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Voto de Cinedelos80:
7
5,9
2.954
Fantástico. Ciencia ficción. Acción. Terror
Una malévola forma de vida viscosa irrumpe en un tranquilo pueblo de Arborville. No tiene problemas de conciencia ni inteligencia alguna, y sólo sabe hacer una cosa, pero es todo un experto en ello: comerse todo lo que se mueve... hombres, mujeres o niños. Remake de un conocido filme de 1958 ("The Blob", con Steve McQueen). (FILMAFFINITY)
6 de marzo de 2011
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Remake de la película clásica de ciencia ficción “La masa devoradora” (1958, Irvin S. Yeaworth Jr.) , “The Blob”( conocida en España como “El Terror no tiene forma”), es un buen ejercicio de terror de serie B que supera con creces la versión original así como a la mayoría de películas de esta temática que actualmente copan los cines. Chuck Russell, que debutó con Pesadilla en Elm Street III, y también es conocido por otras películas como La Máscara (protagonizada por Jim Carrey) o Eraser (Arnold Swachenegger), dirige de forma más que correcta y nos regala un buen puñado de imágenes impactantes así como una historia mejor desarrollada y más adulta que su precursora del 58.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La historia se desarrolla en el tranquilo pueblo de Arborville, cuya quietud se verá rota cuando un supuesto meteorito se estrellé contra su suelo y una pequeña masa rosa comience a devorar a pasos agigantados a todo ser vivo que se cruce a su paso adquiriendo un tamaño descomunal. Serás dos jóveves, el rebelde Brian Flagg (Kevin Dillon) y la animadora Meg Penny (Shawnee Smith), los que planten cara al ente teratológico y traten de advertir a los habitantes de Arborville (que serán conscientes demasiado tarde) sobre el terrible peligro que les acecha.
Sobre estas sencillas premisas se desarrolla una historia cuyo punto fuerte son, sin duda, los efectos especiales, constituyendo estos el armazón sobre el que se sustenta la trama, presentándose muy logrados y destacando por sus altas dosis de bizarrismo; en ocasiones recuerdan y se deja notar la influencia de una obra cumbre del género como es “La Cosa” de John Carpenter. No es de extrañar que superen ampliamente a los de su predecesora, que precisamente adolece de una inocencia que alcanza el ridículo, e incluso a muchas de las producciones del género actuales; completamente diluidas en el uso de recursos digitales.
Escenas como la de la cocina, en la que un hombre es engullido por el fregadero del que violentamente saldrá la masa rosa y se erigirá desafiante en el techo, o la magnífica secuencia en el cine, en la que se juega con la metaficción al desarrollarse dos acciones paralelas entre lo que ocurre en la película que proyectan y lo que nosotros vemos en la película, son ejemplos de que pese a los tópicos sobre los que navega, “El terror no tiene forma” da un toque de distinción al género, acentuado por el tratamiento de sus personajes; “el chico bueno” será engullido por la masa a la primera de cambio mientras que “el chico malo” pasará a ser el protagonista.
Pero a pesar de ser un mero producto de entretenimiento, se puede barruntar claramente una crítica a las consecuencias de una experimentación científica exenta de toda ética y a un extremismo religioso dispuesto a todo con tal de demostrar la verdad de lo expuesto en las sagradas escrituras.
Sin duda una película infravalorada que merece una oportunidad.
Sobre estas sencillas premisas se desarrolla una historia cuyo punto fuerte son, sin duda, los efectos especiales, constituyendo estos el armazón sobre el que se sustenta la trama, presentándose muy logrados y destacando por sus altas dosis de bizarrismo; en ocasiones recuerdan y se deja notar la influencia de una obra cumbre del género como es “La Cosa” de John Carpenter. No es de extrañar que superen ampliamente a los de su predecesora, que precisamente adolece de una inocencia que alcanza el ridículo, e incluso a muchas de las producciones del género actuales; completamente diluidas en el uso de recursos digitales.
Escenas como la de la cocina, en la que un hombre es engullido por el fregadero del que violentamente saldrá la masa rosa y se erigirá desafiante en el techo, o la magnífica secuencia en el cine, en la que se juega con la metaficción al desarrollarse dos acciones paralelas entre lo que ocurre en la película que proyectan y lo que nosotros vemos en la película, son ejemplos de que pese a los tópicos sobre los que navega, “El terror no tiene forma” da un toque de distinción al género, acentuado por el tratamiento de sus personajes; “el chico bueno” será engullido por la masa a la primera de cambio mientras que “el chico malo” pasará a ser el protagonista.
Pero a pesar de ser un mero producto de entretenimiento, se puede barruntar claramente una crítica a las consecuencias de una experimentación científica exenta de toda ética y a un extremismo religioso dispuesto a todo con tal de demostrar la verdad de lo expuesto en las sagradas escrituras.
Sin duda una película infravalorada que merece una oportunidad.