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España España · España
Voto de Polimnia:
9
Drama “La Gaviota” es un caserón situado en las afueras de una ciudad del norte de España. En ella viven Agustín, médico y zahorí, su mujer, maestra represaliada por el franquismo, y su hija Estrella. La niña, desde su infancia, sospecha que su padre oculta un secreto. (FILMAFFINITY)
26 de septiembre de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé por qué, pero "El sur "(Víctor Erice, 1983, basada en el relato homónimo de Adelaida García Morales) me recuerda la bellísima canción de Luz Casal, "Entre mis recuerdos". Será porque las dos obras tratan la inefabilidad de la nostalgia, de una felicidad y un conocimiento ya solo abrigado en palabras y secretos cuchicheos nocturnos. La conciencia de la irrecuperabilidad del tiempo ya pasado para siempre.

Estrella (interpretada por Icíar Bollaín de mayor; y cuando niña, por Sónsoles Aranguren) descubre una mañana el péndulo de su padre, Agustín (Omero Antonutti) y en una lágrima gatopardesca desprende toda la película. La luz de El sur no es como nos promete el título, es una luz hostil, tan hialina como mentirosa y admirablemente turbia como la memoria.

"El sur" puede leerse como la historia de la protagonista, su infancia y adolescencia, pero el crecimiento siempre necesita de continuos nacimientos. El trabajo del padre queda envuelto en una brumosa niebla mágica, es zahorí, pero se atisba un misterio mayor bajo tal seriedad, la solemnidad de su cuarto lo hará perdurable. Además, parece que la hija también tiene acceso a tal dimensión cósmica, pero no Julia, la madre (Lola Cardona).

Julia y Milagros (Rafaela Aparicio) serán las encargadas de desvelar ya para siempre el dulce sueño inocente de la pequeña Estrella. La Guerra Civil Española. Una maestra republicana represaliada, relegada a ser solamente esposa y madre, aunque sabrá sublimar todos sus conocimientos en su afortunada y querida hija. Y una sirvienta, ya más familia que empleada, que presenció el natural ritual de la necesidad del hijo de derrocar la figura paterna, pero completamente polarizado por la guerra.

Aparicio, en uno de sus mejores papeles, tal y como ella admitió, resulta una abuela sustituta entrañabilísima y adorable, muchísimo más que la oficial, Rosario (Germaine Montero). En su costumbrismo castizo, Rafaela Aparicio puede que no interpretara, puede que ese personaje fuera sencillísimo para ella, pero resulta de una naturalidad y una cercanía para el espectador encomiables. Qué seríamos sin los bondadosos desconocidos que nos son mucho más afectos que los lejanos lazos sanguíneos…

¿Yo? Estrella descubre que el conocimiento total de las personas es imposible, pero, ¿es que se conoce a sí misma? Es demasiado sencillo juzgar y más en tan mañaneras edades. Su padre es otro para ella. Un hombre que abandonó su hogar, enfrentado con su padre por diferencias políticas y que decidió partir para ya nunca volver. Y abandonó a Laura (Aurore Clément), y el norte es tan frío… Tanto García Morales como Erice consiguen dotar de un magnífico simbolismo ambos polos antitéticos, aunque puedan parecer estereotipados, el norte y el sur de la península.

Estrella vive en una casa, muy hábilmente conocida como La Gaviota y más hábilmente aún presidida por una veleta, a las afueras de una población norteña. Desde pequeña le hablaron del mítico sur, ojeaba fotografías turísticas y postales ideales, y cuando la pizpireta Milagros y su abuela la visitaron para su comunión, entonces la alegría la colmó, a pesar de la resistencia inicial. Debía conocer Sevilla, la ciudad natal de su familia paterna, ¡le hacía tanto reír la esencial Milagros con su acento andaluz, con sus anécdotas, con el calor que perpetuamente desprendía…! Su vida se quebró en el norte, y el viaje al sur completaría su particular Bildungsroman. Y no importa que esta película haya quedado para siempre inacabada para Erice, y que la rumorología nos diga que nos perdimos a un titánico Fernando Fernán Gómez en el papel del abuelo paterno de Estrella. "El sur" no son las andanzas de la protagonista, y su característico final, abrupto para algunos, incluso para el director, potencia no tanto los elementos para su exégesis, sino la maraña de sentimientos que nos carcome disimuladamente.

Laura, Irene Ríos, Laura… puede que la palabra genésica sea la única poesía verdadera; y el nombre propio, la más alta creación. Irene Ríos, una Rita Hayworth de lance que nunca consigue escapar de la muerte ficcional… ¡cuánto hubiera deseado Agustín inmiscuirse en "La rosa púrpura del Cairo" (Woody Allen, 1985)! Y como la ficción construye la vida en más ocasiones de las que creemos, ver morir a Irene en "Flor en la sombra", le empujó a escribir a Laura. Puede que Agustín sospechara del fallecimiento de Laura, la guerra… pero verla, mirarla… y Estrella también lo había visto y le había mirado.

¿Dónde quedaba Julia, entonces? Al pasado nunca se debe volver y las personas que allí se quedaron, deben permanecer en tal lugar. Los juegos temporales no fueron hechos para el finito humano. Laura respondió. La misma persona, en el lugar de siempre, con la misma gente, con la misma vida. Ser Irene Ríos le reportó bien poco, viajes, compañías dudosas… la soledad y el desarraigo cordiales más absolutos. Pero ser Laura, aún fue un fracaso mayor. Y Agustín… solamente acariciar el recuerdo ya es demasiado hiriente. El olvido y la rabia por la inacción se imponen, y la melancolía por lo que no será. Pero detrás de todas esas defensas… el frío norteño es inevitable de madrugada, aunque seas mayor. Y la cobardía ahogante.

A trompazos y trompicones el amor se le presenta a la adolescente Estrella y su desconocido padre quiere volver a entrar en su vida. Irene Ríos solamente era una actriz de cine, una curiosidad pasajera, y la chica tiene prisa, es buena estudiante y no quiere faltar a clase. Es joven, está biológicamente programada para mirar adelante, para ser egoísta, y es natural, no se la debe condenar. Y su padre… ya no es su padre. Es solamente un hombre asolado y aterrado por los recuerdos, por la tristeza. No es que no ame a Julia y Estrella, pero Laura, la música, la enfermedad de la nostalgia… La inefabilidad del tiempo pasar.

Crítica completa en: http://www.relatoenmarcado.com/2014/09/24/melancolico-vacio/
Polimnia
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