Anya Taylor-Joy se pone en la piel de la heroína más pretenciosa de Austen, y una de las más brillantes que surgió en su pluma como un personaje secundario en esta misma historia que estaba destina a titularse "Jane Fairfax".

Pero fue Emma quien finalmente se alzó con el estrellato de la novela, ya que su vanidosa naturaleza, su encanto en el poco disimulo de sus decisiones y sus maquinaciones amorosas respecto a la gente que la rodea emparejándola con tendencia a acertar hasta que deja de hacerlo, son realmente electrizantes.

Nunca había visto antes a Anya Taylor-Joy, la joven protagonista de "Gambito de la dama", pero su Emma es la más estirada, novedosa y quizá simpática en cuanto a sus modales y forma de hablar.

No supera a mi modo de ver a Gwyneth Paltrow, ni Jhonny Flynn a Jeremy Northam, pero es cuestión de gustos, por supuesto.
Las críticas favorables a esta nueva Emma son notables y merecidas pero sí un tanto exageradas. Otra revisión no era necesaria, ya hay varias adaptaciones e incluso miniseries.
Especial mención a un estupendo Sr. Woodhouse, en la piel de Bill Nighy, como siempre bordando sus escenas del friolero señor con miedo a las corrientes y a la soledad.

Emma y sus pequeños desencuentros con Knightley no rebosan en esta cinta como sí que lo hacían en la película de Paltrow o en la miniserie de Romola Garai, menos conocida.

Podía haber sido una película diferente, tal vez, pero hay lo que hay, una historia ya adaptada un sin número de veces.
La escena inicial es la mejor hasta ahora, pero el cast es repetitivo, aunque la química de Emma y Knightley tan palpable como debe de ser.

Le doy un 6,5, porque hay demasiada loa sin motivo. Vestuario excepcional, bello trasfondo y fotografía, pero como en las otras adaptaciones.

Nada que no tengan las otras Emma, sin que les hayan echo tanto la pelota, lo cual me parece desafortunado.