Maniac

“Maniac” es una locura distópica, un estrafalario disparate, una hilarante y alucinante parodia estadounidense condensada en una miniserie de 10 episodios que Netflix incorpora a su amplísimo catálogo de curiosidades. La historia va de orates convencidos de su misión como salvadores del Planeta, de científicos que requieren urgentemente de tratamiento psiquiátrico, de personajes mentalmente trastornados con tendencias suicidas, de consumidores compulsivos de todo tipo de psicotrópicos para sobrellevar la confusión que domina su existencia, de sofisticados ordenadores capaces de sentir, amar, llorar o deprimirse según los impulsos eléctricos que fluyen a través de su complicada red de cableado y, en fin, del eterno sufrimiento que causan las relaciones familiares desde que al Hombre se le ocurriera la brillante idea de organizarse en conflictivos clanes consanguíneos.
Y metidos ya en el maremagnum de un guion tan excéntrico como desconcertante, iremos descubriendo que la astracanada comienza a tener sentido cuando las piezas, al principio dispersas e irreconocibles que conforman este engorroso puzzle, empiezan poco a poco a encajar al tiempo que se normaliza nuestro desconcierto. El autor de tan estrambótica ficción es el guionista y director californiano Cary Joji Fukunaga, del que nunca había tenido noticia hasta ahora.
Al margen de que “Maniac” pueda gustar o no al espectador más acostumbrado a un tipo de narración lineal en el que el tradicional “introducción, nudo y desenlace” constituye la estructura del relato, vale la pena embarcarse en esta singular aventura tan sólo por disfrutar del maravilloso trabajo de Emma Stone, una actriz versátil, dotada de un hipnótico y poderoso atractivo en el instante mismo en que la cámara la ilumina. La hemos admirado en multitud de ocasiones y ha sido dirigida por los directores más laureados del universo cinematográfico. La recuerdo deslumbrante en la irreverente “Irrational Man” a las órdenes de Woody Allen, o como atribulada adolescente en “Birdman” del mexicano Iñárritu y, cómo olvidarla, brillante, arrebatadora y encantadoramente seductora en “La La Land” donde demuestra el infinito alcance de sus capacidades.
Vean “Maniac” y si no les gusta, mis improbables lectores, ya saben en quién descagar su comprensible y muy razonable indignación.

Emilio Castelló Barreneche