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Voto de lyncheano:
9
7,2
46.466
Drama
Randy "The Ram" Robinson (Mickey Rourke) es un luchador profesional de wrestling que, tras haber sido una estrella en la década de los ochenta, trata de continuar su carrera en el circuito independiente, combatiendo en cuadriláteros de tercera categoría. Cuando se da cuenta de que los brutales golpes que ha recibido a lo largo de su carrera le empiezan a pasar factura, decide poner un poco de orden en su vida: intenta acercarse a ... [+]
16 de enero de 2009
36 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muchas veces he dicho que Darren es el mayor experto en hacer trascender sus imágenes, no sus películas en general, sino todas y cada una de las escenas que componen las mismas. En este caso, Darren hace trascender la basura, el abandono, la decadencia, la brutalidad y, por supuesto, la carne. Ese director de texturas del que espero que sólo haya aparcado momentáneamente su eclecticismo, se centra en revivir la carne, en hacerla bella en su laceración y monstruosa en su grandeza, instrumento que otorga y después priva para siempre, cárcel y útil de vida, carne untada con cerebro que reverdece lo efímero de su apogeo, o nos hace creer en ello a pesar de que somos testigos de su decadencia. Una vez más, el hombre/artista quiere ser especial, y tiene talento para algo. Un algo que quizá sólo le importe a él a ese nivel vital (como toda creación personal), desde luego mucho más que a los fans a los que sólo les satisface un instante, una lágrima de segundo salpicada en sangre en el que poder lanzar un insulto voraz en la cara de alguien mucho más fuerte que ellos para desahogarse de la mierda de sus cochinas vidas en las que nada es especial. Para él, sin embargo, es su vida. Su vida porque es lo único que sabe hacer, o lo único que le hace especial, o lo único que le recuerda que puede ser especial. No obstante, cuando ese algo que te hace especial explota delante de tus ojos y te absorbe, pasa a convertirse en todo lo que eres... y tarde o temprano abandonas a tu hija, abandonas el amor, abandonas tu salud y te abandonas a ti mismo con tal de seguir consumiendo de la droga de ese talento que Dios te ha dado. Y aquí no importa el intelecto. Darren nos ha hablado de dos mundos bien diferenciados en sus películas: el de las drogas y la decadencia, las convenciones de la calle y del mundo del espectáculo, suficientemente alejadas de la intelectualidad como próximas a la sabiduría del oficio; y por otro lado el de los genios matemáticos, eminentes científicos y doctores. Los del primer grupo (Réquiem, y ahora esta Wrestler) buscan ser especiales a partir de la simple facultad de sus virtudes, equivocándose en sus decisiones y echándose a perder (o más bien corroborando esa perdición a la que siempre han estado abocados), pero con el horizonte siempre en mente, negando lo que son y buscando lo que quieren ser. En el segundo grupo están aquellos cuyas complejas virtudes y dotes mentales les impiden saber quiénes son o qué hacen aquí, hasta que les llega la redención en sus prodigiosos finales. De tal forma, Darren les coloca en la misma tesitura de tener que afrontar sus equivocaciones y afrontar su destino, que siempre les será esquivo, independientemente de su status social e intelectual, nivel, oficio, arte, sueños, obra y prodigios.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
The Wrestler es colosal en su planteamiento de la asunción de lo que esta persona resulta ser, el encuentro íntimo e inintercambiable con su propio yo. Consecuentemente, este camino tortuoso le llevará irremisiblemente a un final antológico en el que, lejos de arrepentirse de su camino, se alegrará de poder morir siendo lo que es, sin traicionarse, sin doblegarse ante nadie, siempre luchando. De hecho, al final sentimos que eran necesarias las lágrimas de su hija y la ausencia en la última escena de su stripper preferida. Es necesario ese abandono porque el artista es incomprendido, el luchador es denostado. La persona es solitaria y merece esa soledad, pero aún va más allá y desea esa soledad, ese triunfo entre los aplausos finales de un público enfervorecido, entre la multitud sin nombre, sin alma y sin memoria que es su familia. Y Darren no lo consigue plenamente con las escenas más dramáticas de la cinta, sino que necesita rabiosamente de esas escenas sudorosas, ensangrentadas y gloriosamente realistas, filmadas con prodigioso arte, que son los combates de lucha libre. En ellas, el carácter hercúleo de ese montón de carne maltratado entra de lleno en la antología de imágenes icónicas y fundamentales del séptimo arte y el luchador se hace eterno, alcanzando esa sobrehumanidad que le hace ser especial. Pobre, grotescamente deforme, chalado, sordo, infeliz, no amado, vilipendiado, respetado y eterno. Y aquí es donde entra el actor que da estructura a esa figura de muñeco de plástico duro con cintas en las articulaciones, que no es otro que Mickey Rourke en una de las mejores interpretaciones que se hayan visto jamás en una pantalla de cine. El Toro Salvaje del siglo XXI, que literalmente se come la película. Quizá por eso no tenga que recurrir Darren a ese montaje eléctrico ni a esas tomas a ritmo de techno. Ni tampoco se hace tan especial como siempre la música de Clint. Porque no desea quitarle protagonsimo. Porque con su cámara larga, siguiendo en eterno travelling su corpachón ágil y al mismo tiempo desvirtuado, le basta para hacer una obra de arte y transmitir todo lo que esta historia necesita. Una historia que, al contrario que la típica narración scorsesiana, no nos habla del ascenso y decadencia del héroe, sino tan sólo de su caída en picado, de la suciedad y la barbarie, de la tosca elegancia de su carne mutilada, quebrada, magullada y renacida. De su final que paradójicamente es su principio y es su todo. No le hace falta la otra mitad nada más que para los títulos de apertura, porque su éxito está al final, justo en esa última sonrisa antes del inevitable y sobrecogedor salto al abismo y posterior fundido a negro. Nuestro antihéroe, uno de los más grandes de todos los tiempos, ha obtenido justo lo que estaba buscando.