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Voto de los pájaros de Bangkok:
8
Western Estado de Wyoming, a finales del siglo XIX. Shane, un hastiado pistolero, llega a la granja de los Starretts, un matrimonio con un hijo que, al igual que los demás campesinos del valle, se encuentra en graves dificultades, pues el poderoso ganadero Rufus Ryker pretende apoderarse de sus tierras. Cuando Ryker se entera de que Shane es un hábil pistolero, le propone que trabaje para él. Ante su negativa, contrata a Jack Wilson, un ... [+]
31 de diciembre de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al fin y al cabo, y sólo en algunas situaciones, lo más importante es lo que no ha pasado. A los tipos del cine negro que dejaban su sombrero colgado en la percha les admirábamos porque sabíamos que venían de lugares increíbles. Aquí pasa, pasa que lo más importante es lo que no vemos, esa mano invisible del director es fantástica, eso es dirigir. Lo que más me interesa es de dónde viene Shane y a qué lugar se dirige entre los gritos de ese niño que le implora que se quede, lo que más me interesa es destripar la tensión sexual entre la abnegada madre y el guapo héroe. Lo que más me interesa es adivinar de dónde le viene a todos los personajes esa cartografía moral que inunda todos sus actos y palabras, perdón, sus actos-palabras, sus palabras-actos, porque en el lenguaje está siempre la huella del sistema moral, su genealogía. La hombría, la amistad, el machismo, la valentía. ¡Y algunos piensan que se han perdido los valores! Me imagino saliendo de la panadería pegando patadas a las puertas porque no tenían el pan que me habían encargado, ¡con dos cojones!, o todo lo contrario, ¡no se preocupe señora, su adorable virtud como panadera es incomparable en todo el condado, mañana volveré con la misma ilusión para ver si tiene pan de centeno! Es una gran película, que como todas, se necesita contextualizar para poder disfrutar, que se ha de vaciar de prejuicios para no tacharla de lo que es y significa. Después de mucho tiempo sin ver western me he reconciliado con la niñez, las sobremesas soporíferas, mi tía Manoli me daba permiso para poner la Telefunken y ¡oh, el cine! Luego bajaba a la calle a echar un partidito de fútbol con los amigos. Yo perdía la noción del tiempo, esa es la nación de la infancia.
los pájaros de Bangkok
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