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España España · Valladolid
Voto de Alberto Monje:
8
Drama Sentaro tiene una pequeña pastelería en Tokio en la que sirve dorayakis (pastelitos rellenos de una salsa llamada "an"). Cuando una simpática anciana se ofrece a ayudarle, él accede de mala gana, pero ella le demuestra que tiene un don especial para hacer "an". Gracias a su receta secreta, el pequeño negocio comienza a prosperar. Con el paso del tiempo, Sentaro y la anciana abrirán sus corazones para confiarse sus viejas heridas. (FILMAFFINITY) [+]
8 de noviembre de 2015
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tres personajes solitarios. Tres personajes que no han encontrado su lugar en el mundo. Una pastelería de dorayakis que los une. Básicamente esto es Una pastelería en Tokio, una película dulce sobre las relaciones humanas y lo esenciales que son en nuestra vida.

Sentaro dirige una pastelería del centro de la capital nipona donde acude Wakara, una joven escolar. Tokue, una anciana que se acerca un día al local, se ofrece a ayudar a Sentaro a cocinar los mejores dorayakis que haya probado, éstos son unas tortitas con pasta de judía dentro, el Anko. La pasta que cocina Tokue, está para chuparse los dedos. Por ello, sin dudarlo, Sentaro contrata a la anciana, pese a su avanzada edad y una enfermedad que tiene en las manos.

Naomi Kawase consiguió el galardón a la mejor dirección en esta pasada Seminci con esta cinta. En su trabajo podemos observar un gran cuidado con la forma y el estilo en lo narrado, además la dulzura y el sentimiento que revierte en la cinta, la convierten en una gran experiencia para casi cualquier público.

Si hay que ponerle una pega a la película es su metraje, quizá, demasiado largo. La historia está muy bien contada y medida en su mayor parte, pero son esos últimos 20 minutos los que reinciden innecesariamente en la misma idea. Aun así, el filme no deja de ser tan apasionante y consigue tratar numerosos temas como: la dulzura de la vida, la pasión por el trabajo, la armonía del hombre con la naturaleza o la lepra en la sociedad nipona actual. Este último tema sorprende desde nuestra perspectiva occidental, pero es un verdadero lastre sanitario y, sobre todo, social para muchos japoneses en la actualidad. Merece la pena ver la película y descubrir hasta qué punto una de las sociedades más avanzadas de la tierra posee tantos prejuicios irracionales hacia esta enfermedad.

Quizá un público más refinado, un público que se conozca a la perfección todas las teorías cinematográficas sobre las historias o la narración, al conocido como “crítico pijo”, le falte algo. Pero el resto de los mortales somos capaces de disfrutar con una obra que no es perfecta, pero que, si llega al corazón, lo acaba siendo. Esta gente refinada le sacará mil pegas: que si los personajes son demasiado tópicos, que si la historia no llega a despegar, incluso usarán palabras que ni ellos mismos saben lo que significan para argumentar sus ideas. Ahora bien, que no os engañen. An es una película que hay que ver y disfrutar porque en su esencia está la vida misma y, en palabras de su propia directora, “sólo el hecho de vivir es algo maravilloso”.

Alberto Monje, Esencia Cine
Alberto Monje
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