuscadas perspectivas, el deambular por la pantalla de admirados actores, (en ésta no podremos averiguar si Norah Jones es una buena actriz), todo bajo una música que nos cautiva y que anima la función..., ya que todo lo demás es pólvora mojada, y es una pena porque parece bonito lo que quiere contar; esa exploración de los sentimientos de la gente y sus preocupaciones y deseos.
P.D.: el único hipnotismo que provoca es el de mirar el reloj cada poco tiempo.