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Voto de Melón tajá en mano:
3
Drama Una poderosa historia de descubrimiento sexual e intelectual basada en acontecimientos reales a partir de la turbulenta relación entre el joven psiquiatra Carl Jung (Michael Fassbender), su mentor Sigmund Freud (Viggo Mortensen) y Sabina Spielrein (Keira Knightley). A este trío se añade Otto Gross (Vincent Cassel), un paciente libertino decidido a traspasar todos los límites. (FILMAFFINITY)
22 de noviembre de 2011
21 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
David Cronenberg es de esos directores a los que se les coge cariño con facilidad. Quizá por haber tocado el cielo con obras maestras y el suelo con tropezones evidentes.

Si lleva más de cuarenta años en eso del cine será porque sabe algo. Sus dos anteriores películas ('Eastern promises' y 'A history of violence') son de las más brillantes de su filmografía. Había mucha expectación por ver algo nuevo.

Aún no sabemos si 'UN MÉTODO PELIGROSO' ('A DANGEROUS METHOD') implica un giro importante en su carrera o sólo es un alto en el camino. El tema de la cinta no es a lo que nos tiene acostumbrados Cronenberg, pero su estilo de realización está presente y le delata como autor de la misma. Estamos ante un director honesto que hace el cine que siente en cada etapa de su vida.

Cronenberg se pone más trascendental y turbio que de costumbre con una historia compleja, pasional e intelectual entre un joven psiquiatra, una paciente y Sigmund Freud en los inicios del psicoanálisis. La técnica del director sigue siendo impecable, pero esta vez hay algo que falla y cuesta encontrarlo.

La presentación de los personajes está bien, pero la película pega un bajón inmediato cuando la paciente (interpretada por una excesiva Keira Knightley) verbaliza abiertamente y sin tapujos las raíces de su trastorno. El argumento pende de un hilo casi trasparente y el público se siente como una vieja tratando de enhebrar la aguja de la credibilidad.

El primer y sobre todo el segundo acto pasan delante de nuestros ojos sin conseguir que clavemos la mirada. Michael Fassbender (el psiquiatra) y Viggo Mortensen (Freud) están correctos sin más en un filme donde las emociones parecen contenerse demasiado.

El guión imprime algo de ritmo cuando el psiquiatra rechaza a su paciente para evitar enfrentarse a un dilema moral. La trama parece ventilarse y el interés se dispara durante unos minutos. Pero es una falsa alarma: el ritmo decae nuevamente y ya no hay manera de resucitarlo.

Hay que reconocer que la historia es difícil de manejar. Puede que la adaptación que hace el Cronenberg guionista de la obra original de Christopher Hampton sea demasiado contemplativa y emocionalmente impenetrable. La película vuela tan alto que se hace imposible avistar si está parada o en movimiento.

El último cruce de cartas entre el psiquiatra y Freud es muy hermoso, pero no tanto como la frase lapidaria que cierra la película: "a veces hay que hacer algo imperdonable para poder seguir viviendo". Y Cronenberg seguirá porque no hay nada que perdonarle.
Melón tajá en mano
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