Haz click aquí para copiar la URL
España España · Barcelona
Voto de Rómulo:
7
Drama Los habitantes de la isla de Amami, viven en armonía con la naturaleza, están convencidos de que en cada árbol, cada piedra y cada planta vive un dios. Una tarde de verano, Kaito descubre el cuerpo de un hombre flotando en el mar. Su amiga Kyoko le ayudará a descifrar el misterio. Crecerán juntos, aprendiendo a ser adultos, descubriendo los ciclos de la vida, la muerte y el amor. (FILMAFFINITY)
15 de octubre de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aguas tranquilas

“Debemos ser humildes con la naturaleza; no tiene sentido resistirse a ella.”

Muchos mortales hacinados en este páramo nuestro que estás en los cielos, menos santificado de lo que creemos, aún no hemos limado del todo la superficie rocosa de nuestro paladar por lo que el cine japonés nos sigue resultando de difícil digestión. 
Su particular método narrativo, costumbres, formas de expresión, concepción músical del ritmo y su profunda sensibilidad para entender la vida nos son todavía extraños componentes de un guiso con el que no acabamos de indentificarnos.

Sin embargo, la película de Naomi Kawase es una hermosa obra plástica, poética, tierna, humana y universalmente reconocible, que te llega y penetra directamente a través de los poros de la piel sin necesidad de recurrir a engorrosos esfuerzos intelectuales.

Amami-Oshima, no es Tokio, ni Osaka, sino una remota isla semitropical al sur de Japón, donde las costumbres ancestrales de sus habitantes, por razón, entre otras cosas, de su aislada situación geográfica, conservan toda la pureza y espiritualidad de antaño. Y es ahí donde se desarrolla esta pequeña gran historia, detalle que no debe pasar inadvertido para el espectador si pretende entender la esencia del relato.

Fluye el guión con absoluta y admirable naturalidad. Tienen todos sus personajes la invaluable virtud de transmitir veracidad en un encomiable trabajo actoral. Respiran verdad, emoción y nos dan una lección de vida difícil de olvidar. La aceptación de la muerte, no sin dolor, de tus seres queridos y la serenidad -ajena a nuestra comprensión occidental- con la que se acepta su inminencia es, en sí mismo, todo un mensaje de dignidad, humildad y sabiduría del que deberíamos aprender. 
Lawase fotografía con soberbia maestría la naturaleza del mar y su fuerza incontenible; el apacible murmullo de sus olas cuando está en calma o el estruendo ensordecedor cuando se agita nos acompañan, como el ritmo sostenido de una tenaz y brumosa sinfonía, a lo largo -se hacen muy cortos- de sus 110 minutos de metraje.

Un filme muy recomendable y que, si yo fuera usted, no me perdería.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow