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España España · sevilla
Voto de Jlamotta:
6
Aventuras. Drama Tras un naufragio en medio del océano Pacífico, el joven hindú Pi, hijo de un guarda de zoo que viajaba de la India a Canadá, se encuentra en un bote salvavidas con un único superviviente, un tigre de bengala con quien labrará una emocionante, increíble e inesperada relación. (FILMAFFINITY)
29 de noviembre de 2012
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lolita, The Lord of the Rings, Fear and Loathing in Las Vegas y Watchmen fueron en su día, como ahora Life of Pi, obras inabarcables e inadaptables desde un punto de vista cinematográfico. Es lo que le ha sucedido a la novela de Yann Martel que, durante veinte años, ha visto como los intentos de llevar su material a la gran pantalla han fracasado uno detrás de otro. ¿Por qué? Narrativamente no oscila mucha dificultad ni posee una estructura compleja. El principal escollo residía en algo que podía hacer triunfar a la película o hundirla completamente. El reto de presentar una trama con un niño y un tigre surcando los mares en un diminuto bote se presentaba sustancialmente complicada. Afortunadamente, tanto el autor del libreto David Magee como el consagrado director Ang Lee, llegaron a la conclusión de que lo mejor era dotar al tigre de movimientos y actitudes propios de su especie, descartando por completo un tratamiento del animal más propio de una película de animación, donde en un momento dado los animales terminan comportándose mental y físicamente casi como humanos. En este caso, el realismo era primordial para que el miedo, el temor y la sensación de peligro constante que sufre el protagonista de la historia, Pi, sea no solo entendible por nosotros, sino totalmente compartido. El diseño y el desarrollo de los efectos especiales consigue emular e igualar a los creados por Weta para Rise of the Planet of the Apes, efectos que nos dejaron con la boca abierta el año pasado. Pero mientras que el apartado técnico se lleva todos los halagos, el guión y el envoltorio del mismo deberían ganarse más de un reproche. Asumimos que las películas de los grandes directores e intérpretes que se estrenan en Noviembre y Diciembre, lo hacen con la intención de agasajar cuantas más nominaciones y premios mejor. Pero algunas de ellas disimulan mejor que otras. En el caso de Life of Pi, sus intenciones se ven desde el minuto uno, desprendiendo un tono amable, condescendiente y asequible para el gran público que imposibilitan el crecimiento y las aspiraciones artísticas que un proyecto como este se merecía e hubiera podido tener con un tratamiento menos almibarado y más agresivo.

La elección del oscarizado Ang Lee es acertada, ya que el director chino siempre ha destacado por su sutil tratamiento de los sentimientos humanos, aparte de ser uno de los realizadores más eclécticos del panorama actual. El Pi del presente y su relación con el periodista deja buena muestra de la habilidad de Lee para la interacción sensitiva entre seres humanos pero, como dije antes, el azúcar llega a impregnar demasiadas veces la pantalla como para que no moleste, de alguna manera. Es por eso que, dejando de lado los efectos especiales y un par de fragmentos donde la aventura consigue desmelenarse y emocionar de verdad, el verdadero interés lo encontramos en temas que ya estaban presentes en la novela. Temas que Lee y Magee tan solo han trasladado desde las páginas a la sala de cine y por el que no se deberían llevar gran mérito. Es decir, todo esta en la novela, son reflexiones (acertadas o no) sacadas del pensamiento de Martel y que, lejos de ser bien tratadas o acomodadas con elegancia en la historia, simplemente han servido de adorno de lujo para la construcción de los diálogos. Martel nos habla acerca de temas primarios que han acompañado la vida del hombre desde el principio de los tiempos, como el miedo, la relación con los animales, la soledad o la religión. Referentes clásicos y evidentes como la religiosa historia de El Arca de Noé o El Libro de la selva sirven como algo más que de base para el desarrollo de ciertas partes del film. El tigre es tigre y el hombre es hombre, y así están representados. El juego mental que se traen ambos personajes es digno de una mortal partida de ajedrez de otro mundo. La dominación, la sumisión, el poder o la victoria son elementos tan nuestros, tan característicos de nuestra forma de ser, que plantearlos como parte de un amaestramiento con una vida en juego no puede ser considerado más que como una jugada brillante. El inesperado bote salvavidas se convierte en una improvisada y diminuta selva donde no prevalecerá el más fuerte, sino el más inteligente y cerebral. Desde ese momento, el film se convierte en un thriller psicológico con tintes de terror con el verdadero género dominante, la aventura, como telón de fondo. Porque a partir de aquí todo deriva en una especie de Heat donde dominar o ser dominado marca la diferencia entre la vida y la muerte, donde la razón libra una dura batalla contra la pura naturaleza, contra la bestia, la impulsividad y el instinto. Es esto una batalla, si, pero también una demostración suprema del conocimiento que los animales poseen de los sentimientos, la rutina y la familiaridad con los elementos, en este caso, el hombre que le alimenta. Porque a pesar de todo, ambos deben alimentarse y son conscientes de que se necesitan para vivir, para sobrevivir. Es más, el miedo mutuo entre ellos y su afán de superar al otro, es una de las grandes motivaciones para sobreponerse y seguir luchando. El miedo nos mantiene vivos y el enemigo, pendiente. No pude evitar acordarme de una genial frase de la no menos excelente Conspiracy, en la que un sobrecogedor Kenneth Branagh reflexiona de esta forma sobre la obsesión de los nazis con los judíos:"Tantos años detrás de su exterminio y ahora pienso...si matamos a todos los judíos, ¿Qué nos queda?". Cada ser humano necesita, consciente o inconscientemente, un obstáculo que superar, un enemigo al que vencer o un problema que solucionar que, en definitiva, de un sentido a su propia vida. Si la vida fuera un camino de rosas, la valoración de las cosas no existiría, nada sería criticable o merecedor de ensalzamientos, viviríamos en una plácida pero aburrida existencia vacía y carente de significado. Pi necesita al tigre y el tigre a Pi. Y ellos lo saben.

Sigo en spoiler sin ser spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jlamotta
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