Contra todo pronostico he disfrutado del visionado de la película dirigida por Spike Lee, en la que presenta y desarrolla una historia basada en hechos reales en la que el primer agente negro del departamento de policía de Colorado Springs, decide llevar a cabo una misión muy peligrosa: infiltrarse en el Ku Klux Klan y exponerlo ante la ciudad.
Cuenta con una pareja protagonista muy carismática, gracias a la cual, consigue ofrecer buenos momentos de ingenio y diversión, en una temática que podría haber caído en el drama absoluto.
El director consigue tocar algunos puntos habituales de su cine, con crítica y demanda social, sin dejar a un lado el entretenimiento.
Consigue un ritmo fluido y evita profundizar en lo dramático, para darle un tratamiento desenfadado con buenas pinceladas de humor.
Todo funciona bien,menos cuando traslada la historia al presente con imágenes de situaciones ocurridas durante el mandato de Donald Trump. Una forma de lanzar mensaje político, poco elegante y tramposo.
Un infiltrado que hace bien su labor en su misión, entretener y lanzar crítica al racismo.