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España España · Barcelona
Voto de Miguel G:
9
Drama Charles Horman (John Shea), un joven e idealista periodista norteamericano, desaparece de su domicilio en Santiago de Chile tras el golpe de Estado del general Augusto Pinochet (11-9-1973). Su mujer (Sissy Spacek) y su padre (Jack Lemmon), que se traslada allí desde los Estados Unidos, intentan averiguar su paradero y vivirán una auténtica odisea recorriendo las instituciones diplomáticas norteamericanas y tropezando con infinitas trabas burocráticas. (FILMAFFINITY) [+]
16 de octubre de 2009
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante 2 horas de metraje, seremos partícipes de la mayor de las impotencias, sufriendo junto a los protagonistas de una situación verdaderamente espeluznante. Es curioso, porque Gavras consigue que cuanta más esperanza exista, nuestra ira sea cada vez mayor. Missing pone a prueba nuestra paciencia e integridad, estrellándonos contra el muro de la burocracia que esclaviza a todo aquel que intente sortearlo. Degeneradas, viciosas y ruines son las estratagemas de despacho que la administración norteamericana usa fríamente para quitarse de encima la puñetera e insistente búsqueda de Beth y Ed Horman. Un juego perverso que estremece por ser real, la tortura del papeleo elevado a extremos que ya no solo juguetea con la entereza de las personas, sino también con sus sentimientos. Algo peligroso, y criminal. De esta manera Gavras trata el tema político, justificadamente, como un estercolero y la mayor red de cloacas inmundas del planeta.

Claro que Missing no es monotemática. Su principal razón, naturalmente, es la crítica a la deshumanización de la política y el esclavismo burocrático. Pero ese tema, a diferencia de la mayoría de films de concienciación social, no es mera rebeldía pseudo-antisistema; se nos presenta de una forma muy humana e inteligente, a través del amor de un padre y de una pareja, de dos familiares desconocidos que se detestan y que han de aprender a quererse para mantener intacta la integridad y fuerza necesarias para luchar contra el juego de la administración. También mediante los conflictos generacionales eternos entre jóvenes y mayores, a través del miedo, la locura y la mutilación de una generación idealista cuya pretensión de necesario cambio fue cercenada salvajemente de un solo golpe. Sí, se juzga el bastonazo pinochetista, critica ferozmente la política norteamericana, pero se nos pone en manifiesto algo mucho más global y preocupante, la manipulación que ejercen los poderosos no solo sobre nuestra calidad de vida, sino sobre nuestros anhelos y sentimientos más íntimos.

Las interpretaciones de Jack Lemmon y Sissy Spacek merecen una alusión especial. Lo que estos dos actores hacen en la película pone la piel de gallina. A Lemmon nunca lo vimos tan serio. Convertido en el paradigma de padre, en cada plano, de sus ojos se derrama la tristeza más profunda de su alma. Y Spaceck, que con sus andares débiles y su frágil actitud nos construye a lo largo de la película un personaje ejemplarmente sensitivo, el amor y la ternura personificados.

Es algo que podemos ver claramente con la impotente existencia de este trío protagonista y sus conclusiones: quitadnos el dinero, aniquilad nuestra libertad física, pero nuestra libertad interior… no os atreváis, eso no se toca. Porque tarde o temprano, todo hijo sano se rebela.
Miguel G
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